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En los próximos días se dará a conocer el precio estructural del petróleo que deberá tenerse en cuenta para la estimación de las metas implícitas en la regla fiscal. Este precio es determinado por un subcomité de macroeconomistas que estima el valor estructural, o de largo plazo; usan como insumo las proyecciones de los expertos y tienen en cuenta el ajuste fiscal que se deriva de determinado nivel de precio.
Hace un año, dicho subcomité estimó el precio estructural en US$87 por barril, un nivel bien por encima de las expectativas de mediano plazo del mercado. Este valor resultó de promediar el precio de los cuatro años anteriores, el año en curso y proyecciones de los cuatro años siguientes (4-1-4). No es claro que, dado el cambio que se observó en el escenario petrolero desde 2014, los cuatro años anteriores fueran relevantes para proyectar el precio futuro, o estructural del petróleo.
Las consideraciones que llevaron a utilizar un precio elevado incluyeron el que un precio bajo tendría como consecuencia un ajuste fiscal severo para poder cumplir con la regla fiscal.
La meta de déficit para 2016, según la regla, era originalmente 2,1% del PIB. Al optar por un precio del petróleo alto, se abrió un margen adicional de 1,5% del PIB, justificado en que el precio observado estaba muy por debajo de su nivel “estructural.” La meta de déficit se incrementó a 3,6% del PIB, lo que permitió cumplirla. Dicho cambio en la meta le evitó al Gobierno tener que presentar una reforma tributaria el año pasado.
La pregunta ahora es si estas consideraciones nuevamente son válidas, y pueden llevar a que el sub-comité escoja de nuevo un precio alto. De utilizarse la fórmula 4-1-4, el precio estructural resultante sería de US$64/barril. Si, por el contrario, se incluyera, por ejemplo, el promedio de los últimos 2 años, en lugar de los últimos 4, el precio sería de US$52. Este último precio daría lugar a un déficit fiscal máximo de aproximadamente 2,7% del PIB para 2017, en lugar de 3,1%. Por lo tanto, la decisión del precio estructural del petróleo es fundamental para determinar la magnitud de la reforma tributaria y del recorte de gasto necesarios entre este año y el siguiente, para poder cumplir con la regla fiscal en 2017.
Con la incertidumbre sobre el futuro petrolero, y la poca relevancia del pasado para predecir el futuro, reducir el número de años que se incluyen en este promedio móvil podría ser una alternativa.
Para algunos observadores, la regla fiscal resultó demasiado flexible, por lo que no ha cumplido con su propósito en la magnitud deseada. Esto es cuestionable teniendo en cuenta que no sabemos si el déficit fiscal habría resultado incluso más elevado en ausencia de la misma. La regla fiscal sin duda ha cumplido un rol de ancla en materia de finanzas públicas, reduciendo la incertidumbre para los tenedores de deuda pública.
Sin embargo, el mercado difícilmente va a quedar tranquilo si nuevamente se escoge un precio estructural para el petróleo que dista tanto de las perspectivas actuales para este sector. Para que la regla fiscal cumpla con su propósito, debe inducir un sinceramiento de las finanzas públicas; esto es, aceptar que los ingresos cayeron de forma permanente y que deben ser sustituidos de manera sostenible, si se quiere gastar al mismo ritmo.
Esto implica asumir ya un ajuste importante en términos tanto de ingresos como gastos para poder cumplir con la meta el año que viene, y de ahí en adelante. De lo contrario, la relevancia de la regla fiscal se pondría en entredicho.