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No voté por el actual presidente porque no considero que sus propuestas atiendan adecuadamente los problemas que enfrenta este país. Considero, como lo mencionaba la sección Bello en la revista The Economist, hace algunas semanas, que las promesas que se han hecho no son cumplibles y en algunos casos pueden empeorar la situación actual. No obstante, creo que hay aspectos positivos del resultado electoral, no porque vayan a mejorar situaciones puntuales, sino porque creo que ayudan a derrumbar mitos que se han ido estableciendo con el tiempo y que a punta de repetirse se han convertido en verdades.
Uno de esos mitos es el de las masacres. De acuerdo con Indepaz, en 2022 hasta el 21 de septiembre se contabilizaban 80 hechos, de los cuales 22 ocurrieron entre agosto y septiembre, lo que quiere decir que cerca de una cuarta parte han tenido lugar mientras el presidente ha sido Gustavo Petro. Que se presenten 80 masacres, lo mismo que una, es una vergüenza que nos debería movilizar a todos, pero desde hace años esa información se usa para enrostrarle al oponente político sus fallas y su mala gestión.
Recuerdo hace años, trabajando en la Embajada de Colombia en Washington, ver pasar senadores, representantes, y miembros de ONG haciendo las rondas por el Congreso de los Estados Unidos, entidades de gobierno y centros de pensamiento vinculando a los gobiernos de ese entonces con homicidios y masacres. Era un error en ese momento sugerir que el Gobierno de Uribe, Santos o Duque estaban vinculados con semejante abominación y eso sigue aplicando para el presidente Gustavo Petro. Ni las masacres ni los homicidios de líderes ocurrían por cuenta del presidente de turno y seguramente en el futuro eso no cambiará.
Se han cometido errores, por años han faltado recursos para cubrir las necesidades y habrán fallado las estrategias. Pero culparlos por temas que tienen un componente local tan fuerte es desconocer el fondo del problema. Muchos de los grandes problemas de Colombia son el resultado de dinámicas regionales que se han consolidado por siglos y en las que aun hoy no han logrado intervenir los gobiernos de manera efectiva y duradera.
Por eso, desafortunadamente dudo mucho que las soluciones propuestas por esta Administración cambien la situación. Bajarán temporalmente masacres y homicidios por cuenta de perdones y otros beneficios para algunos delincuentes, pero los reemplazarán otros y la cosa seguirá igual. Lo único que habrá cambiado es que suceden durante un gobierno de izquierda, ese que por décadas les ha achacado los problemas a los gobiernos de derecha.
En ese momento, es posible que intentemos, entre todos, resolver los problemas y abandonemos la práctica tan utilizada de culpar al gobierno de turno y dejarle la responsabilidad de solucionar los males que como sociedad hemos permitido. Como hasta el momento no había gobernado la izquierda, era fácil culpar a la derecha. Ahora que tienen la responsabilidad, les va a tocar acabar con el mito y buscar que, por primera vez, todos tiremos para el mismo lado.