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Tuve la fortuna de hacer parte de la secretaria técnica de la Misión de Internacionalización, que recientemente hizo entrega de su reporte al país en un evento en el que participaron el Presidente de la República y la Vicepresidenta. Aunque ingresé tarde al equipo, estuve presente en varias de las discusiones que tuvieron comisionados de la talla de Ricardo Hausman, Anne Lee Saxonian, Richard Baldwin y Mauricio Reina, entre otros, respecto de acciones que Colombia debería asumir para acceder al conocimiento (en sentido amplio) que se encuentra en el mundo y cerrar así la brecha tecnológica que se ha venido ampliando en comparación con otros países.
Aunque la difícil situación generada por la pandemia, que ha aumentado el nivel de pobreza y el sentimiento de vulnerabilidad para miles de hogares oscurece los logros, Colombia venía mejorando en los últimos sesenta años varios indicadores como educación, salud y participación de mujeres en el mercado laboral, entre otros, acercándose a los niveles de países de mayor desarrollo. Sin embargo, una tarea sigue pendiente: actualmente el ingreso per capita en Colombia, a pesar de haberse triplicado desde 1960, es sólo 25% del ingreso per capita de los Estados Unidos. Una de las razones principales es que, en palabras del profesor Hausman, “el mundo desarrollar tecnologías a una velocidad superior a la que Colombia alcanza a adoptarlas y adaptarlas”.
No podría ser de otra manera. Históricamente hemos sido un país cerrado a las personas y las ideas que vienen de afuera. Por eso, el reporte se enfoca en las acciones que le permitirán al país tener acceso a esas ideas y esas personas con el conocimiento necesario para acelerar los procesos de adopción de tecnología disponible en el mundo y adaptarla al contexto colombiano. De acuerdo con los comisionados, esto se logra abriendo las puertas a la migración calificada y aprovechando a los colombianos en el exterior con ese know-how; a través del comercio de bienes y servicios que tienen ese conocimiento imbuido; promoviendo la conexión con empresas que produzcan esos bienes y servicios; y, fortaleciendo las instituciones que adoptan y adaptan esas tecnologías.
El reporte es un esfuerzo importante que está a disposición de todos aquellos interesados en promover una mayor integración de Colombia con el conocimiento que se produce en el mundo. Empresarios, académicos, investigadores, estudiantes, funcionarios de gobierno, entre otros, deberían repasar su contenido. Además de las recomendaciones, que se encuentran en la página del Departamento Nacional de Planeación, también encontrarán los estudios sectoriales que apoyan las recomendaciones, entre los que se encuentran investigaciones del Banco Mundial, del Laboratorio de Crecimiento de la Universidad de Harvard, y la plataforma TASC (Pensamiento Futuro sobre el Cambio Societal) del Instituto de Postgrados de Ginebra, por mencionar algunos.
Una advertencia. El reporte no es una bala de plata. No es la solución a todos los problemas del país. Es un aporte valioso en la dirección correcta, pero para que tenga un impacto necesita que sea adoptado por todos los actores. No solo el gobierno, o el sector privado, o la academia. Para que funcione, se necesita de la articulación de todos los esfuerzos.
Para los que desde ya lo descalifican porque muchas de las cosas que ahí se dicen ya se habían dicho antes, el valor del reporte va mucho más allá. Después de todo, las ideas no son del que las piensa sino de quien las ejecuta. Ese es el reto que tenemos.