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Tribuna Empresarial 28/02/2018

Ceses ilegales, aterrizaje forzoso

Vicente Umaña Carrizosa
Socio de Posse Herrera Ruiz

Las decisiones judiciales en relación con el cese ilegal de actividades en Avianca, junto con la ejemplar decisión de la compañía de iniciar los procesos disciplinarios y despidos dan una luz de esperanza en relación con nuestra justicia laboral.

Son pocos los antecedentes en Colombia en los que los empresarios han tenido el apoyo de los jueces tratándose de conductas abusivas de los sindicatos. Siempre se ha pensado que el derecho de asociación es absoluto, sin límites y con autorización para actuar hasta por fuera de la ley, con la excusa de que cualquier reacción del empleador es persecución.

Con la declaratoria de ilegalidad del cese promovido por Acdac se establece un importante hito en la historia de los conflictos laborales, que permitirá poner en práctica los más esenciales principios del derecho laboral.

El derecho a la negociación sindical debe ser garantizado por los empleadores y las autoridades. El derecho a la huelga también. Pero hacer votaciones sin cumplir los requisitos legales, forzando a los trabajadores a pronunciarse con amenazas, desinformar, bloquear, no es el ejercicio de un derecho sino una vía de hecho que daña la confianza inversionista. Avianca resistió, pero esta actitud del sindicalismo puede llevar a la quiebra a muchas empresas.

Otro claro ejemplo de los abusos sindicales es el de Aguas de Bogotá, en el que destruyeron la propiedad de todos los ciudadanos para entorpecer mediante el uso de la fuerza un proceso necesario para la ciudad. La estrategia de victimizarse y argumentar persecución pareciera que va a dejar de ser una fórmula de éxito para las organizaciones sindicales. Si la decisión en el caso de Avianca se replica en casos de violaciones de la ley y excesos de otros sindicatos, los empresarios podrán dedicarse a mejorar la productividad, invertir y mejorar las condiciones de sus trabajadores en lugar de gastar tiempo y recursos en conflictos sindicales originados en el apetito insaciable de estas organizaciones.

El movimiento sindical en Colombia no puede seguir en contravía del resto del mundo. Es imposible alcanzar un ambiente estable, socialmente equilibrado y seguro desde el punto de vista jurídico si se limita a exigir a los empleadores y a actuar mediante vías de hecho. Las compañías dependen de la inversión, la producción, el mercado y los trabajadores. El mensaje de los líderes sindicales a sus afiliados no puede ser que mientras más destruyan y ejerzan actos de violencia, más beneficios recibirán. Al contrario, destruyendo la fuente de trabajo pierden todos. Y violando la ley también, como en Avianca. Perdió la compañía, claro, pero perdieron los pilotos que van a ser despedidos, perdió credibilidad el sindicato y perdieron muchos colombianos. Ganó el apego a la ley.

Esperemos que la reacción de Acdac no sea congestionar el sistema judicial con una de esas tutelatones, sino acatar las decisiones judiciales. Necesitamos que Colombia se proyecte como un país para establecerse y desarrollar negocios que generan empleo. Este es un primer paso del imperio de la ley sobre las vías de hecho y un ejemplo de Avianca al sector empresarial.

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