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Analistas 31/12/2024

Propósito

Yamid Amat Serna
Creador conceptual

¿Qué sucedería si cada situación que experimentamos, incluso aquellas que parecen poco entendibles o asimilables por dolorosas, hicieran parte de una red de conexión mayor y obedecieran exacta y precisamente a todo lo que debe ocurrir?

Probablemente sea una idea difícil de asimilar de buenas a primeras, por demás retadora, pero podría invitarnos a replantear de forma profunda la manera de interpretar la vida: “Lo mejor que pudo haber pasado es lo que ocurrió”.

Esta máxima no es de mi autoría, seguramente no es la primera vez que la escuchan, pues diferentes corrientes de pensamiento y filosóficas así lo han expuesto, pero, del hecho a la práctica, siempre hay un abismo por vencer.

Gottfried Wilhelm Leibniz, uno de los pensadores más importantes del siglo XVII y XVIII, considerado genio universal por su formación en varios campos del conocimiento, plantea en gran parte de su obra: “el mejor de los mundos posibles”, fundamento que expone que, a pesar de las aparentes imperfecciones y sufrimientos, todo ocurre por una razón suficiente, todo lo que ocurre tiene una explicación, incluso si no la comprendemos completamente; los males, por ejemplo, en sus teorías y tesis, son una herramienta para que se manifiesten los bienes mayores, para el desarrollo de las virtudes y la esperanza ante la incertidumbre y la adversidad.

El autor Víctor Frankl en “el hombre en busca de sentido” propone: “cuando ya no somos capaces de cambiar una situación, nos encontramos ante el desafío de cambiarnos a nosotros mismos” o el poeta sufi Rumi también lo aborda con su hermoso planteamiento: “cuando aceptas lo que es, te conviertes en un arquitecto del universo”.

Todas las anteriores, por citar solo algunas, subrayan la gran relevancia de recibir las cosas como son en orden de hacer más sólido el propósito espiritual para reinterpretar las dificultades como oportunidades de crecimiento, para comprender que todo está conectado y recordarnos que no somos fragmentos aislados.

La aceptación no es rendición, entender que todo lo que ocurre tiene un propósito nos libera del peso de lo que no se controla y nos lleva a caminar paso a paso con confianza; lo que, a su vez, nos permite tomar mejores decisiones, disfrutar de paz interior, gestionar emociones intensas como la ira o la rabia y comprender que todo, todo en la vida es temporal.

Esta es, entonces, en días de propósitos amables, una humilde invitación a observar cada evento como un gran espacio para descubrir una oportunidad de aprendizaje y ascenso, una posibilidad para acompasarse con la serenidad y establecer una conexión sana entre lo que fue, lo que es y lo que será, como todo perfecto en el profundo y bello ejercicio de vivir.

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