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La fórmula para sacar campeones está en la paciencia y la disciplina

martes, 10 de febrero de 2015
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Teresita Celis

“Eran para comprar o vender. Ahí empecé a ganar mis primeros pesos”, recuerda. Pero fue su padrino, Andrés Uriel Gallego, el exministro de Transporte (q.e.p.d) el que, tal vez sin querer, lo llevó a que su vida con el mundo de los caballos fuera prácticamente una.

“En una Semana Santa llevó a Marinilla unos caballos para hacer los actos religiosos en vivo. Me dijo que me iba a regalar el estudio para que fuera a la  universidad, pero yo le dije que no quería estudiar y que quería andar con los caballos. Tenía once años” sostiene. 

Ante una respuesta contundente Gallego no tuvo otro camino que hacerle caso. Se lo llevó a  Gonzalo Franco, un experto chalán, que Cano lo califica como un  “maestro”. Con él ratificó que de los caballos nunca saldría.  

En efecto, en el oficio de montar lleva casi 30, de sus 36 años, y por sus manos han pasado muchos ejemplares que arregló, formó, pulió o montó y que hizo campeones.  Y aunque la cifra ya no la tiene en la cabeza recuerda entre los más recientes a Élite de La Lince, Rolex, Pasión de Villa Pilar, Príncipe de la Macarena, Encanto, y ahora monta a Tripleta, Cupido, Seductor, Hechizo de Luna, Paz de Ensueño y Campirana, entre otros.  

A esta última la tiene desde potranca, ha ganado campeonatos, pero le ha sacado algunas canas. “Comencé barriendo corredores y bañando caballos. Luego me ascendieron a palafrenero que es el que ensilla y desensilla. Me dieron la oportunidad de montar potros y ahí comencé a hacer mi camino”, indica. 

Hoy más en el mundo de la chalanería, que en el de  iniciar y arreglar caballos de paso, Cano destaca que la fórmula para sacar campeones está en la paciencia, la disciplina y el pulso. Sin dejar de lado, claro está, la pasión y el amor por los equinos. “Un chalán es el que muestra el caballo en pista  en cualquiera de sus andares (trocha pura, trocha y galope, trote y galope y paso fino) y lo lleva a su nivel máximo.  

Un iniciador y arreglador de caballos es aquel que toma un animal con muy buena genética desde potro, le enseña y lo forma con entrenamiento hasta dejarlo en condiciones de competir y de ser campeón”, dice.  

Cano, que ha caminado por todo ese mundo caballista, tiene claro que “si hay un gran caballo pero no un buen montador no hay nada. Por más bueno que sea el ejemplar no llega a su punto máximo”. 

Por ello, dice que coger un caballo de cero es como levantar un niño. De potro se evalúa si da la talla. Se empieza a entrenar a los 26 meses de edad. Si se ve que tiene talento se educa y se forma hasta que entregue lo máximo.  

“Cuando hay buena genética, formación y cariño son capaces de salir campeones. Uno le va clavando el ojo al que tenga voluntad, disciplina de trabajo y nobleza”, puntualiza. 
Desde los 26 meses hasta llevarlo a pista puede pasar un año y medio para dejar al ejemplar bien preparado “sin apretarlo y que él vaya a su propio ritmo”. 

Un gremio aún muy informal

El oficio del montador es aún muy informal. Se han hecho intentos de conformar una agremiación sin resultados positivos. Se considera un  jinete profesional a aquel que deriva su sustento del arte de montar a caballo. Los salarios oscilan entre $3 y $4 millones mensuales, pero los más cotizados y disciplinados pueden ganar hasta $10 millones.

La opinión

Ángela Ochoa
Juez equina

“Un montador debe tener sentido común, sensibilidad y estudio. Eso es clave para aprovechar las cualidades del equino”.

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