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Los consumidores latinoamericanos han cambiado drásticamente sus hábitos a raíz de la pandemia, aumentando las compras de despensa y productos de limpieza
Desde el comienzo de la pandemia, se han emitido recomendaciones para controlar la propagación del covid-19 como quedarse en casa, lo que no es una opción para más de la mitad de los consumidores que trabajan en el sector informal (53%) en América Latina.
A medida que el covid-19 se extiende, existe una profunda preocupación por las crecientes consecuencias humanitarias y económicas. La pobreza y la desigualdad ya eran un problema, pero covid-19 las exacerbará, ejerciendo una mayor presión sobre las perspectivas financieras.
Los consumidores latinoamericanos han cambiado drásticamente sus hábitos de compra a raíz de la pandemia, con grandes aumentos en las compras de despensa y productos de limpieza. Según los datos del Panel de Hogares Nielsen, 50%** de los hogares brasileños, mexicanos y colombianos dicen que tienen una despensa en algunas categorías para al menos tres semanas.
Si bien durante las primeras semanas del confinamiento el abastecimiento fue la regla, a estas alturas la mayoría de los consumidores en América Latina tienen menos dinero en sus bolsillos y la incertidumbre los está volviendo cada vez más cautelosos cuando se trata de gastos futuros. Viven día a día y ya no tienen fondos adicionales.
Es probable que recurran a canales que ofrezcan precios bajos y desembolsos más pequeños como el tradicional. Por ejemplo, en México, 66% de los hogares de bajos ingresos dice que se abastece en las tiendas tradicionales y 30% en mercados públicos. Comparado con 80% de hogares de niveles socioeconómicos más altos que declaran hacer sus compras en supermercados.
Históricamente observamos una alta dependencia de los consumidores latinoamericanos al comercio tradicional, clave para hogares de bajos ingresos (representa más de 50% de las ventas totales), y durante la crisis covid-19 muchas categorías crecen en el canal y en algunos casos en mayor porcentaje que en el autoservicio.
Por los recientes incrementos de compras en artículos de necesidad básica, el tendero enfrenta desafíos significativos para mantener los portafolios adecuados. La mayoría tienen acuerdos informales de cadena de suministro, y muy pocas empresas realizan entregas directas. Sus recursos limitados de flujo de efectivo no les permiten agregar existencias para satisfacer la mayor demanda, lo que está llevando al cierre de tiendas en la región. El tendero debe ajustar su portafolio de productos basado en conveniencia, expandiéndose a categorías esenciales como alimentos envasados, cuidado personal y limpieza.
Las tiendas tradicionales pueden sobrevivir y prosperar fortaleciendo las relaciones con mayoristas y fabricantes. Este escenario presenta una oportunidad para los proveedores e incluso grandes cadenas de autoservicio; para mejorar sus relaciones con los propietarios de tiendas; proporcionándoles líneas de crédito adicionales, facilidad de pagos, servicios de distribución, paquetes exclusivos para el formato y asociaciones con distribuidores o incluso plataformas en línea.
Las tiendas tradicionales son un medio de vida para millones de familias de bajos ingresos en la región; por lo tanto, apoyarlos durante este período podría ser una gran oportunidad para demostrar que las grandes empresas están comprometidas con la recuperación de las economías locales.
Como dice Oscar Cabrera, Nielsen Analytics en América Latina: “Esto representa una oportunidad clave para fabricantes, minoristas y aplicaciones de entrega como Rappi o Cornershop, para expandir sus opciones de entrega y capturar este enorme mercado. En estos tiempos será clave repensar la estrategia de su cadena de suministro para incluir la cobertura de las tiendas tradicionales”.
**Encuesta de Nielsen HomeScan en la semana terminada el 2 de abril de 2020 en México, Brasil y Colombia.
Del total de encuestados, 67% aseguraron haber realizado pagos regulares por un suscripción o servicio de deporte o fitness en los últimos dos años
Si se cuenta con un buen presupuesto, hay figuras que cuestan $11 o $12 millones, y los más económicos del mercado llegan a $30.000 o $24.000