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Empresas locales deben evaluar el éxito de los productos.
Al igual que en el resto de países que utilizan la Numeración Europea de Artículos (EAN) en sus códigos de barras, en Colombia los tres primeros dígitos del seriado son un indicativo del país de origen de cada uno de los productos. Esta es una forma fácil y práctica de reconocer la industria que está detrás de cada artículo que se compra, y un referente para evaluar la calidad de las distintas referencias que compiten en el mercado nacional.
Para el caso colombiano, 770 es el distintivo de los productos hechos dentro de este país, con marca local. Este dato, más que una señal para generar simpatía con el usuario o consumidor, es una invitación para identificar, también para consumir y para evaluar las fortalezas del aparato productivo colombiano y darle un voto de confianza a los fabricantes locales que con esfuerzo han logrado desarrollar las mercancías que estén a la altura de las mejores marcas internacionales.
En el caso puntual de las actividades manufactureras, si bien cada vez cobran más relevancia en la economía del país -tercer sector que más contribuyó al crecimiento del PIB en el tercer trimestre del año, según cifras recientes del Dane-, Colombia sigue siendo un país mayoritariamente de pequeñas y medianas empresas, las cuales representan dos terceras partes del músculo manufacturero, de acuerdo con un análisis del Programa de Transformación Productiva (PTP) en 2017.
Estas empresas, que concentran 32% del trabajo de manufactura del país según el censo de 2005, necesitan del respaldo y la confianza del consumidor para poder seguir creciendo en su consolidación, y ocupar un papel más protagónico en los volúmenes de exportación en Colombia, que actualmente tienen a las grandes empresas a cargo del grueso de exportaciones y la apertura hacia diferentes mercados exteriores.
Sin embargo, este respaldo no debe concebirse como un mensaje para comprar “lo nuestro” indistintamente de la calidad del producto.
Por el contrario, es un llamado para darle una oportunidad a los productos nacionales de ser juzgados por la nitidez de su fabricación, y a partir de ahí, darles o no la oportunidad de seguir estando en el abanico de opciones de cada usuario.
Así, los colombianos premian los buenos exponentes de su industria y, al mismo tiempo, castigan las empresas que no fortalecen el mercado.
Esta es precisamente la visión de la reciente campaña que lanzó el Ministerio de Comercio: “Compra lo nuestro”, la cual además de promover el consumo de bienes locales, ayuda a evidenciar que abrirles una oportunidad a los inventarios 770 no solo respalda al sector empresarial colombiano, también dinamiza el consumo interno y fortalece los procesos productivos.
La fórmula del 770: identificar, consumir y evaluar lo local, es a su vez un recordatorio sobre las utilidades de los códigos de barras, pues contrario a lo que podría pensarse, estas van más allá del lector láser que lo interpreta al proveer un insumo muy útil para realizar una compra informada. 770, al fin y al cabo, es el código a escanear por quienes buscan y reconocen la tecnología, el diseño y la calidad que hay en “lo nuestro”.
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