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COMERCIO

La cara detrás del consumo

lunes, 20 de noviembre de 2017

La independencia financiera empodera a la mujer

Ricardo Hinojosa

En ocasiones, la palabra consumo es estigmatizada con atributos como el de “compra compulsiva” o “irracional”, individuos que son programados para adquirir productos innecesarios o que rápidamente serán obsoletos y que representan un gasto económico adicional. Néstor García Canclini en su libro El consumo sirve para pensar, menciona que el poseer un determinado producto no significa lo mismo en dos culturas diferentes y es precisamente este paradigma en el que nos encontramos todos los que estamos al frente de liderar compañías de consumo masivo en Colombia pues los hábitos de consumo están cambiando radicalmente y los negocios que emergen son aquellos capaces de conectarse nuevamente con su razón de ser y el propósito que le genere valor en los territorios en los que se desenvuelve.

En el caso colombiano, según la firma Raddar, se esperaba que el consumo en los hogares en 2016 hubiera crecido 5%, sin embargo el crecimiento real fue de 0,54%. Esto se suma al análisis realizado por Euromonitor International que indica que para el comprador colombiano lo más importante en 2017 es que los productos que consumen sean seguros, especialmente con los seres queridos. Pero vemos otros atributos que resultan importantes al momento de decidir un producto u otro. El comprador colombiano ya se está apropiando de conceptos mundiales como el de “huella de carbono” y “consumo responsable” que finalmente trasladan un beneficio no solo al comprador, sino al impacto de las prácticas del productor en los entornos en los que realiza sus actividades comerciales.

Vemos entonces como aquellos negocios enfocados en las personas toman mayor relevancia y terminan siendo sustentables en el tiempo. Australia es un gran ejemplo de esto con su Oz Harvest Market, un establecimiento comercial que funciona como un mercado, pero en el que las personas pueden tomar lo que necesiten y pagan con lo que puedan o tengan a la mano.

De igual manera Avon, desde hace más de 130 años, trabaja por el empoderamiento femenino a través de la independencia financiera, poniendo como centro de todo a sus representantes y tomando cada decisión en función de ellas. Precisamente modelos como estos son los que toman mayor relevancia social por el trasfondo real de su actividad comercial y los que le dan sentido al término “venta social”, acuñado coloquialmente por algunas personas de la industria y, que sin duda, ya está generando verdaderas transformaciones sociales.

Detrás del consumo lo que hay son los rostros de mujeres y hombres, de amigos, amigas, hermanos, hermanas, madres y padres cabeza de familia o conocidos, buscando la manera de construir comunidad.

Ciertamente, como consumidores no solemos reparar que detrás de una decisión de compra, además de satisfacer una necesidad o un deseo, es posible colaborar con los procesos que dieron lugar a la producción de ese artículo. Entender que estos procesos tienen unos impactos sociales y ambientales es sin duda iniciar una revolución en la que no solo prima el precio y la calidad, sino contemplar el proceso como un todo que construye o destruye nuestro entorno. Apoyar este tipo de consumo significa entonces favorecer prácticas que estén de acuerdo con lo que queremos potenciar a nivel social. La cara detrás del consumo es precisamente aquella a la que día a día apoyamos y que se fortalece con los valores que queremos ver en el mundo.

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