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Desde 2020, año de pandemia, tiendas del sector observan un repunte en el interés del público por las prendas con “segunda vida”
La industria de la moda es una de las que más facturación genera a nivel mundial año tras año, pero en paralelo, una serie de informes de organizaciones multinacionales identifica que también es una de las que más contamina.
Como respuesta a este fenómeno desde hace una serie de años, con 2020 como punto de inflexión, se ha desarrollado la tendencia de la compra de prendas de segunda mano. Una preferencia por darle “una segunda vida” a la ropa de alguien en vez de terminar en un vertedero de basura, como algunas imágenes mundialmente conocidas.
En Bogotá la compra de ropa de segunda mano es muy conocida con sectores de la capital dedicados exclusivamente para ello, como Plaza España o Marly. No obstante, desde la pandemia y con el auge de las tiendas virtuales en plataformas sociales como Instagram, está creciendo la demanda por las prendas de segunda mano.
“La demanda de ropa de segunda mano ha crecido en Bogotá. Los altos precios de la ropa nueva y sobre todo la importada, han generado que algunas personas empiecen a considerar comprar ropa de segunda mano. Hay ferias exclusivas de ropa de segunda que tienen una gran afluencia”, dijo María Sierra, creadora de la plataforma El Ropero Bogotá.
En esto también coincide Gabriela Amaya, autora de la plataforma Planeta Vintage también en Bogotá. “La demanda de la ropa de segunda en Bogotá ha crecido exponencialmente. Cuando empecé con mi marca existían muchos prejuicios y recelo por parte de nuestros potenciales clientes. Hoy en día, a pesar de que aún a muchas personas sigue sin gustarles consumir ropa de segunda, la comunidad es muy grande y abierta a este mercado”, mencionó.
Los ingresos de las tiendas de segunda mano varían, dependiendo del mes, pero en un promedio oscilan entre los $3 millones hasta los $5 millones. Una ganancia considerable teniendo en cuenta que las prendas de segunda mano pueden costar desde $10.000 -o inclusive menos- hasta los $200.000, a lo mucho.
También existen varias ferias de ropa de segunda mano, algunas impulsadas por ellos mismos y otras con el respaldo del Distrito, aunque no en todos estos eventos logran posicionarse. conseguir las prendas.
En el imaginario existen muchas lagunas sobre cómo consiguen estas tiendas las prendas, ya que constantemente tienen que estar reponiendo inventario para mantener las expectativas de los clientes actuales y futuros.
En el papel esto funciona de muchas formas: importando ‘pacas’ desde el extranjero, comprando a otras tiendas, adquiriéndoselas a familiares, en el mercado de pulgas o en ventas de garaje.
“Por lo general las marcas de ropa de segunda enfocadas en la curaduría seleccionan personalmente las prendas de su tienda, ya sea con proveedores o recorriendo la ciudad buscando, en mercados de pulgas, ventas de garaje o en pacas traídas del extranjero”, explicó Amaya.
Aunque la demanda por las prendas de segunda mano siga creciendo en Bogotá de manera “considerable” para las tiendas, aún hay una serie de prejuicios que buscan combatir.
“¿Cómo le quitan el olor a la ropa?”; “¿Y las energías?”. Nosotros tenemos un proceso muy estricto que empieza buscando la prenda, lavándola o enviándola a la lavandería, sacando alguna manchita que puede tener, y usando sales para quitar las energías”, mencionó al respeto Sierra.
Amaya sostiene que el mercado de segunda mano es beneficioso y, aunque puede no ser de interés para todo el mundo, puede aportar a la economía personal.
“Creo que comprar ropa de segunda puede ser beneficioso para muchas personas, ya sea por economía, por sostenibilidad, por amor a la moda o por muchas razones más”, dijo.
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Si se cuenta con un buen presupuesto, hay figuras que cuestan $11 o $12 millones, y los más económicos del mercado llegan a $30.000 o $24.000