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En primer lugar, por la apertura de nuevos centros y la expansión de los existentes, que ha significado triplicar en una década el total de estos complejos en el país, y un crecimiento en piso de comercio cercano a los 3 millones de m2.
De la misma forma, la entrada de nuevos protagonistas como desarrolladores, fondos de inversión y su impacto en la evolución y cambio en los modelos de propiedad, que han generado en los últimos años la aparición de más de un centenar de nuevos proyectos, algunos ya operando y cerca de 70 en proceso de ser desarrollados.
Y finalmente con especial énfasis por lo que ha significado la llegada de tiendas de las grandes marcas a los diversos mercados de nuestro territorio nacional. Y cuando mencionó a las grandes marcas, no solo hago referencia a las marcas internacionales, sino también a las grandes marcas Colombianas, que han sido un verdadero ejemplo de buen desarrollo del retail y de muy consistentes procesos de expansión.
En países como Chile, Perú o Panamá, donde sin hablar de segmento de lujo ni de tiendas departamentales, marcas como Zara, Forever 21, Adidas, H&M, Lacoste, etc., son las principales tiendas que se encuentran en los centros comerciales, y la participación de las tiendas de marcas locales queda ensombrecida ante el desempeño de estos gigantes globales.
La realidad es que la participación en área y en ventas de las marcas locales es muy baja. En general menos del 30% de las tiendas presentes en centros comerciales en estos países, corresponden a marcas locales.
La llegada a Colombia de tiendas de estos grandes operadores globales les ha presentado un panorama bien diferente. Si bien es cierto las más de 130 marcas globales que han entrado a Colombia en los últimos años han encontrado un mercado muy interesante donde crecer y que presenta oportunidades por el incremento de la clase media colombiana y su mayor capacidad de consumo, también ha quedado claro que la competencia nacional ha estado a la altura y ha defendido su mercado con calidad, diversificación y crecimiento.
Las grandes marcas nacionales, además de ser numerosas, han logrado desarrollar una red de tiendas en las mejores ubicaciones y en gran cantidad de las casi 60 ciudades de Colombia donde hoy hay centros comerciales.
De la misma forma, son marcas que se han hecho tan fuertes que compiten de igual a igual incluso en mercados internacionales donde han empezado a llegar, dándole a Colombia el carácter de ser el tercer gran exportador de retailers de Latinoamérica después de Brasil y México.
Esta realidad muestra un sector de retail muy capaz, donde el talento para desarrollar las marcas y desarrollar mercado ha sido sobresaliente. Los retailers nacionales han hecho valer su condición de locales y de grandes conocedores de las particularidades incluso regionales, para afianzarse en la preferencia y gusto de los consumidores colombianos.
Varios retos existen hoy en el escenario. La depreciación del peso, que afecta especialmente a las marcas internacionales con producto 100% importado y a los nacionales que importan materias primas o parte de sus productos y que están ajustándose y replanteando para evitar trasladar plenamente el impacto a los consumidores.
Otro gran reto se plantea en términos del ya extralimitado incremento en las cargas impositivas y regulatorias, que nos tiene hablando cada año de una nueva reforma tributaria y de inconvenientes proyectos de ley, que podrían afectar la competitividad del mercado Colombiano, dando señales erradas en el camino de atraer inversión, pues requerimos un mercado con reglas estables y cargas tributarias que no afecten la competitividad y el buen clima de negocios por el que nos hemos caracterizado.
Marcas como Studio F, Arturo Calle, Totto, Juan Valdez, Leonisa, Armi, Cueros Vélez, Mario Hernández, Tennis, Gef, Crepes & Waffles, entre muchas otras, seguirán ratificando la calidad y buen desarrollo de las marcas colombianas en el contexto local y mundial, dándole una nueva dimensión al concepto “Hecho en Colombia”.
Aunque la tecnología juega un papel crucial, muchos consumidores colombianos continúan valorando la experiencia de compra tradicional.