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Una marca es uno de los activos estratégicos más importantes de una empresa. Cuando se desarrolla con eficiencia y estrategia, le permite diferenciarse y posicionarse en la mente de los consumidores
¿Qué colombiano no recuerda la lata de leche Klim en la alacena de la mamá llena de botones, hilos, lápices, entre otros? ¿Qué colombiano no probó la leche en una cuchara? ¿Qué abuelita no sembró una mata en una lata de leche Klim? Se podría decir que la mayoría tiene algún recuerdo de esta icónica lata. Y es que la infancia de muchos colombianos estuvo marcada por Klim y continúa siendo un producto que los que alguna vez la consumieron cuando eran pequeños, la siguen compartiendo con sus hijos.
Una marca es uno de los activos estratégicos más importantes de una empresa. Cuando una marca se desarrolla con eficiencia y estrategia, le permite diferenciarse, asumir la delantera en un mercado cada vez más competitivo, pero algo más importante, posicionarse en la mente y en los corazones de los consumidores.
En un entorno globalizado y cambiante, las marcas se han visto obligadas a asumir el reto de crear estrategias más coherentes, que busquen generar un vínculo más profundo con los consumidores quienes cada vez están más informados y conectados.
La historia de Klim se ha destacado por proyectar y transferir un sistema de creencias y valores a sus consumidores. Durante más de 75 años, ha buscado y encontrado la forma de relacionarse con ellos articulando una promesa de marca que genere valor y se adapte a las necesidades del contexto y los clientes.
De lo anterior, se desprende un concepto fundamental del branding: el propósito de marca. Éste se construye a partir de las creencias y valores que la rodean. De su razón de ser o propósito, se desprenden todas las actividades que permiten desarrollar un producto y venderlo en el mercado. Articular este propósito de marca con el sentir de los consumidores, es la clave para generar la diferenciación de un producto, posicionamiento y un vínculo emocional.
En el caso de Klim se hace evidente cómo su propósito le ha permitido convertirse en una marca emblemática para muchos colombianos, que generación tras generación, ha construido un legado ocupando un espacio importante en la mente de los consumidores de pertenencia y lealtad.
Construir un legado no es tarea fácil, expresar de una manera consistente, a través del tiempo, una visión inspiradora de una marca es la forma a través de la cual se logra ser parte de los hogares colombianos. Este ha sido siempre el compromiso y el camino que Klim ha tomado para conectarse efectivamente con sus consumidores por más de 75 años.
En este contexto, desde 1950 hasta hoy, leche Klim ha ido moldeándose de acuerdo a la evolución del mercado, entendiendo las necesidades de los consumidores, compartiendo desde los beneficios funcionales de la leche hasta los sentimientos de confianza y orgullo que genera para las mamás que su hijo crezca y se alimente con Klim.
Lo importante de todo este proceso es que los valores y atributos de la marca como el amor de mamá, la confianza, la familia y la tradición, representados en una icónica lata, se mantienen y evolucionan a una nueva presentación que sigue las tendencias de consumo en las que los consumidores buscan cada vez más empaques prácticos, cómodos y convenientes, para seguir construyendo una herencia invaluable para todos los consumidores y un legado basado en una promesa de valor que busca estar presente en muchas generaciones más.
Acumular puntos y el cashback se posicionan como modelos para que los consumidores accedan a precios más bajos en el mercado