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Lo que significó un desarrollo para el país vecino fue una pérdida para Colombia en materia económica, pues si se suma el PIB panameño, superaría a Chile
En pocos meses se cumplen 120 años de la independencia de Panamá, que se proclamó el 3 de noviembre de 1903.
El antecedente fue un hecatombe para la historia nacional, pues apenas se libraba de la histórica Guerra de los Mil Días, que fue desde el 17 de octubre de 1899 hasta el 21 de noviembre de 1902, y que estalló en el mandato de Manuel Antonio Sanclemente y dejó consecuencias socioeconómicas irreversibles.
Luego de más de un siglo, cabe hacerse la pregunta, ¿qué hubiera pasado si Colombia conservaba Panamá?
En un sondeo a partir de datos del Banco Mundial en 2021, de plano se evidencia que el PIB Per Cápita anual de Panamá es más del doble del de Colombia, pues el país vecino registra US$14.617, mientras que en Colombia es de US$6.104.
Y en un escenario hipotético en el que el ingreso del PIB de Panamá (US$63.605 millones para 2021) entrara en Colombia (US$314.464 millones), nuestro país tendría un PIB de US$378.069 millones, lo que pondría a Colombia por encima de Chile (US$317.050 millones) que es el cuarto país con el PIB más grande de la región de América Latina y El Caribe.
Pero el análisis es más profundo y debe revisar la historia en detalle, pues hay varios factores de incidencia. Diego Gómez, director Esic, explica que a Panamá le ha ido mejor sin Colombia, lo que se debe al rumbo centralista que tomó el país desde la Constitución de 1886 con los Conservadores al mando, lo que pone sobre la mesa, nuevamente, la discusión del avance de Colombia cuando fue federalista.
“Colombia tiene un problema delicado en su propia concepción de desarrollo que lo ha aquejado desde la Constitución de 1886. La República Federal de 1863 generó un proceso de desarrollo importante en muchas regiones del país”, explica Gómez.
Dos ejemplos clave de ese desarrollo son Santander y Antioquia, según el analista. “La centralización que llegó con esa Constitución del 86 generó muchos problemas, aún hoy vemos el reflejo del avance federal. Bucaramanga es una zona empresarial, pujante y con bajo desempleo y esa cultura se generó en ese periodo y pasa lo mismo con Antioquia”.
Con José Manuel Marroquín al poder entre 1900 y 1904, no solamente se registraron alrededor de 38.000 muertes en la Guerra de los Mil Días, según el Banco de La República, sino que resultó ser “El presidente que entregó Panamá”, apodo que quedó en los libros de la historia nacional.
El descuido de la zona estratégica significó el aprovechamiento de Estados Unidos, dirigido en aquel momento por Theodore Roosevelt, que incentivó la independencia del departamento en aquel momento e invirtió en la construcción del canal. El tratado Hay-Bunau Varilla entre Panamá y Estados Unidos en 1903 le dio a la potencia los poderes y la autoridad para el canal.
“Hace 120 años Panamá era una zona totalmente aislada y dudo que tuviera el nivel de desarrollo que tiene hoy si no se hubiera independizado de Colombia”, explica Gómez.
El experto resalta que fue una ganancia para Latinoamérica y para el mundo que se hiciera un canal como el que se construyó, “fue un paso importante que se terminó dando por los errores de Colombia, por el aislamiento que le daban a la región y por no entender que había una enorme necesidad global de hacer un canal”.
Para Gómez, se trató de una “miopía colombiana”, porque Colombia hubiera podido recibir los ingresos generados por Panamá, no obstante, resalta que “no es un territorio lleno de prosperidad, Panamá sigue teniendo los mismos problemas de Latinoamérica”.
Wilson Pabón, historiador y docente de la Universidad Externado de Colombia, indica que claramente tendríamos acceso a un espacio geográfico importante en Centroamérica y “seguramente con Inglaterra u otro país desarrollado, teniendo en cuenta que Francia vendió la construcción del canal a Estados Unidos, hubiéramos construido el canal y recibido significativos ingresos”.
Más adelante, bajo la presidencia de Marco Fidel Suárez, el 6 de abril de 1914, Colombia recibió una indemnización por parte de Estados Unidos por US$25 millones, en la que se reconoció que Colombia tenía derechos sobre el canal y el ferrocarril de Panamá, pero también se reconoció la separación a través del Tratado Urrutia-Thompson.
Al regresar al caso hipotético donde Panamá sigue siendo parte de Colombia, Gómez resalta que es posible que si el país hubiera construido ese canal en últimas “se hubiera convertido en otra fuente fiscal de gasto público y no necesariamente en una de construcción de capacidad”.
Un ejemplo que da el analista es el Puerto de Buenaventura, “tener un gran Puerto en Buenaventura no se ha convertido en un desarrollo para la ciudad, tener grandes puertos en la Costa Atlántica tiene el mismo fenómeno, desafortunadamente nuestro modelo de desarrollo, al ser centralista, es bastante precario. Panamá se parecería más a Buenaventura que a Miami”.
En el plano de los generadores de riqueza que han presentado oportunidades para Colombia, Gómez dice que, por ejemplo, en el petróleo y el carbón no ha sucedido que se convierta en desarrollo social para esos lugares, sino que ha sido fuente de gasto fiscal con bajos efectos de transformación social a nivel país y también por regiones.
Y es que Colombia se ha caracterizado por perder terreno desde su independencia con Venezuela, Perú, Ecuador y Brasil. Las disputas territoriales se han solucionado a través de diversos tratados de cortes de arbitramento en donde las naciones pactan sus límites. Sin embargo, algunos juristas señalan que eso hace parte de la pérdida progresiva de territorio colombiano.
Y aunque de plano se podría decir que la calidad de vida en Panamá es mejor, el índice de Gini es equiparable en ambos países. Panamá tiene 50% y Colombia 51,5%. Esto quiere decir que no necesariamente el desarrollo para el istmo ha sido en todos los planos.
“El índice dice algo mucho más importante que la desigualdad, dice qué porcentaje de la población no participa adecuadamente de la generación de bienestar”, dice Gómez. Es decir que la riqueza está concentrada en pocas personas.
Panamá también funciona con un sistema centralista, pero ha enfrentado problemas de articulación nacional severos, pues las comunidades indígenas tienen autonomías independientes y a su vez complejas. Y pese a que según los expertos le fue mejor sola que con Colombia, otro limitante del desarrollo del país vecino es la energía eléctrica por infraestructura.
Y con las propuestas que se han visto sobre una Antioquia independiente, la posibilidad para un estado siempre dependerán de lo que hace con sus recursos, “Antioquia sola o cualquier departamento del país no es una receta para el desarrollo”, dice Gómez, “hay que tener una estructura que facilite la creación de empresas, las inversiones, educación y capital humano”, agrega.
Pabón resalta que la independencia de regiones ha sucedido a lo largo de la historia y posiblemente seguirá sucediendo. “El caso de Cataluña para España, como el de Tejas para Estados Unidos y el de Antioquia para Colombia es el reflejo de regiones que sienten suficiente poder político y económico para crear un país, pero si lo vemos en la realidad no ha sucedido por sus estrechas relaciones con los gigantes, por lo que no creo que pase pronto”, resalta.
Pero hace énfasis en que puede que esa independencia no sea solo de Antioquia. “Hay que ver su relación con otras regiones, por ejemplo con Chocó y Córdoba, es decir, no sería ese espacio que conocemos hoy en día independizándose, sino seguramente un espacio que incluiría zonas de otros departamentos y sería un país más grande con salida a los dos océanos, sería muy complejo para el país”.
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