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Entre enero y marzo hubo 5,3 millones de personas trabajando en condiciones informales en las 23 ciudades y áreas metropolitanas
La pérdida de puestos de trabajo que ha ocasionado la pandemia también ha estado acompañada de un aumento en la informalidad laboral. De hecho, según cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), durante el trimestre de enero a marzo de este año hubo 5,3 millones de personas trabajando en condiciones informales en las 23 ciudades y áreas metropolitanas del país. Cúcuta y Sincelejo son las ciudades en las que esta tasa es más alta.
Así, 49% del total de personas que estaban ocupadas en dicho trimestre móvil en las 23 ciudades trabajaron en la economía informal, por lo que no contaron con beneficios como los de seguridad social, ni pagos obligatorios a salud y pensiones.
En las 13 ciudades principales del país, la cifra fue de 47,8%, lo que significó un aumento de 1,5 puntos porcentuales frente al mismo periodo de 2020.
Cúcuta fue la ciudad con la mayor proporción de trabajadores informales, con una tasa de 72,4%. Le siguieron Sincelejo (67,1%), Riohacha (67,1%), Santa Marta (66,3%) y Valledupar (63,2%). Mientras que las ciudades que registraron las tasas más bajas fueron Manizales (40,4%) y Tunja (41,4%).
En la capital, por su parte, el número de trabajadores que estuvieron ocupados en actividades informales fue de 1,5 millones, es decir, se registró una tasa de 42,7%.
En la desagregación por sexo, el Dane informó que en las 13 ciudades y áreas metropolitanas 2,6 millones de hombres trabajaron en la economía informal, lo que implica una tasa de 47,4%. En el caso de las mujeres, el total fue de 2,08 millones, con una tasa de informalidad de 48,3%.
De acuerdo con Iván Jaramillo, investigador del Observatorio Laboral de la Universidad del Rosario, la informalidad ha afectado especialmente a las mujeres durante la pandemia.
“En el confinamiento las demandas de cuidado han aumentado exponencialmente, entonces cuando las mujeres optan por un trabajo formal, muchos empleadores prefieren a un hombre dado que suponen que no van a tener ese compromiso de cuidado en el confinamiento, sumado al cierre de escuelas y colegios. Por esa razón, las mujeres tienen menos posibilidad de ingresar al sector formal y muchas veces pueden acceder al informal”, explicó Jaramillo.
Por otro lado, el Dane informó que, en las 13 ciudades y áreas metropolitanas en el período de estudio, 90,2% de los ocupados reportaron estar afiliados a seguridad social en salud. En cuanto a las pensiones, la proporción de ocupados cotizantes fue 49,5%.
Además, 57,2% del total de la población ocupada reportó ser aportante del régimen contributivo o del especial, mientras que 8,8% pertenecía a estos mismo regímenes pero como beneficiario y 23,6% de los ocupados pertenecían al régimen subsidiado.
Informalidad y reactivación
De acuerdo con algunos expertos, tras la pérdida de miles de puestos de trabajo durante la pandemia, el empleo se ha venido recuperando lentamente, aunque esta recuperación ha estado presionada por la informalidad.
“Vemos una prevalencia, una presión de la informalidad hacia la recuperación de la empleabilidad en el país. Es un tema que profundizó la pandemia”.
“Vemos una prevalencia, una presión de la informalidad hacia la recuperación de la empleabilidad en el país, que es un tema que profundizó la pandemia, pero realmente Colombia tiene una caracterización del sistema laboral por la informalidad”, explicó Jaramillo.
Según el experto, la recuperación del empleo formal depende de la reactivación.
“Desafortunadamente la recuperación de los puestos de trabajo a partir de las rutas de la formalidad supone la reactivación económica sólida y la recuperación del tejido empresarial de una forma mucho más definitiva”, concluyó.
Política de respeto a los derechos laborales
Ante el aumento de la informalidad laboral en el país, algunos expertos consideran que la fórmula para combatir este fenómeno es implementar políticas de respeto a los derechos laborales, así como fortalecer el control y la vigilancia en este aspecto y generar mayores incentivos para que sea más conveniente trabajar en la economía formal.
“Que haya una política de respeto de derechos laborales para que se transite hacia el trabajo decente al que se aspira como modelo de regulación universal de la OIT”, aseguró Iván Jaramillo, investigador del Rosario.
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