MI SELECCIÓN DE NOTICIAS
Noticias personalizadas, de acuerdo a sus temas de interés
Este es el interrogante fundamental que plantea la Misión de Estudios para la Competitividad de la Caficultura que, luego de dos años de trabajo, se apresta a entregar el documento final con las recomendaciones para el sector, el cual fue conocido en exclusiva por El Colombiano.
Son diez los mensajes centrales que deja sobre la mesa la Misión que estuvo integrada por Oswaldo Acevedo, Juan José Echavarría, Dub Hay, Eduardo Lora, Marco Palacios, Gonzalo Restrepo, Cristian Samper, Fernando Castro y Teódulo Guzmán.
Reforma institucional
Aunque no es la primera de sus observaciones, la Misión considera que una caficultura rentable y heterogénea requiere de una reforma institucional que promueva la competitividad.
Para ello es necesario que esta reforma se oriente a una mayor transparencia de las reglas de juego en el sector, separe las funciones del Estado y del gremio (Federación Nacional de Cafeteros), y le otorgue un mayor papel a las regiones.
La reforma propuesta no implica la desaparición de la agremiación ni del Fondo Nacional del Café (FoNC), incluso propone mantener el monto actual de la contribución cafetera de seis centavos de dólar por libra exportada y tampoco eliminar la parafiscalidad.
Se sugiere buscar la forma de promover la innovación y una caficultura competitiva y sostenible que no dependa de los recursos del Estado y también se insta a garantizar que la cuenta FoNC sea sana financieramente para que pueda seguir contribuyendo a las necesidades del sector, sin que constituya un riesgo para las finanzas públicas.
Separar funciones
Como parte de los cambios se aconseja evitar que se siga deteriorando el capital social construido en las regiones cafeteras y se estima que para lograrlo deben separarse claramente las funciones del Estado y las del gremio.
El Estado debe financiar las carreteras, los servicios de riego y los demás bienes públicos que requieren las zonas cafeteras. Además debe continuar la tarea de erradicación de pobreza que ha afrontado con relativo éxito durante la última década y ser el responsable del diseño de la política cafetera. Por su parte, el gremio debe concentrarse en incrementar la competitividad del café.
Eliminar barreras
En opinión de los expertos es necesario eliminar el conflicto de intereses entre la regulación y las exportaciones, y debe flexibilizarse la regulación de calidad en la exportación de café, no solo con el objetivo de mejorar el entorno competitivo del sector, sino de promover la innovación en variedades y formas de producción para atender el mercado.
Se pide que las exportaciones sean desreguladas y que los exportadores queden sujetos solamente a los requisitos generales que se exigen a todo exportador en Colombia, sin tener que registrar sus transacciones ante la Federación ni ser autorizados por el gremio para realizarlas.
El cuestionamiento es contundente: la regulación actual constituye una barrera a la innovación e impide el desarrollo de cafés diferentes, no necesariamente de mejor calidad.
Igualdad de condiciones
Un aspecto clave es que la actividad comercial que desarrolla el FoNC opere con incentivos similares a los del sector privado. La idea apunta a promover un entorno más competitivo, en el que todos aquellos que se dediquen a la actividad comercial actúen en igualdad de condiciones, vale decir, deben pagar impuestos y no deben apalancarse con recursos públicos–parafiscales.
El estudio indica que como cualquier negocio exitoso, la actividad requiere capital, flexibilidad y autonomía, máxime en un entorno internacional cada vez más competido y volátil.
Para seguir creciendo se requiere que puedan reinvertirse las utilidades en el propio negocio y que se tomen decisiones como las de cualquier exportador privado, por lo que se plantea crear la empresa comercial de propiedad de los caficultores.
Opción de vida
Para la Misión, el café sigue representando una opción de vida importante para millones de colombianos, pues se trata del producto en que residen nuestras ventajas comparativas por excelencia, y que impulsó el desarrollo de Colombia durante buena parte del siglo pasado.
Resalta que el grano presenta diferencias importantes con el resto de la agricultura y gracias a él se construyó un importante capital social para el país. Es un sector con gran sentido del trabajo colectivo, apego a la familia y a la tierra poseída por generaciones, y arraigado sentimiento de organización social; características que, en buena medida, han evitado la violencia y el desplazamiento en las zonas cafeteras.
Igualmente, se advierte que la demanda mundial por café está creciendo, y el nivel de sofisticación de cafés especiales diferentes ofrece nuevas posibilidades para un país como Colombia.
Alternativa contra la pobreza
Los expertos concluyen que solo con una caficultura rentable será posible erradicar la pobreza en las zonas cafeteras. Señalan que la caficultura está mejor que el resto de las zonas agrícolas del país en vivienda y en algunos servicios públicos, pero peor en educación y en acceso a la seguridad social en pensiones.
Insisten en que la política social en las zonas cafeteras es responsabilidad del gobierno, pero que no basta con la política social que provea el Estado, enfatizan en que la pobreza en las zonas cafeteras solo podrá erradicarse permanentemente si resulta rentable producir café y enfatizan en que para ello hay que elevar aún más la producción por hectárea y reducir los costos.
Aunque se reconocen progresos recientes en producción, la Misión indica que estos han sido lentos así como el aumento del salario real, lo que ha llevado a que los costos de producción sean mayores que en Vietnam, Brasil, Honduras, Perú o Nicaragua.
Tres estrategias
La Misión hace claridad en que no existe una solución única en café y precisa que aunque algunos producirán cafés especiales de excelencia, otros productores tendrán que diversificar sus cultivos, y un conjunto muy amplio tendrá que elevar la productividad y la rentabilidad para continuar produciendo café estándar.
Menciona que aun cuando la regulación actual no incentiva la producción de cafés especiales el país ha avanzado mucho en este campo: las ventas de cafés especiales, que representaban cerca de 2% de las ventas externas en el 2000, hoy llegan a 28%.
Además, llama la atención sobre las primas importantes en el mercado internacional que sobre el precio base pueden obtener los cafés especiales, mejorando potencialmente las condiciones de vida de los cafeteros, aun cuando estos cultivos también conllevan mayores costos.
Otras reflexiones
Los integrantes de la Misión sostienen que los mecanismos de estabilización de precios no son viables en la práctica y abogan porque la experiencia de Protección al Ingreso Cafetero (PIC) no se repita.
Afirman que la mayoría de países que han tratado de implementar esquemas de estabilización los hayan eliminado, y hayan tendido más bien hacia la liberalización de los precios internos.
Sobre la garantía de compra, defendida a ultranza por la Federación porque favorece a los pequeños productores, se propone mantenerla en aquellos lugares en que exista evidencia clara de una falla de mercado, es decir donde haya pocos compradores.
Finalmente, se advierte que llevar las buenas prácticas agrícolas a todos los productores de Colombia debe ser uno de los objetivos de la política cafetera en el mediano plazo, pues la competitividad podría verse vulnerada si se traspasan los umbrales de los ecosistemas naturales que generan las condiciones para la producción.
El tiempo mostrará las recomendaciones que se acogerán y las que no se tendrán en cuenta. El informe final volverá a levantar voces a favor y en contra y el debate regresará a la palestra.
Reparos para propiciar el debate
Marco Palacios, miembro de la Misión de Estudio para la Competitividad de la Caficultura:
De acuerdo con el informe el meollo del problema de la competitividad reside en las relaciones contractuales del Estado colombiano y el gremio, representado por la Federación. Al respecto plantea una tesis contundente: para que el sector cafetero colombiano consiga desplazar competidores y recupere la participación que tenía en 1990 en el mercado mundial, es indispensable cambiar sustancialmente esas relaciones contractuales. Y encuentra la solución en abrir la participación al sector privado y relajar las intervenciones oficiales por medio de la Federación. Así, concluye, se garantizaría la competencia. Si bien hay razones y datos empíricos que avalan esta propuesta, subrayo que, tal como está planteada, es insuficiente porque no toma en cuenta, ni pondera, como ya se mencionó, las estructuras y modalidades reales del mercado nacional y del internacional, bastante alejadas de las que los textos de Economía definen como mercado competitivo. Este no ha existido ni existe, como la historia lo sugiere.
Es de lamentar que el funcionamiento real del mercado, es decir, la comercialización dentro del país, incluida la de proveedores como los de fertilizantes o los de servicios de transporte dentro de los municipios o entre municipios vecinos, no reciba en el informe la atención debida. La larga cadena que empieza una vez que el caficultor vende café pergamino (a una cooperativa o a diversos tipos de intermediarios comerciales, como los pergamineros) y termina en un puerto de exportación como café verde, debidamente seleccionado, empacado y certificado, no se describe con la precisión que merece. No se sabe, en suma, cómo opera realmente el negocio del café. En este punto, el informe sugiere algo que no prueba: que las acciones intervencionistas del Estado siempre resultan más dañinas que las imperfecciones del mercado.
Las sesiones extras están convocadas hasta el 20 de diciembre, en caso de no aprobarse, retomaría su debate en febrero de 2025
El gobernador de Antioquia se refirió a la descentralización fiscal, la reforma a la salud y las razones por las que impulsa impuestos para la seguridad local
Camacol advirtió que la ausencia de un régimen de transición impacta las expectativas de las familias que ya han recibido subsidios o que están en proceso de adquirir una vivienda