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Chile y México son los dos casos de referencia en la región
Los beneficios que espera Colombia de su adhesión a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde) parecen etéreos, si se tiene en cuenta que se relacionan con ser medido bajo los estándares de la organización y la posibilidad de compartir experiencias y buenas prácticas frente a la elaboración de políticas.
A pesar de eso, como lo explica el director del Departamento de Planeación Nacional, Luis Fernando Mejía, buena parte de la filosofía del organismo se centra en generar crecimiento económico inclusivo, por lo que en ese proceso de entrada al ‘Club de las buenas prácticas’ se han visto mejoras en varios indicadores sociales, y aunque no es posible decir que estos se deben únicamente a la Ocde, las recomendaciones de la entidad sí han impactado.
Desde que el país manifestó su interés en entrar a la Ocde en 2011 y desde que empezó su recorrido de la mano con el organismo, dos años después, el índice de Gini se ha venido reduciendo de 0,548 en 2011 a 0,539 en 2013, y finalmente, a 0,508 en 2017.
La pobreza también ha disminuido. En términos monetarios, en 2011 estaba en 34,1%; en 2013 en 30,6% y para 2017 se ubicó en 26,9%. Para el caso de la multidimensional, esta pasó de 29,4% en 2011 a 24,8% en 2013, y 2017 se redujo hasta 17%.
Además de eso, durante el proceso de entrada a la Ocde, el país hizo ajustes en temas de información tributaria, de manejo de residuos, y hasta educativos, pero unos de los que más ha tenido impacto en las cifras sociales son los de la normativa laboral, que a parte de mejorar la protección de los sindicatos, han permitido bajar la informalidad laboral, al punto que Mejía resalta que actualmente la proporción del empleo formal es mayor que la del informal.
Pero estos indicadores no contemplan los verdaderos cambios que permiten las políticas del organismo, pues los logros de la Ocde se materializan de otra forma, como lo indican los otros dos casos de países que pertenecen al grupo en la región: Chile, el cual fue adherido en 2010, y México, que ingresó en 1994.
José Miguel Sánchez, decano de la facultad de Economía de la Universidad Católica de Chile, recalcó que el ingreso a la Ocde no tiene un impacto directo en los indicadores macroeconómicos, pero sí permite a los países mejorar de forma global en diferentes áreas. “Sí nos permite dar recomendaciones en distintas áreas, en temas de educación, por ejemplo, la Ocde es muy fuerte, y nosotros como parte de ese análisis tenemos un patrón de comparación. En ese sentido, el efecto es más bien indirecto”, explicó.
Para el caso de México, según explica Ignacio Martínez, coordinador del Laboratorio de Análisis en Comercio, Economía y Negocios (Lacen) de la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam), dada la trayectoria del país dentro del organismo, son varios los estudios que se han realizado sobre sus transiciones en la economía, en temas como el sector financiero, telecomunicaciones y competencia.
“Es un organización que emite direccionamientos para buenas prácticas. La Ocde ha sacado una serie alrededor de siete grandes publicaciones rectoras sobre México, que la mayoría de los presidentes cuando asumen el gobierno hacen suyas las directrices y las suman al Plan Nacional de Desarrollo”, explicó Martínez.
Según el economista, si bien el ingreso a la Ocde no incide de manera directa en la creación de riqueza, sí ayuda principalmente a incentivar la inversión privada nacional o internacional.
Mediciones de Colombia podrían empezar en 2020
De acuerdo con Martínez, primero los países realizan reformas y después la Ocde presenta los resultados de estas transiciones, comparando los indicadores previos con los posteriores, por lo que la primera muestra de los avances en el país se podría obtener en 2020. Así mismo, para el economista, en Colombia hay una variable que no tienen ni Chile ni México, que es el reciente proceso de paz.
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