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Expertos dicen que se debe quitar la competencia informal para lograr que el sistema integrado se vuelva monopolio público
Barranquilla fue quizá la ciudad que más vio afectado su Sistema Público de Transporte durante la pandemia y se debió, principalmente, a la falta de integración entre el Transporte Público Colectivo (TPC). En el caso de esta ciudad, los biarticulados, como se le conoce a los buses tipo Transmilenio, no estaban integrados con los buses conocidos como colectivos, lo cual, durante la pandemia, generó un déficit insostenible para el sistema.
Como respuesta a la problemática, se implementó una plataforma tecnológica que permite mejorar el servicio al usuario. El sistema comprende distintos tipos de pagos como el efectuado a través de QR, tarjetas bancarias y celulares con NFC, entre otros elementos, que ponen al sistema de TPC de Barranquilla a la vanguardia del sector. “Esta herramienta les permitirá a las empresas de transporte que se venían rezagando respecto a otras más organizadas, ponerse al mismo nivel y con ello ofrecer un servicio más estandarizado”, afirmó Libardo García, director del Área Metropolitana de Barranquilla.
Tal como lo afirmaron los tres gerentes de los sistemas de transporte público más grandes del país, velar por unos sistemas de transporte masivos superavitarios es casi imposible. Es por esta razón que siempre empresas como TransMilenio y Mio de Cali tienen un déficit en sus finanzas.
“Ningún sistema masivo es 100% sostenible. Ni acá ni en cualquier parte del mundo. Y es por eso que siempre vemos que los gobiernos tienen que subsidiar una parte de esos costos de operación, porque al fin y al cabo es un servicio público más, como cualquier otro”, afirmó Tomás Elejande, gerente general del Sistema Metro de Medellín.
El caso de Medellín es diferente al de otras ciudades como Bogotá y Cali, ya que, aunque en 2020 a causa de la pandemia reportaron cerca de $75.000 millones de déficit, en el 2019 tuvieron un saldo positivo cercano a 30% del gasto. Esto, de acuerdo con Elejalde, se debe a que son sistemas que tienen canastas de costos muy diferentes. “Mientras que nosotros contamos con 280 conductores para movilizar a más de 750.000 personas por día, los biarticulados, como en Bogotá y Cali, los emplean para movilizar a 150.000 personas”.
Al respecto, José Stalin Rojas, director del observatorio de logística y movilidad de la Universidad Nacional, opina que la mayoría de sistemas de transporte públicos son deficitarios y no son autosostenibles, y lo que se trata, es de manejar un déficit para que no sea insostenible como el de Bogotá. Entre las medidas que se pueden tomar para ese propósito, se encuentran: “quitar la competencia informal (bicitaxis, mototaxis) para que se convierta en un monopolio público, esto implica una mejora sustancial del servicio, porque si el servicio es malo, se crea competencia informal. También se debe fortalecer el sistema de transporte para que sea integrado y una estrategia de reducción de la evasión (colados)”. Sobre si la tarifa del servicio debería subir, Rojas afirmó que esto no es viable, pues los hogares y personas han sido afectadas por la pandemia y hay una reducción de ingresos, lo cual provocaría una mayor evasión.
Otra estrategia es mejorar la velocidad para el Sistema de Transporte Público. Esto implica enfocarse en minimizar las pérdidas de velocidad por: el estado de la malla vial, la falta de prioridad en intersecciones, obstrucción de la vía por parqueo prohibido y alta congestión. “Cada kilómetro por hora que gana el sistema, reduce el costo para la ciudad en $100.000 millones de pesos anuales”, afirmó Álvaro José Rengifo, gerente de TransMilenio.
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