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El choque de los precios del petróleo y el avance del covid-19 podrían tener un efecto menor al de la crisis financiera de 1999 y al estallido de la burbuja hipotecaria en 2008
La última vez que Colombia registró su peor crisis económica fue en 1999. El Producto Interno Bruto cayó 4,2%, en un año en el que el sistema financiero no solo tuvo que soportar la quiebra de varias instituciones, sino reforzar su política para los créditos de vivienda.
En el impulso por reducir esa fuerte contracción, y tras lanzarse el salvavidas del 2x1.000 (hoy 4x1.000), nueve años después estalló la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos. El choque externo se sintió en el hemisferio occidental, a un ritmo casi similar al que hoy se enfrenta el país, que ha visto cómo el covid-19 pone en jaque la demanda externa y los principales sectores económicos.
Si bien los tres escenarios de crisis tienen características distintas, en un contexto en el que Colombia presentaba un déficit fiscal más alto, y otros indicadores secundarios como menor flexibilidad en la tasa de cambio, cada suceso tiene particularidades específicas en la historia. Algunas más comparables con la coyuntura actual y otras no tanto.
La primera crisis del Siglo XX es una de las más recordadas en la modernidad. Tras la guerra de los 1.000 días, el país experimentó una fuerte contracción de su economía en 1902. La inestabilidad política y social llevaron al incumplimiento de la deuda externa, así como a aumentar el déficit fiscal y ver desbordada la inflación. Según documentos del Banco de la República, en la guerra se emitieron millones de pesos para el financiamiento de la misma, lo que generó una hiperinflación de 127,8%.
Los cálculos históricos revelan que el PIB per cápita para ese año alcanzó US$973 con una población de 4,7 millones de habitantes, según el Emisor. Si bien no hay cifras de lo fue la contracción económica, varios estudios advierten que se reestructuró el pago de la deuda. Así mismo, se otorgaron mayores impulsos para aumentar el consumo interno y mejorar la remuneración salarial.
En esa vía, y tras la fuerte expansión social y comercial, con unas ventas externas de café, que para su momento alcanzaron los 500.000 sacos de 60 kilos, la década del 20 llegó con el calificativo de “La danza de los millones”. Colombia logró acceder a grandes cantidades de crédito internacional, una situación que si bien permitió mayor inversión en infraestructura, se vio afectada por la Gran Depresión en 1929.
En ese momento, y tras la quiebra del mercado de valores de Nueva York, se dio la segunda crisis económica nacional, que se presentó con una caída de 2,4% en el PIB, una inflación de 32% y una reducción en la inversión extranjera.
Aunque esos choques históricos de comienzo del siglo XX no son comparables con las situaciones de las del XXI, en los dos escenarios el país tuvo que recurrir a más endeudamiento y se enfrentó a una mayor inflación.
Esto, de hecho, también se puede ver en la crisis del 99’ cuando la economía cayó 4,2%, el IPC se elevó a 16% y la cifra de desempleo llegó a 17%. Los datos, si bien son en un escenario distinto al que se enfrenta hoy el Ministerio de Hacienda, dejan ver que los efectos que se podrían generar por el avance del covid-19 y los bajos precios del petróleo no son tan graves como los de hace 21 años.
“Ahora tenemos más flexibilidad en la tasa de cambio y hay margen para aumentar el déficit fiscal. El Banco de la República ha sido mucho más ambicioso en dar liquidez. Esta crisis sería menos mala que la de 1999, con un elemento adicional: que es una pandemia que genera unos efectos completamente desconocidos e impactos económicos que nunca habíamos conocido”, explicó José Antonio Ocampo, excodirector del Banco de la República.
El economista añadió que “la crisis de 2008 fue muy suave para Colombia” y no es comparable. “La que uno podría comparar es la de 1999, pues tuvo un componente internacional que fue la crisis asiática y la suspensión de servicio de la deuda de Rusia en 1998. El golpe fue duro por el lado del financiamiento no de los precios de productos básicos”, dijo.
El motivo de fondo por el que no se podría comparar el choque es debido a que ya se han tomado medidas más seguras para garantizar la liquidez, impulsar el aparato productivo y contrarrestando, en la medida de lo posible, los choques externos. No obstante, es válido aclarar que aún hay incertidumbre sobre qué sucederá en materia de desempleo, que, según Fedesarrollo, podría llegar a 20% en el peor de los escenarios.
Otro de los motivos es que, si bien en 1999 la economía cayó 4,2% y en 2008 creció 2,5%, los organismos internacionales proyectan que el PIB nacional tendrá una variación negativa no mayor a 3%. Así se ve en las estimaciones en las que la Cepal prevé un -2,6%, mientras que el Fondo Monetario Internacional cree que caerá 2,4%. El Banco Mundial añade que la contracción sería 2%.
“Esta crisis es distinta de las anteriores porque a una fuerte caída de la demanda, que hace que haya menos consumo de todos los bienes y servicios, se le suma en esta oportunidad la imposibilidad de operar en virtud de los confinamientos”, añadió Marcela Eslava, docente de la Universidad de los Andes.
Los escenarios de comparación frente a lo que vivió el país y a lo que está expuesto tienen, por su parte, otros componentes diferenciales. Uno de ellos es el devenir en materia de empleo y el deterioro en el sistema financiero. La situación que se experimentó en 1999 se vio agudizada por la falta de regulación, las débiles políticas de crédito y la desaparición de varias instituciones.
En contraste con ese panorama, el escenario de hoy, si bien plantea varios retos, deja ver una banca nacional fortalecida, con mejores fuentes de financiamiento y mayores garantías del Gobierno Nacional para cubrir la liquidez de las empresas. A esto se suma una inflación controlada, y un margen para aumentar el endeudamiento que se calcula ahora en 5% del PIB.
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