Icbf instaló más de 370 mesas de diálogo con jóvenes para atender sus demandas

Para hacer frente a las necesidades que cientos de jóvenes colombianos expresaron en las recientes manifestaciones vividas en las calles de distintas ciudades y municipios del territorio nacional, entidades del Gobierno y varios sectores de la sociedad lideran alternativas que buscan encontrar salidas a la crisis que generó un alza de doble dígito en el desempleo y una desmejora en los indicadores de pobreza.

Una de ellas es el ‘Pacto Colombia con las Juventudes, una iniciativa liderada por varias entidades del Gobierno, entre ellas, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (Icbf) y la Consejería para la Juventud. La estrategia busca abrir espacios de diálogo con los jóvenes de todo el país, algunos de ellos protagonistas de las manifestaciones, para recoger sus preocupaciones y encontrar soluciones conjuntas para atenderlas.

Hasta el momento, indicaron que se ha escuchado la voz de más de 11.000 jóvenes colombianos en más de 370 mesas, instaladas en los 32 departamentos del país, incluido Bogotá. El ejercicio ha llegado incluso a los municipios más remotos como Barbacoas, Inírida y Manaure que también han sido epicentro de estos diálogos.

Con base en lo dicho por Lina Arbeláez, directora general del Icbf, “entre los jóvenes marchantes había unos liderazgos importantes que había que oír como punto de partida en la construcción y aporte al país”.

Por esto mismo, el Icbf fue una de las primeras entidades que llegó a los puntos de bloqueo que se instauraron en el marco de las manifestaciones.
Las peticiones de los jóvenes que han sido presentadas en estas 370 mesas fueron recogidas por representantes juveniles de diferentes sectores sociales y académicos, y representarían la voz de los más de 12 millones de jóvenes que hay en el país, con edades entre 14 y 28 años.

El pacto consta de tres fases: la primera, Escucha activa; la segunda: Parchemos para construir, y la tercera: Transformemos juntos. Según explicó Arbeláez, la primera trató de “recoger los dolores más profundos de la sociedad”, es decir, de escuchar los clamores de la juventud; la segunda es el corazón del Pacto y aquí se construyen propuestas de acción para los territorios, y la última es la de materializar y hacer seguimiento a las acciones.

Todo esto terminará proyectado en un Conpes por las juventudes que deberá ser ejecutado en los próximos años. Sin embargo, de este ejercicio de construcción ya han surgido importantes resultados.

Uno tiene que ver con los anuncios que ya han sido conocidos en materia de inversión social para las juventudes, entre ellas políticas públicas como la matrícula cero para los estratos uno, dos y tres en instituciones de educación superior y tecnológicas que anunció el presidente Iván Duque, y que permitirá la gratuidad de la matrícula en beneficio de 97% de la población que asiste a esos centros.

También está la propuesta del empleo juvenil, la cual incluye un subsidio a la nómina de 25% para empresas del sector privado que contraten jóvenes entre los 18 y 28 años. Un tercer resultado es el programa Jóvenes Propietarios, el cual facilita el acceso de jóvenes entre 18 y 28 años a vivienda con la tasa de interés más baja de la historia.

Pero, quizás, uno de los puntos importantes y que se conecta aún más con las demandas sociales de los jóvenes, es la apertura política. Por eso el 28 de noviembre del año en curso se llevarán a cabo las elecciones de los consejos de juventud, con el fin de darle apertura y participación a esta población.

Para Arbeláez, todo esto ha sido fruto de un acercamiento sin precedentes con los jóvenes que, aunque falta mucho, ha venido cerrando la brecha de desconexión con ellos por parte del Estado y de todos los que lo conforman.

Por último, el Pacto generó la creación de la primera mesa nacional de jóvenes víctimas del conflicto armado, con 32 representantes de los 32 departamentos del país. Allí, se pidió que el diálogo con esta población y la atención de sus necesidades se haga con un enfoque diferencial.