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Fenalce indica que el precio interno del producto cayó 17%.
Aunque los productores de varios elementos agrícolas tienen en su mente la estrategia para lograr mejorar la producción y las áreas cultivables, se enfrentan al impacto negativo que significan las importaciones, por la falta de capacidad de reacción de los agricultores locales.
Sectores como el lechero, el maicero y el arrocero han mejorado su producción y su productividad, pero no pueden frenar la llegada de productos del exterior, que generalmente tienen menores precios, presionando el mercado local.
Un caso particular vive el sector maicero, en el cual los precios internos del grano han caído 17% en lo que va de 2018, según la Federación Nacional de Cultivadores de Cereales (Fenalce), por cuenta de la decisión del Ministerio de Comercio de permitir la importación de cualquier variedad del producto (cualquier clasificación arancelaria), “sin que mediara negociación alguna ni compromiso de los importadores con la producción nacional, ni compensación a los productores afectados”.
El documento corresponde a la decisión Número Tres de la Comisión de libre comercio, en el marco del TLC con Estados Unidos, lo que para Henry Vanegas, presidente de Fenalce, se traduce en una afectación, “pues se entrega el mercado al maíz norteamericano sin consideración del productor local”
El resultado de este documento, firmado en noviembre por la ministra María Lorena Gutiérrez, es un efecto mayor sobre las importaciones, que ya representan 82% del consumo local de maíz blanco, con compras totales por 4,64 millones de toneladas en 2017.
Otra de las quejas, como indicó Vanegas, tiene que ver con el uso que recibe el maíz importado, que se supone que tiene como destino exclusivo el suministro de alimento para animales, “aunque al ingresar al mercado nacional, es comercializado para el consumo humano, afectando las calidades mínimas exigidas para que pueda ser consumido por las personas”.
Este panorama se da en medio de dos aristas: la primera, con el mejor desempeño que ha tenido el sector, pues entre 2015 y 2017 aumentó su productividad en 17,2% (3,9 toneladas por hectárea), y un subió 24,5% en las áreas cultivadas (672.457 hectáreas).
La segunda tiene que ver con el plan Indicativo para ampliar las áreas cultivadas del grano por parte de la Unidad de Planificación Rural Agropecuaria (Upra), con el que se evidenciaron 4,4 millones de hectáreas de alta aptitud (las mejores condiciones), aunque el gremio destacó que solo se necesitaría un millón de hectáreas para suplir la demanda nacional.
Cómo van los otros sectores
Hace solo unas semanas, el Gobierno logró evitar que los arroceros se fueran a paro, justamente por el efecto negativo de las importaciones y la sobreoferta nacional, bajo la promesa de establecer un precio mínimo de venta entre productores y empresarios.
Por estas condiciones, el precio promedio mensual del arroz (paddy verde) tuvo un retroceso de 8,5% en abril, lo que ha llevado a múltiples inquietudes de los productores, a pesar de que hace apenas dos meses se hizo la primera exportación de este grano, que tuvo como destino a Canadá.
Aunque la producción de arroz en 2017, según registra Fedearroz, sumó 2,6 millones de toneladas, las importaciones siguen siendo una porción importante del mercado. En relación con el arroz blanco, las importaciones del año pasado llegaron hasta 110.136 toneladas, mientras que en el caso del arroz paddy seco, las compras al exterior llegaron hasta 159.387 toneladas, las más bajas de los últimos tres años.
Rafael Hernández, presidente de Fedearroz, ha expresado que se buscan “alternativas de comercialización de su cosecha hasta la fase del blanco, no solo dentro del mercado interno, sino que basados en la alta calidad, el grano colombiano pueda llegar a diferentes países del mundo”.
En el caso de la leche, la alerta es permanente, pues las exportaciones son apenas la décima parte de las importaciones, si se tiene en cuenta que el año pasado se compraron al resto del mundo 43.817 toneladas de productos lácteos, cuando los empresarios de este sector del agro han advertido que, de darse los estímulos necesarios, los productores locales estarían en la capacidad, no solo de atender la demanda interna e incluso, llegar al exterior.
De a cuerdo con datos recolectados por la Federación Nacional de Ganaderos (Fedegán), en 2017 el país registró una producción de 7.094 litros de leche, además de un acopio de 3.381 millones de litros, con destino principal al consumo interno.
Sin embargo, como previamente advirtió el presidente de Alquería, Carlos Enrique Cavelier, “no hay forma de reaccionar frente a los tratados de libre comercio”, por los altos costos de producción y venta, por lo que “el país tiene que avanzar en apoyos al campesino antes de abrir más mercados”, como ya se está haciendo con la Unión Europea, donde se avanza en la admisibildad de productos que contengan lácteos colombianos.
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