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El director de la entidad aseguró que las diferencias entre las cifras se explican por la metodología usada en la línea de pobreza
Para el año más agudo de la pandemia, el Dane calculó que 4,74 millones de personas vivieron en condiciones de pobreza en la ruralidad. En ese sentido, la incidencia de la pobreza monetaria era de 42,9% en 2020, presentando reducción de 4,6 puntos porcentuales frente a 2019.
Sin embargo, la Comisión Económica para América Latina (Cepal) publicó sus cálculos y encontró que ese indicador fue de 46,3%, lo que significaría que no solo no disminuyó la pobreza en las zonas rurales del país, sino que, además, cerca de 376.000 personas más de las que estimaba el Dane habrían empezado a vivir bajo esa condición.
“Era muy sorpresivo que en el peor año del crecimiento económico en más de 100 años de historia moderna hubiéramos tenido una revisión tan grande de la pobreza rural”, aseguró el director de Fedesarrollo, Luis Fernando Mejía.
De hecho, el año pasado el centro de pensamiento ya había hecho una crítica al cálculo del Dane, señalando que el problema radica en la medición de la línea de pobreza.
Según las cifras de la entidad de estadística, en 2020 la línea de pobreza monetaria en las zonas rurales fue de $199.828, mientras que en 2019 esta fue de $210.969, lo que significó una reducción de 5,3% en pleno año de la pandemia. De acuerdo con el director de Fedesarrollo, esta reducción no tendría una explicación económica convincente, pues el año pasado la inflación en los hogares pobres llegó a 2,3%. Además, señaló que debería haber mayor representatividad en la canasta básica de las zonas rurales.
“Lo que se necesita es una metodología que sí tenga representatividad, porque uno no puede medir lo que está pasando en la ruralidad del campo en términos de una canasta de bienes y servicios que se basa solamente en lo que está pasando en cinco ciudades capitales que tienen 140.000 habitantes, cuando tenemos 11,8 millones de personas en las zonas rurales”, explicó Mejía.
El director de la entidad de estadística, Juan Daniel Oviedo, aseguró a LR que hay cuatro razones por las que existe esa divergencia entre los cálculos del Dane y la Cepal.
Por un lado, afirmó que, mientras que la entidad colombiana actualizó las líneas de pobreza a partir de la Encuesta Nacional de Presupuestos de los Hogares (ENPH) 2016-2017, el organismo multilateral no lo ha hecho.
Además, señaló que en la metodología del Dane se usan líneas de pobreza diferenciadas para cada una de las 23 ciudades y áreas metropolitanas, y que se usan deflactores especiales; mientras que la Cepal solo tiene en cuenta dos líneas, una urbana y otra rural, y solo utiliza el IPC nacional como deflactor a la hora de hacer el cálculo.
“La construcción de la variable de alquiler imputado difiere entre la metodología usada en Colombia y la metodología de la Cepal”, concluyó Oviedo.
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