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Monseñor Luis Augusto Castro, presidente de la Conferencia Episcopal, habló del proceso de paz, la corrupción y la evasión fiscal
Puesto que la Iglesia respalda el proceso de paz, ¿es buen católico el que lo apoya y malo quién está en contra?
Hay que distinguir varias cosas; yo creo que no hay un católico en Colombia que no quiera la paz. Para lograrla hay varios caminos y está en la libertad de cada uno escoger. Hay uno de la mesa del diálogo, hay otro más fuerte. La Iglesia no es que tome partido por un camino o por otro, apoyamos el proceso porque es lo que hay en este momento. No se puede definir en términos católicos, en la sociedad civil cada uno puede tener su opinión.
¿No usa el Presidente al Papa políticamente?
Yo lo hablé con el Presidente Santos, el Papa viene (a Colombia) a identificarse con el anhelo de la paz, no a darle la bendición a este u otro proceso. Hay un anhelo de paz que nos identifica y nos pidieron que apoyemos este proceso específicamente en todo lo que tiene que ver con las víctimas. Yo les dije que sí, cómo les voy a decir que no. Le damos una mano al proceso, uno se pregunta qué alternativa hay y la alternativa es que se acabe.
Pues parece que los políticos utilizan el nombre de Dios y del Papa, que es popular, en vano
Aparentemente podría ser así, pero uno no sabe el sentimiento que haya dentro de cada uno, es difícil juzgarlo. La espiritualidad en Colombia viene desde chiquito, uno vive sumergido en la divinidad y recurre a Dios para todo. De jugadores de fútbol que se echan la bendición tres veces hasta el Presidente de la República, pero uno no puede decir que son expresiones superficiales, puede haber vivencias profundas.
Defraudar a Hacienda, no pagar impuestos ¿es un pecado grave?
Es una falta grave, es una lástima que se haga eso porque es quitar la posibilidad de poder trabajar más por el bien común, todo el mundo tiene que pagar y reconocer lo que tiene, en aras de ir reduciendo la inequidad.
El Presidente de la Federación de Cafeteros gana $50 millones o más mientras que la mayoría de cultivadores si hacen un millón, van bien ¿No es un insulto a Dios?
Las diferencias abismales en Colombia son un insulto, yo no entraría a juzgar el sueldo de uno o de otro, pero la inequidad es lamentable. Es un hecho de que tanto la política como la economía no están construidas con unas bases éticas sólidas, cada uno ve la realidad a su manera, sacando provecho para sí mismo. Nos ha faltado mucho, por una parte, defender la solidaridad y, segundo, la honradez. Deberían mejorar esos dos aspectos que hacen que la injusticia no se sienta como una falta grave y perpetuemos una situación donde los que tienen no se preocupan de los demás.
¿Viene fijo el Papa a Colombia en el 2017?
Voy a luchar para que sea el año entrante. Hice la propuesta de llevar el Papa a Tunja y la aceptaron. Allí es donde empezó el gran brote de la problemática campesina. La idea es reunir todo el campesinado de Boyacá, Casanare, Meta y en Chiquinquirá no hay dónde. La idea no es que venga a visitar a Colombia, sino que el mayor número de personas posibles lo pueda escuchar. Ojalá en Bogotá haya un sitio para que quepan más de seis millones, en Filipinas fueron seis y lo queremos superar.
Uno de los mensajes clave del Papa es combatir la corrupción. ¿El católico es consciente que es un pecado capital?
Lo que pasa es que es uno de los peores males y no somos conscientes. Nos plegamos 25 años al narcotráfico y entró la narcomentalidad, que es el tener rápido, fácil, abundante y como sea, y esto de como sea lleva a todo. Hace que la gravedad de la deshonestidad no se vea como debe ser, a eso le añadimos que en los colegios y universidades quitan la ética como materia, es peor.
La Iglesia libra cruzadas contra la eutanasia y, sin embargo, no tanto contra la corrupción. ¿No equivoca sus batallas?
Una cosa no quita la otra. Si aparece un proyecto de ley sobre la eutanasia, hay que dejar ver nuestro punto de visa. La eutanasia es pedir que le quiten a uno la vida, y la vida, la recibimos, la administramos. De la corrupción se habla continuamente y está en los mandamientos: no robar. Pero tenemos que insistir más, la corrupción es uno de los temas en los que el Papa nos ha insistido más.
A Juan Pablo II no lo podía sucederle otro Papa carismático, por eso escogieran al tímido, teólogo e intelectual Ratzinger. Y en el momento preciso eligieron a otro extrovertido, ¿es la mano de Dios?
Cuando se ora en las elecciones se está pensando qué se necesita y ahí está la luz del Espíritu Santo. Conociendo la situación, conociendo las personas, la respuesta va dirigida a la más adecuada posible, lógicamente que suceder a Juan Pablo II cualquiera que lo hiciera iba a parecer chiquito.
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