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Retiros tienen que hacerse por ventanilla, pues cajeros no están adaptados.
La primera emisión de los escasos billetes de $100.000 se realizó en 2016. Desde ese momento se han impreso 44,2 millones de piezas, que representan un monto de unos $4,4 billones, y solo se han puesto en circulación 9,9 millones de estos billetes, mientras el resto está en la reserva del Banco de la República.
Y a pesar de que este monto es cercano al $1 billón, los usuarios se preguntan dónde están estos billetes que llevan como imagen al presidente Carlos Lleras, pues son pocos los que han podido tenerlos en sus manos.
La primera de las razones por la que los billetes de $100.000 no se ven en la calle es que los cajeros de los bancos no los entregan, pues todavía no están adaptados para operar con ellos debido a sus dimensiones y grosor. Juan Carlos Mora, presidente de Bancolombia, afirmó que para este proceso “hay que adecuar las gavetas y eso implica unas inversiones grandes, por lo que los retiros de estos billetes se hacen desde ventanillas”.
La segunda razón es que su monto en circulación todavía es muy bajo frente al cupo total de billetes, si se tiene en cuenta que en 2017 circularon $71,9 billones y solo 1,3% correspondió al papel moneda de mayor denominación. Si en 2017 circularon 9,9 millones de piezas de $100.000, quiere decir que solo uno de cada cinco colombianos ha visto un billete de estos. Además, este papel moneda está concentrado en las cuatro ciudades principales, pues en Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla circulan 7,1 millones de unidades.
Sin embargo, de acuerdo con el Banco de la República, con el aumento de la demanda saldrán más billetes al mercado.
Un tercer motivo tiene que ver con que las personas, si reciben una de estas piezas de $100.000, “prefieren guardarla como recuerdo”, como indicó el presidente del Banco Colpatria, Santiago Perdomo.
La cuarta razón está asociada a que este papel moneda es acaparado por fuerzas oscuras al margen del sistema financiero, porque permite mover pocas unidades de billetes y grandes cantidades de dinero.
Este hecho es una de las grandes preocupaciones de los banqueros y fue una de las razones para oponerse a este papel.
Orlando Forero, presidente de Finandina, dijo que “en la medida que se logre mover con la mitad del volumen más dinero sucio o lavar activos con menos billetes se facilitan este tipo de transacciones”.
El último punto que ha limitado que los usuarios vean billetes de $100.000 tiene que ver con la dificultad para que el comercio en general lo reciba, como destacó el presidente de Fenalco, Guillermo Botero. “En la medida que no comiencen a parecer en los cajeros, no va a haber una presentación masiva. Es un proceso que va poco a poco, es progresivamente que uno los va encontrando”, indicó.
Es más barato que dos de $50.000
Además de ayudar a simplificar transacciones de alto valor, la existencia de este billete de alta denominación trae otros beneficios como la reducción en el gasto de producción de papel moneda. De acuerdo con el Emisor, imprimir un billete de $50.000 tiene un costo cercano a los $120, mientras que uno de $100.000 vale apenas $10 más, lo que ayuda a tener eficiencia en su gasto. Adicionalmente, disminuyen costos como el transporte y el almacenamiento del papel moneda, no solo para el Banco de la República, sino también para las entidades financieras.
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