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La certificación revisa impacto ambiental, sociocultural y económico
Semana Santa es una de las temporadas del año en las que los colombianos tienen mayor oportunidad de recorrer el país, y algunos de los lugares que el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo está intentando promover, son aquellos que cuentan con la certificación de destinos sostenibles.
Actualmente hay 13 lugares reconocidos como tal en el país, y 12 en proceso de acreditación. Dentro de los espacios que están reconocidos está el centro histórico de Cartagena (Bolívar) y el de Buga en el Valle del Cauca; en Antioquia gozan de esta categoría el centro histórico de Jardín y el Parque Arví de Medellín. También están Villa de Leyva (Boyacá), Mompox (Bolívar) y el centro histórico de Ciénaga, en el Magdalena.
Precisamente, la semana pasada, tres municipios del Quindío (Filandia, Pijao y Salento), Monguí en Boyacá, Jericó en Antioquía y Santa Rosa de Cabal en Risaralda se unieron al listado con el cual el Ministerio busca promover un turismo que va más allá del cuidado ambiental.
“En un principio tiene que ver con el buen manejo de los recursos de la fauna y de flora que impliquen la conservación del turismo y territorio. También tiene que ver con la parte cultural, y el tercer aspecto es el económico, busca que el ejercicio del turismo sostenible incluya a las comunidades”, explicó el presidente de la Federación Colombiana de Turismo de Naturaleza y Aventura (Fedec), Javier Gómez.
Para que un lugar sea declarado un destino turístico sostenible debe, en principio, delimitar el área en la cual se reconozca una infraestructura turística; igualmente, se necesita del cumplimiento legal en términos ambientales, socioculturales y económicos.
En este sentido, el destino en cuestión requiere elaborar una política de sostenibilidad con programas de monitoreo y seguimiento, la definición de las autoridades y responsables, programas de capacitación, de información y capacitación y de desarrollo territorial, al igual que de prevención ante emergencias.
En términos ambientales, estos lugares tienen el compromiso de trabajar en la protección de la fauna y flora y gestionar el agua, la energía y los residuos que se generen. La norma también exige que se manejen otros impactos ambientales como la contaminación atmosférica, visual y auditiva.
Por otra parte, en materia sociocultural, se busca que estos espacios trabajen por la conservación y promoción del patrimonio cultural regional. Y que se trabaje en términos económicos por la sostenibilidad y bienestar de las comunidades de la zona.
La Universidad Externado fue designada desde 2005 para diseñar y publicar esta norma sectorial. Edna Rozo, decana de la Facultad de Administración de Empresas Turísticas y Hoteleras de esta institución, explicó que este reconocimiento, al cual los municipios aplican de forma voluntaria, funciona como un instrumento de gestión que apoya el manejo responsable y sostenible de los destinos.
“Esta norma establece un paquete de requisitos que ayudan a promover buenas prácticas en la dimensión ambiental, sociocultural y económico ayuda a que estos destinos sean mucho más responsables”, explicó Rozo.
El reto está en mantener la certificación
A pesar de que un destino sea certificado como sostenible, si incumple con algún requisito puede ser revocado su estatus. Según Rozo, “una vez son certificados, se vuelve un reto para todos los actores del turismo mantener los criterios (bajo los cuales se otorga la categoría con una vigencia de tres años)”, pues anualmente un equipo de certificadores visita estos espacios para evaluar el cumplimiento de las buenas prácticas y las medidas.
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