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El Dane explicó los efectos de un eventual impuesto a las bebidas de este tipo y el porqué impactará más a los de menores ingresos
El consumo per cápita de las gaseosas en Colombia es de 52 litros por año, o 140 mililitros al día, eso es cerca de 2,5 granos de azúcar diarios o 50 calorías de las 2.000 que recomienda la OMS. El movimiento de las bebidas de este tipo volvió al dilema de los impuestos, luego que el ministro de Hacienda designado, José Antonio Ocampo dijera que se gravarán en la próxima reforma tributaria así como algunos alimentos procesados.
En Inside LR, el director del Dane, Juan Daniel Oviedo, habló sobre el tema, pero explicó cómo desde la estadística se ve que una mayor carga a gaseosas o alimentos procesados, que son parte de la canasta familiar, y además ya tienen IVA, perjudicaría especialmente a los hogares de menores ingresos.
¿Un impuesto a las gaseosas no se vería como una mayor carga a los productos básicos de la canasta familiar?
Es un debate importante y no podemos estar en el maniqueísmo de salud pública y el concepto de la regresividad del consumo de este tipo de alimentos procesados o bebidas azucaradas. En términos de salud pública está demostrado que las medidas tributarias pueden generar una externalidad positiva, es decir, desincentivar el consumo. Pero debemos reconocer dos cosas: primero, que los alimentos tienen un elemento regresivo; 25% del presupuesto de un hogar promedio en Colombia se va a alimentos, casi 19% a los que nos comemos en la casa y el resto por fuera de ella. Cuando vamos a los hogares pobres ese peso es de casi 32% y en esos hogares el consumo de bebidas azucaradas y de alimentos ultra procesados tiene un peso relativo más importante dentro de su presupuesto.
Es decir, ¿el impacto es en los sectores con menos recursos?
Recordemos que uno de los causantes más importantes de la pobreza multidimensional en Colombia es la ausencia del acceso a fuentes de agua mejorada. Casi 40% de los hogares del país tienen privaciones por no tener acceso a fuente de agua mejorada para cocinar los alimentos. ¿En esos escenarios cuál es el sustituto más perfecto al líquido preciado para beber?: una bebida azucarada que puede durar meses o años almacenada y no se altera.
Hay unas condiciones socioeconómicas del país que ponen a este impuesto, que tiene un propósito importante de salud pública, tener unas condiciones específicas para el caso de Colombia.
Es diferente hablar de este impuesto en países europeos y nórdicos, en donde todo el mundo tiene acceso al agua. Es diferente esta discusión en un país en que 40% de los hogares tienen privaciones asociadas a la ausencia de fuentes de agua mejorada. Hay una regresividad y hay un mayor peso que cargan los hogares en situación de pobreza en el consumo de bebidas azucaradas. Es una regresividad de uno a cuatro: las bebidas azucaradas tienen un peso que es cuatro veces más importante dentro del presupuesto de los hogares pobres que el peso que tienen dentro de los hogares de ingresos altos.
¿Esos son los resultados que ven con base en medición de canasta familiar?
Es una medida sensible y como Dane tenemos la seguridad de que tenemos la medición de peso de las canastas, la vulnerabilidad de acceso a fuentes de agua mejorada, y tenemos en la encuesta de Calidad de Vida perfiles de consumo de bebidas azucaradas de cinco años o más.
Están todas las herramientas para que la implementación del impuesto, que es una voluntad explícita del ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, tengan unas medidas compensatorias que puedan garantizar que la mayor carga tributaria que tengan que pagar los hogares en situación de pobreza no se convierta en mayor gasto, sino en una sustitución frente a otras fuentes de tener estos líquidos, o unos incentivos a la sustitución a otras fuentes de alimentación distintos a alimentos ultraprocesados.
Desde el Dane creemos que está toda la información para que pueda darse una solución para implementarse ese impuesto en Colombia.
¿En términos numéricos cómo es ese consumo?
En microeconomía existe el concepto de la “Preferencia revelada”, herramienta con la que los hogares nos dicen qué comen y en qué gastan su presupuesto. En la canasta familiar se definen patrones de consumo objetivos y dentro de los patrones vemos que las bebidas azucaradas están dentro del rango de frecuencia que las llevan a ser incluidas en la medición de la inflación, y las carnes procesadas también entran dentro de la medición de la inflación con una regresividad de uno a cuatro, y de uno a dos para carnes procesadas, como salchichas, jamón, mortadelas.
EL PERFIL
Juan Daniel Oviedo es director del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) desde 2018. Es economista de la Universidad del Rosario y cuenta con un doctorado en esta área de la Universidad de Toulouse, en Francia, donde también hizo una maestría en economía matemática y econometría. Se ha desempeñado como docente y ha sido asesor externo de la Superintendencia de Puertos y Transporte, la Superintendencia de Subsidio Familiar, la Comisión de Regulación de Comunicaciones y el Ministerio TIC, entre otros.
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