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Entre las alternativas hídricas ante bajo nivel de embalses, podría ser útil las aguas debajo de la tierra, pero su uso es difícil
El volumen útil de los embalses está en un rango preocupante. Con el punto crítico en 27%, la búsqueda de alternativas hídricas es una necesidad, independientemente de las lluvias y de la disminución del consumo promedio de los ciudadanos.
Según el Estudio Nacional de Agua de 2022, realizado por el Ideam, 70% del agua disponible es subterránea. Sin embargo, aprovecharla es una tarea compleja. La Sociedad Colombiana de Geología, SCG, señala que falta información sobre estas fuentes, a pesar de que 25% de la población, correspondiente a 175 municipios, depende total o parcialmente del recurso hídrico.
En una publicación del Periódico de la Universidad Nacional, el profesor Fernando Helí Romero Ordóñez, explicó que el agua subterránea se almacena en los espacios y grietas de las rocas debajo de la superficie terrestre. Aunque no la veamos, está ahí, fluyendo hasta llegar a ríos y lagos.
Pero hay un detalle, en Colombia no hay registro nacional, y si bien los pozos registrados están cercanos a los ríos Cauca, Magdalena y Orinoco, más de la mitad de estos están expuestos a la contaminación.
Romero dice que 57,07% del total informado representa los aljibes, que son pozos hechos de piedra seca y con buen estado de conservación, con el propósito de almacenar agua procedente de lluvias. En cambio, 26,24% del agua subterránea son pozos profundos.
Marcela Jaramillo Uribe, docente del pregrado en geología de la Universidad Eafit, comentó en un artículo de la institución que “cuando el río lleva mucha agua se la entrega al acuífero con el que está en contacto y estos se la devuelven en tiempos en los que el nivel del río desciende”.
Según la Secretaría de Ambiente, Bogotá cuenta con 521 pozos registrados, pero solo hay 63 pozos activos en seguimiento ubicados a lo largo de las localidades, aunque con un foco cerca del Humedal de Torca, en el norte de la ciudad.
La norma establece que la ciudad puede consumir hasta 4,78 millones de metros cúbicos de agua subterránea en el área urbana, aunque tiene concedidos 5,68 millones de metros cúbicos. Sin embargo, en 2023, solo consumió 2,27 millones de metros cúbicos, es decir, extrajo menos de la mitad de lo concedido.
Romero señaló que tanto los aljibes como los pozos profundos tienen posibles contaminantes, lo que restringe el uso de la tierra de la superficie y el mismo recurso hídrico. En principio, están los factores urbanos como la incorrecta disposición de los residuos industriales y comunitarios, como los rellenos sanitarios y las aguas residuales. En las áreas agrícolas, la contaminación estaría por los incendios, la tala de árboles, el uso incorrecto de herbicidas, abonos y pesticidas, y en cuanto a los compuestos orgánicos, los hidrocarburos.
Fabio Andrés Bernal Quiroga, subdirector de hidrología del Ideam plantea un enfoque cauteloso y metódico para considerar el cuerpo de agua como un recurso alternativo. Sugiere la necesidad de realizar diagnósticos del pozo, pruebas de bombeo y de calidad, y revisar la información hidrogeológica disponible. Además, enfatiza la importancia de los históricos de monitoreo para determinar la viabilidad.
48% es el volumen consumido de aguas subterráneas en el área urbana de Bogotá, respecto a la meta planteada.
Sin embargo, Bernal ve esto como una opción potencial que requiere un diagnóstico de viabilidad. Sin embargo, advierte sobre la necesidad de un análisis más detallado. Su objetivo es evitar repetir errores del pasado, donde las expectativas descontroladas llevaron a intervenciones no sostenibles o inversiones a corto plazo.
Por ahora, las medidas alternativas del Gobierno se enfocan en facilitar la disponibilidad de gas natural, maximizar la generación de energía renovable e incentivar un uso eficiente de la demanda con beneficios para los usuarios que ahorren y multas para grandes consumidores.
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