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La Habana ya fue escenario entre 2012 y 2016 de las conversaciones que culminaron con el acuerdo de paz alcanzado entre el Estado colombiano y las Farc
El presidente electo de Colombia, Gustavo Petro, le pidió a Cuba que sea sede de un eventual diálogo de paz con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), la última guerrilla reconocida en el país, del mismo modo que acogió las negociaciones que terminaron en los acuerdos con las FARC en 2016 por los que la organización se integró a la vida civil.
Petro informó que le transmitió al pedido al embajador de Cuba en Bogotá, Javier Caamaño, después de un encuentro que el mandatario electo mantuvo con diplomáticos de América Latina. ”Hemos hablado con el embajador sobre en el reinicio del protocolo suspendido de tipo diplomático que permite la continuidad de los diálogos con el ELN allí”, expresó.
En diálogo con periodistas de medios locales, Petro agregó que el gobierno de La Habana será el que diga si quiere mantenerse como anfitrión y admitió que a Cuba “no le fue bien porque entonces lo convirtieron en la excusa para una ofensiva diplomática", en referencia a las críticas que recibió el Ejecutivo cubano por acoger las pasadas conversaciones.
Cuba fue escenario entre 2012 y 2016 de las negociaciones de paz entre el gobierno del entonces presidente Álvaro Uribe y las autodisueltas FARC, por lo que Petro considera que la nación caribeña debe tener prioridad para una eventual instancia similar con el ELN. Ya en 2018, La Habana también fue sede de los primeros acercamientos entre el Estado de Colombia y el ELN, en esa ocasión durante el gobierno de Juan Manuel Santos.
El presidente electo precisó que también invitó al gobierno de Noruega a desempeñar el rol de garante, como ocurrió con el proceso con las FARC, aunque dejó abierta la posibilidad a que este papel también puedan cumplirlo otros países, entre ellos España, que expresó "disposiciones alrededor de ayudar el proceso de paz colombiano", según expresó.
“Si el gobierno de Noruega quiere mantener su papel de garante, que lo era, eso se puede abrir a otros países", indicó el presidente electo, y agregó que España manifestó su intención de "ayudar al proceso de paz colombiano", al igual que Chile. En esta línea, convocó a "toda América Latina, porque al final lograr éxitos en disminuir sustancialmente la violencia en Colombia.
La definición de Petro sobre la sede significa, al menos en primera instancia, descarta la oferta que el presidente de Chile, Gabriel Boric, le hizo ayer a la vicepresidenta electa, Francia Márquez, para acoger el diálogo con el ELN en el marco de la gira que la lideresa realiza por América Latina.
Petro explicó que “dialogar con el ELN es un primer objetivo que automáticamente traería menos violencia en Colombia”, aunque aclaró que “la complejidad del proceso va más allá", esto en último en referencia a otro grupos armados que actúan en Colombia, como los carteles del narcotráfico y los paramilitares.
Hace varios días, el designado canciller, Álvaro Leyva, confirmó que “habrá diálogo” con grupos ilegales, que recientemente enviaron una carta en la que pidieron sentarse a hablar con el gobierno de Petro. En el texto, firmado por cerca de 50 organizaciones, los grupos se comprometieron en forma unilateral a un cese de la violencia desde el día de la asunción del nuevo mandatario, que será el domingo 7 de agosto.
Apenas Petro ganó la segunda vuelta, a fines de junio pasado, el ELN hizo saber que estaba dispuesto a encarar conversaciones. El grupo insurgente, después de conversar con la administración de Santos, cortó el diálogo con su sucesor, Iván Duque, que quiso imponer nuevas condiciones que la guerrilla no aceptó. Instancia de negociación que se quebró definitivamente con el ataque del ELN a la Escuela de Cadetes de Policía General Santander, en Bogotá, que dejó un saldo de 23 muertos y 100 heridos, en enero de 2019.
"Tengo un reto ambicioso y la realidad es que hay miles de hombres armados bajo diferentes agrupaciones, todas ligadas al narcotráfico. Proponemos un desarme para lo que queda de la vieja insurgencia, un diálogo político rápido, y ahí incluyo al ELN y a las disidencias de las FARC, que se forjaron porque Duque saboteó el acuerdo de paz, y ese acuerdo debe cumplirse", declaró el líder del Pacto Histórico en enero de este año.
Tras la elección de Petro como el primer presidente de izquierda de Colombia, el ELN ratificó su voluntad de retomar el diálogo. En un comunicado firmado por el actual jefe de esta guerrilla, Eliécer Herlinto Chamorro, alias "Antonio García", la organización se mostró dispuesta a "reanudar las conversaciones de paz con el nuevo gobierno para que sus resultados traigan la paz con justicia social para toda Colombia".
Además de la convocatoria al diálogo, Petro ya ha dado pasos concretos. Uno de ellos ha sido la designación del defensor de derechos humanos Danilo Rueda como próximo Comisionado para la Paz, un cargo clave para los acuerdos firmados en 2016 con las ex-FARC y de cara a las negociaciones con el ELN y otros grupos armados. Rueda fue director de la ONG Comisión Intereclesial de Justicia y Paz, una organización que expone casos de violaciones a los derechos humanos.
Aunque conocido desde finales de los años noventa entre las comunidades que sufren la violencia, Rueda saltó a los titulares en abril pasado, cuando protagonizó uno de los momentos más difíciles de la campaña electoral de Petro. Fue cuando visitó, junto a Juan Fernando Petro, el hermano del mandatario electo, la cárcel de La Picota. Allí se reunieron con algunos sentenciados por casos de corrupción y paramilitarismo.
Rueda explicó que las reuniones son parte de su trabajo: “Desarrollamos una dinámica de conversaciones extrajudiciales con diversos actores que han tenido responsabilidad en la violencia para generar una confianza que pretende construir el escenario de la verdad”, explicó.
Desde la ONG que dirige ha intervenido en los procesos de desmovilización de las organizaciones paramilitares y guerrilleras, un trabajo que le ha valido amenazas y persecuciones. Su designación ha sido saludada, por ejemplo, por la Misión de Apoyo de la OEA para el Proceso de Paz. Además estuvo cerca al proceso de paz que se lanzó en La Habana, iniciativa que permitió el desarme de las FARC, pero también lideró misiones humanitarias para escuchar las condiciones en las que se están detenidos jefes paramilitares extraditados en Estados Unidos.
Según los analistas locales, el nombramiento de Rueda es un nuevo golpe al uribismo, lo mismo que la designación de Velásquez como ministro de Defensa. Dos dirigentes comprometidos con los derechos humanos y el proceso de paz, lo que previsiblemente ha disparado las críticas de la derecha, que se opone a cualquier posibilidad de diálogo con los grupos armados.
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