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Román Abramóvich cambió la historia del Chelsea, pero un grupo de millonarios maneja el balompié europeo
“El Ferrari, la mansión, el yate, la esposa modelo... y el club de fútbol. Comprarse 11 jugadores más sus complementos es el deseo que muchos multimillonarios se conceden con la excusa de ser grandes amantes del deporte”.
Así retrataba hace varios años un artículo de Vanity Fair la realidad de un fútbol cada vez más globalizado, pero también dependiente de un puñado de millonarios de diversos orígenes, principalmente rusos, americanos y jeques árabes.
Aunque la lista de magnates en la Premier League es amplia, el pionero fue Román Abramóvich, quien en 2003 se hizo con el control del Chelsea por US$185 millones de hoy, principalmente deudas de su anterior propietario, Ken Bates, quien lo había comprado por la suma simbólica de una libra.
Pero, ahora que la influencia rusa en Europa es mal vista por la invasión a Ucrania, y Abramóvich se encuentra en retirada por su cercanía a Vladímir Putin, el dueño del Chelsea cedió el control del último campeón de la Champions League a una fundación, aunque se especula que lo vendería a un grupo de inversionistas encabezado por el suizo Hansjörg Wyss, cuya fortuna supera los US$ 5.500 millones.
Según medios alemanes citados por el diario deportivo As, de España, detrás del multimillonario suizo hay un consorcio de Estados Unidos, conformado por tres hombres de negocios. Wyss también es conocido por su labor filantrópica, siendo una de las personas que más dona del mundo a través de sus fundaciones caritativas con activos de más de US$$1.600 millones.
Otro caso interesante es el de la familia Glazer, de Estados Unidos. Con un patrimonio superior a los US$4.700 millones, Malcolm Glazer paulatinamente tomó el control del Manchester United entre 2003 y 2005 en una operación que superó los US$900 millones.
Sin embargo, el ya fallecido magnate, que en ese momento era dueño de los Tampa Bay Buccaneers, se endeudó para comprar al club y lo puso como aval, algo que nunca le perdonaron los hinchas.
Tal como lo recoge una nota de la BBC, Glazer se ganó más enemigos que amigos en el Manchester United y él mismo nunca se involucró con los colores de un equipo al que le acusaron de ver sólo como una fuente de ingresos. Y por esa misma animadversión que le tenían los fanáticos, cuando falleció, en 2014, "no hubo procesiones por las calles de Manchester como las que siguieron al fallecimiento del gran futbolista del equipo George Best, en noviembre de 2005".
A la lista de clubes con influencia extranjera en la Liga Inglesa, se sumó el año pasado el Newcastle United, adquirido por el Fondo de Inversión Pública de Arabia Saudí, controlado por Mohamed bin Salmán, el príncipe heredero de ese país vinculado con el asesinato del periodista disidente Jamal Khashoggi, en Estambul.
Y aunque la influencia de los magnates en el fútbol ha ido más allá del Reino Unido, países como Alemania han tomado la decisión de evitar que inversionistas extranjeros adquieran una participación mayoritaria en cualquier club, según el portal Goal.
“La regla 50 + 1 de la Bundesliga alemana significa que ningún individuo ruso puede convertirse en propietario absoluto de un club”, señala el medio al destacar que en España, Italia, Portugal y Francia, existen menos restricciones para los inversionistas extranjeros, como lo confirma el caso del PSG, en manos cataríes.
En un reciente artículo, el portal PlanetSport menciona tres oligarcas rusos -menos conocidos que Abramóvich- que son propietarios de otros equipos europeos. Ellos son:
Maxim Demin, quien es propietario del Bournemouth en su totalidad desde 2019. “Inicialmente compró 50% del equipo en 2011 y lo aumentó a 100% dos años después. Luego vendió 25% a una firma de inversión en 2015, antes de recuperar el control total en 2019. Se estimó en 2020 que tenía un patrimonio neto de US$1.100 millones, y lo más destacado de su propiedad para Bournemouth fue el ascenso a la Premier League en 2015”.
Dmitry Rybolovlev es propietario del A.S. Monaco, donde jugaron James Rodríguez y Juan Fernando Quintero, a través de un fideicomiso a nombre de su hija Ekaterina.
“Rybolovlev, que en 2021 tenía un patrimonio neto de US$ 6.700 millones, compró su participación en el club en diciembre de 2011 y, en la década siguiente, el equipo se coronó campeón de Francia tras ascender desde la segunda división. También ha terminado segundo en la Ligue 1 en dos ocasiones, en 2014 y 2018, además de ser subcampeón de la Copa de Francia en 2021 y del Trofeo de Campeones en 2017 y 2018”.
El tercero es Valeriy Oif, propietario de Vitesse Arnhem, un desconocido club de Países Bajos, que terminó cuarto en 2020/2021, aunque el citado medio advierte que hay poca información sobre su riqueza.
A futuro, los magnates -que usan al fútbol para alimentar sus egos, lavar sus fortunas mal habidas y porque a algunos en realidad les gusta- tendrían las cosas más difíciles si se aprueba un proyecto de la diputada Tracey Crouch, que busca imponer 47 medidas para "salvar" el fútbol inglés. De ser aprobado, los aficionados tendrían derecho a vetar a nuevos propietarios y se crearía un regulador independiente para la Premier.
Crouch fue ministra de Deportes hasta 2019 y está obsesionada con cambiar el modelo de negocio del fútbol inglés. Por ello, la diputada tratará de que su reforma se lleve a cabo este mismo año y entre en vigor la próxima campaña, 2022-23, a pesar que algunos propietarios de clubes ingleses califiquen sus medidas como "maoistas", según el diario As.
Y aunque los grandes clubes de España se ha mantenido prácticamente al margen del fenómeno, el presidente de La Liga, Javier Tebas, sigue insistiendo en el daño que haría la creación de la Superliga promovida por el Real Madrid y el Barcelona.
Recientemente, en el "Business of Football Summit" que organiza el Financial Times, dijo que los promotores de la Superliga mienten más que Putin.
"Hace poco hubo una reunión en la casa de Andrea Agnelli (de la Juventus) para hablar del proyecto de la Superliga, de una Liga continental con dos categorías, en donde las Ligas nacionales sirvan para clasificar. Los grandes estarán presentes de una u otra manera. Para mí es un insulto, porque hacen mucho daño. Y harían mucho más daño. Florentino Pérez dijo en el Chiringuito que quería estar al mando, que no quería que nos preocupáramos y que daría mucho dinero para solidaridad. Lleva años diciendo esto...", según recogió As.
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