Tal vez para muchos sea cuestión de rutina, pero detrás de cada plaza de mercado, mayorista o minorista, hay todo un movimiento, quizás imperceptible para el común de la gente, pero muy representativo para las economías locales. Para la muestra varios botones.
Medellín tiene diversas plazas de mercado de envergadura, entre ellas Minorista, placita de Flórez, Campo Valdés y La América. Estas tienen como características que su dueño es Empresas Varias de Medellín (Emvarias) -firma que está en el proceso de pasar a ser filial del Grupo EPM- y que se constituyen en especie de plazas satélites de la Central Mayorista de Antioquia, uno de las más grandes puntos de abastos del país, tal vez el segundo después de Bogotá.
Entre sus clientes están las plazas de mercado, compradores independientes, minoristas, instituciones, amas de casa y comerciantes de diversas regiones como Chocó, Santanderes, Costa Atlántica, Bogotá y Eje Cafetero.
Según datos de la Central Mayorista, que fue constituida en 1971 con 180 locales en pleno centro de Medellín, al año se mueven 3,24 millones de toneladas de alimentos, que se traducen en 9.000 diarias. El crecimiento de las plazas de mercado está ligado a la dinámica de las ciudades y Medellín no fue la excepción. Aunque fue un incendio el que sacó a la Central Mayorista del centro para Itagüí, en este espacio logró su expansión.
En 1987 empieza a operar bajo la modalidad de propiedad horizontal, fue la primera del país en dar este paso, y entran los comerciantes a convertirse en copropietarios. El 88% de esta central de abastos es privada. El restante está en cabeza del Municipio.
Hoy tiene 1.500 locales, 1.200 comerciantes -cada uno genera unos 7 empleos- y 31 bloques, incluida una nueva construcción que presta servicios complementarios. “Ingresan más de 55.000 personas diarias y tenemos un tráfico de unos 22.000 vehículos por día”, dijo el gerente de la entidad, Javier Ramírez.
La Central se abastece de productos de casi todas las regiones del país y también tiene una cuota importante de importaciones que realizan los mismos comercializadores.
De las 3,24 millones de toneladas que mueve anualmente, un 30% es traído de Argentina, Perú, Holanda, Estados Unidos, Canadá y hasta de China y Vietnam, representado en frutas, arroz, fríjol, maíz, ajo y jengibre, entre otros, que entran a atender una demanda de alimentos que no encuentra en el territorio nacional producción.
Sin embargo, desde allí también se exporta a Venezuela, Centro América y algo a Estados Unidos y a Europa. Pero en todo caso este movimiento es menor a lo que se importa.
Un ejercicio que ha hecho la central mayorista son las giras nacionales con los comerciantes en busca de nuevos proveedores nacionales que les permita, en caso de algún tema puntual coyuntural, como un invierno, plagas o, como es lo vivido en el país, un paro agrario, tener la plaza abastecida y precios estables para no depender de unos pocos.
Sin embargo, en esta parálisis agropecuaria la central mayorista reportó alzas entre 20% y 30% en varios alimentos por incrementos en los fletes, que se trasladó al consumidor, y la menor oferta de productos provenientes de los departamentos más afectados por bloqueo de vías y conflictos de orden público.
Las opiniones:
“Las centrales de abastos están organizadas. La parte débil de la cadena de los perecederos está entre el productor y el mayorista porque no hay conglomerados de carga”, Andrés Felipe Santos, profesor de la Univesidad del Rosario.
“Las centrales mayoristas y las plazas de mercado se han convertido en unos agentes dentro de la dinámica económica y son un eslabón del comercio”, Carlos Osorio, analista.
“La Central Mayorista de Antioquia tiene un movimiento diario de más de 55.000 personas y de 22.000 vehículos, entre los que entran y salen”, Javier Humberto Ramírez, gerente de la Central Mayorista de Antioquia.
La cifra:
88% de la Central mayorista de Antioquia es privada, propiedad de los comerciantes.
