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Los empresarios recibieron la orden 'José Gutiérrez Gómez', como máxima distinción para reconocer a quienes se distinguen como forjadores del sector productivo
El séptimo Congreso Empresarial Colombiano de la Andi cierra con un doble broche de oro: el reconocimiento a la trayectoria de los empresarios Carlos Julio Ardila Gaviria y Daniel Haime Gutt.
"Este honor me lleva a agradecerle a los más de 45.000 colaboradores de la Organización Ardila Lülle. COn una premisa que nos ha acompañado: servir a Colombia", dijo el empresario Carlos Julio Ardila, el primero en recibir el reconocimiento.
"Es uno de los momentos más especiales de la Asamblea, el reconocimiento que hace la Junta a dos personas", dijo el presidente de la Andi, Bruce Mac Master, al introducir el emotivo momento.
La Orden al Mérito Empresarial “José Gutiérrez Gómez” se estableció como máxima distinción otorgada por la Andi, con el propósito de reconocer y exaltar a las personas y empresas que se distingan como forjadoras y servidores del sector productivo y del país.
Refiriéndose a la coyuntura de cambio del gobierno, el empresario hizo un llamado por "la estabilidad que proteja la capacidad de generar empleo y oportunidades. La garantía de cuidar el respeto por la propiedad privada. La posibilidad de fortalecer una economía de mercado con criterios de prosperidad".
Nacido en Cali, Valle del Cauca, casado con la señora Patricia Escallón de Ardila, es padre de Juan Carlos, Felipe y Mauricio. El empresario es el hijo de Carlos Ardila Lülle y Eugenia Gaviria de Ardila.
Como destacó la Andi, Carlos Julio Ardila cursó estudios en EE.UU. en B.S.B.A., Georgetown University. Realizó un MBA en la University of Miami y cuenta con estudios de civilización francesa en la Universidad de París. Forma parte de las juntas directivas de reconocidas empresas, como lo son: Avianca, Postobón, Ingenio Del Cauca, Cervecería Leona, Central Cervecera, RCN, Deutsche Bank Latam.
Ardila es presidente del grupo empresarial de la Alianza del Pacifico, miembro del Foro Económico Mundial, miembro del Trust For The Americas, (OEA), miembro Council of The Americas, y miembro foro Iberoamérica.
Además, hace parte de las actividades cívicas como co-gestor del Festival Internacional de Música de Cartagena; es fundador del Hay Festival en Colombia, miembro de la Junta Directiva de Fides Colombia, y co-gestor de la Bienal de Arte de Cartagena.
Ardila concluyó con una invitación: "Avancemos con optimismo. Seguiremos trabajando con optimismo, porque tenemos un compromiso ineludible con la construcción de un futuro mejor.
La orden al Mérito Empresarial “José Gutiérrez Gómez” también se le entregó a David Haime Gutt, presidente en Cartagena de Serena del Mar.
Nacido en Bogotá, es un empresario de reconocida trayectoria, heredero de la visión de su padre Carlos Haime. Es Ingeniero Industrial de Lehigh University, con estudios de postgrado en contabilidad financiera de Wharton School of Business y alta gerencia de la Universidad de la Sabana; además, con estudios en estructuras corporativas en finca raíz de Columbia University.
En el sector inmobiliario, preside la operación de Inversiones Inmobiliarias Vendôme, firma que nació en 2007. Con esta, participó en el proyecto Gran Reserva del Salitre con la compañía Cusezar en donde se construyeron 5.000 viviendas. También, preside el desarrollo del proyecto La Felicidad, en el cual, se construyen 17.000 viviendas en todos los estratos y el gran Centro Comercial Multiplaza. En asocio con Celsia, creó CNC del Mar y con ella, el primer Distrito Térmico que abastece 1500 toneladas de frío al Centro Hospitalario Serena del Mar, conjuntos residenciales y al icónico Edificio de la Universidad de los Andes.
A continuación, el discurso completo de Carlos Julio Ardila:
La gratitud es esencial para la construcción de un mundo mejor.
Por eso, hoy que la Andi me confiere la Orden de Mérito Empresarial ‘José Gutiérrez Gómez’, inicio esta intervención con un mensaje de agradecimiento a mi familia, a mi esposa Patricia, a mis hijos, y en especial a la memoria de mis padres, Eugenia Gaviria de Ardila y Carlos Ardila Lülle.
Y, por supuesto, a todos ustedes amigos de la Andi. Este honor me lleva a agradecerles a los más de 45.000 colaboradores de las empresas pertenecientes a la Organización Ardila Lülle, una organización formada por la visión y el liderazgo de mi padre, y que hoy, con orgullo inmenso, tengo el honor de pertenecer bajo una premisa que nos ha acompañado por más de 70 años: servir a Colombia, un país que nos motiva a actuar con convicción.
Durante más de 200 años de nuestra declaración como República, el país ha avanzado. La Nación ha crecido bajo el manto de la democracia, ha tenido estabilidad política y ha superado momentos complejos marcados por la violencia y el dolor.
Nuestras instituciones se han regido por preceptos institucionales, orientados por la construcción de valor público y se han sostenido en el tiempo, posibilitando el ejercicio de poder mantener la conciencia sobre el respeto por los derechos fundamentales, la construcción de consensos para el bien común, y el sentido de libertad que promulga nuestra constitución.
Pero hoy estamos lejos de ser un país afín con la riqueza y potencial de nuestro territorio. Todavía tenemos mucho por hacer en el sector empresarial, y el sector es consciente de este reto. Desde quizá mediados del siglo XIX, como parte constitutiva del crecimiento del país, el empresariado le ha dado impulso al desarrollo social de Colombia y un tejido empresarial comprometido con la generación de valor social.
Sin duda, ha sido un acto heroico, y no exagero la palabra. Negar las visicitudes que los empresarios hemos afrontado sería tapar el sol con un dedo. Pero más allá de ese trasegar por momentos sinuosos, el compromiso y el interés de propiciar el desarrollo del país con gran vocación de servicio siempre ha estado por delante.
Ese ha sido el papel de fondo de los empresarios en Colombia. ¿Cuánto más podemos hacer los empresarios por Colombia?, la respuesta es mucho. Sí, mucho. Tengo el convencimiento de que esa es la respuesta que hubieran dado todas las personas aquí reunidas y los más de 470.000 líderes de empresas grandes, pequeñas y medianas existentes en el país.
Pero necesitamos un aliciente de fondo para avanzar por el camino que nos lleve a aportar más, mucho más. Ese aliciente es la confianza. La confianza afinca nuestro papel como empresarios y motiva seguir adelante con la construcción de un país estable y viable. Confianza para mantener una relación armónica con todos los estamentos de la sociedad, como el Gobierno, los poderes públicos, la sociedad civil, los trabajadores y las comunidades.
Confianza mediada por un justo balance de elementos sobre los que debemos llamar la atención, y que rápidamente me gustaría listar.
El primero de esos elementos es el respeto por los principios democráticos, lo cual constituye un marco de acción correcto, ponderado y asertivo que protege a la nación. El segundo, la estabilidad y seguridad jurídica necesaria para invertir con el criterio de equilibrio económico, social y ambiental.
Una estabilidad que proteja nuestra capacidad de generar empleo y oportunidades. El tercero, la garantía de cuidado y respeto por la sociedad privada, que permita contar con ese capital de trabajo necesario para realizar inversiones sostenibles de cara a la competitividad del país.
Y el cuarto, la posibilidad de fortalecer una economía de mercado creciente con criterios de prosperidad y sostenibilidad, para generar valor a los grupos de interés, lo cual continuaría cada vez más nuestra vocación de construir desde propósitos superiores.
Ahora bien, me atrevo a dar un consejo a todos los que hoy nos acompañan para fortalecer ese compromiso del sector empresarial con el país.
Ese consejo es simple pero poderoso: avancemos con optimismo. Sin duda, el optimismo debe ser nuestro mayor aliciente. Ese es mi consejo para avanzar y prosperar. Hagamos que nuestro liderazgo empresarial esté cargado de optimismo.
En 2003, la Andi le confirió a mi padre el reconocimiento que hoy recibo. Él se sintió profundamente honrado, incluso manifestó que se trataba de un momento de realización y cristalización de un sueño que se propuso por forjar el bien de su país. Un empresario comprometido con Colombia, trabajando por una Colombia incluyente, dando impulso a la educación, a la salud, a la cultura, al medioambiente y el deporte entre otras causas, sus palabras estuvieron llenas de optimismo.
Hoy las retomo para reafirmar la importancia de ser optimistas. Seguiremos trabajando con entusiasmo, porque tenemos un compromiso ineludible con la construcción de un futuro mejor para un país que se lo merece. Muchas gracias.
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