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La empresa de minería busca fortalecer un corredor biológico entre la Serranía del Perijá y la Sierra Nevada de Santa Marta con áreas en las que se ha extraído carbón
Las empresas de minería son una de las que más suelen ser cuestionadas en su gestión ambiental, con críticas que, muchas veces, recaen en estereotipos. En empresas como Cerrejón, uno de los mitos que destaca sobre su reputación empresarial es el uso del agua.
Señalan que han sido catalogados de ser responsables de “secar el río Ranchería”, aunque el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) certificó que el caudal de este río aumentó en promedio 37% a su paso por la operación minera.
Durante una visita a Cerrejón, miembros de la organización explicaron, y se pudo observar, que el recurso hídrico no se utiliza para el proceso de extracción del carbón sino que el agua es destinada para controlar el polvo que se levanta durante el transporte del carbón y del material estéril.
Para este proceso se usa 85% del total de agua que emplea la empresa y es proveniente de la lluvia, mientras que 15% restante es agua potable y se destina a empleados, contratistas y comunidades ubicadas en el área de influencia.
Pero además de la gestión de agua y el monitoreo de calidad del aire con la que debe cumplir la empresa, también se están llevando a cabo procesos de restauración que forman parte de un proyecto ambiental que la presidenta de Cerrejón, Claudia Bejarano, ha denominado como “uno de los más ambiciosos”. Se trata del corredor biológico ‘Wüin Manna’ que tiene 25.000 hectáreas y se ubica entre la Serranía del Perijá y la Sierra Nevada de Santa Marta.
A la fecha, dentro de las acciones de restauración, se han transformado 4.600 hectáreas que años atrás fueron lugar de minería a cielo abierto para ahora ser un bosque seco tropical que adquiere status de zona protegida de conservación.
Para llevar a cabo este proceso, el mismo inicia desde el momento en que aún no hay minería, en ese momento se hace reconocimiento de suelos y relocalización de fauna, luego va una fase de preservación de suelos en la que se remueve y guarda la capa orgánica que luego de la operación minera será utilizada para rehabilitar las tierras que sean intervenidas.
Después se da inicio a la operación minera, y años después se devuelve el área a la dirección de gestión ambiental para iniciar la adecuación de tierras, ahí se reconfiguran los terrenos y se siembra pasto Buffel para darle paso a estabilización de suelos y se implementa la incorporación de especies arbustvas y arbóreas adaptadas al clima para proteger de la erosión.
A estos procesos ambientales se suma la desviación de 3,6 km del arroyo Bruno a 700 metros al norte, modificación ambiental sobre la que Bejarano dijo que “es importante mencionar que Cerrejón hizo el desvío para proteger la integridad del arroyo y evitar que, con el avance del tajo, se afecte el flujo del agua y los servicios ecosistémicos”.
Las actividades de minería van a llegar hasta el antiguo cauce, pero de allí no se extraerá carbón, por ahora el avance minero hacía la zona está en pausa siguiendo un fallo proferido por la Corte Constitucional.
Desde el inicio del proyecto se ha estado ejecutando un plan de compensación en el que se ha sembrado 33.600 árboles nativos en la cuenca alta y 12.00 en el nuevo cauce, mismo lugar en el que se ha identificado el nacimiento de 2.000 más.
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