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Hace una semana Susanita Posada estaba radiante. Después de 30 años de haber empezado a vender tostadas para sostener y educar a sus cuatro pequeños hijos, la Alcaldía de Medellín y el Concejo le otorgaron la medalla de oro al ciudadano ejemplar y la orden Juan del Corral.
Es que la historia de esta madre cabeza de familia es admirable: empezó a vender tostadas entre sus familiares y vecinos a $100 pesos el paquete, y hoy distribuye a nivel nacional en grandes cadenas. El año pasado facturó $11.700 millones y para 2013 quiere crecer hasta $13.500 millones.
Todo empezó cuando perdió a su esposo hace tres décadas. En la búsqueda de ingresos para su familia, la madre de Susanita le aconsejó que aprovechara su gusto por la cocina y preparara pan aliñado para vender. Así empezó a comercializar sus productos entre sus amigas, luego probó suerte en panaderías de barrio y tuvo tanto éxito, que uno de los panaderos se ofreció a ayudarle en la producción. A medida que fue creciendo, el negocio le fue exigiendo más inversiones.
“Este muchacho me dijo que teníamos que comprar un hornito, una batidora, un cilindro. Yo no veía cómo si no había plata, pero se consiguió vendiendo lo que tenía: vendí un cuadro que tenía en mi pieza en $70.000 y eso fue el hornito, el horno grande fue con el anillo de matrimonio y una pulsera con monedas de oro que me había dado mi papá, todo lo vendí en $231.000. Además me metí en todas las deudas del mundo. Cuando después logré sacar una licencia de sanidad, empecé a vender en los Confama en Medellín”, recuerda Susanita.
Pero el ingrediente de esta cadena que finalmente le dio el impulso para crecer fue un contrato que ganó para distribuir sus productos en Almacenes Éxito. El primer pedido fue de 100 paquetes, y aunque en un principio vio difícil cumplir con la meta, finalmente logró hacer la entrega y esa empresa se convirtió en su cliente más importante. Durante años Éxito le compraba cerca del 50% de su producción.
La gerencia de su hijo
Sin embargo el conflicto armado también golpeó a Susanita. Hacia mediados de los años 90 fue víctima de una extorsión que afectó no solo sus finanzas sino también su estado anímico. Según cuenta, fue un golpe tan duro como la partida de su esposo.
Su hijo Andrés Peláez, quien es Ingeniero de Producción y trabajaba en esa época con Noel y Zenú, decidió dejar su trabajo y tomar las riendas de Tostaditos Susanita. Su labor fue tecnificar los procesos, subir la productividad de la empresa y empezar a comercializar los productos con otras grandes cadenas del país.
Ahí tomó un nuevo aire y se convirtió en una empresa que empezó a facturar miles de millones de pesos al año. Hoy, además de los $13.500 millones que aspiran vender al finalizar 2013, tienen un plan de inversiones de $1.200 millones en los próximos cinco años. Además quieren exportar sus productos para aprovechar los Tratados de Libre Comercio que está firmando el país y le apuntan a los mercados de Estados Unidos y Centroamérica.
“Aunque ya estoy pensionada voy todos los días a la empresa a abrazar a mis empleados”, dice Susanita.
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