Darío Múnera, adiós a un gran empresario paisa

De algo que siempre se declaró orgulloso, fue de haber cerrado esa transacción, en el año 2005, por US$315 millones, una cifra superior a lo que arrojó el avalúo inicial de US$120 millones.

“Fue una venta obligada, pero a buen precio. Se discutió mucho con los accionistas, pero la empresa no tenía cómo mantenerse en el tiempo y era mejor asegurar su continuidad en manos de otros dueños”, justificó Múnera en declaraciones a El Colombiano años después de la negociación.

Ayer, en la madrugada, a sus 93 años, el empresario falleció en un centro asistencial de Medellín, donde estuvo internado tras varios días de un prolongado deterioro de su estado de salud. Le sobreviven su esposa Beatriz Toro Mejía y sus tres hijos Darío Alberto, Beatriz Eugenia y María Teresa.

Un gran señor

Jorge Mario Velásquez, presidente del Grupo Argos, se declaró admirado por la vida y obra de Darío Múnera. “Fue un hombre lleno de energía, dedicación, convicción y tesón. Me llamó la atención la capacidad que tuvo para negociar con la Philip Morris”.

También resaltó los valores del empresario, de quien dijo le dedicó tiempo a la docencia, al servicio público, al sector privado y a los gremios.

Velásquez resaltó que parte del origen de lo que hoy es Celsia, filial de energía del Grupo Argos, está ligado a la obra de Múnera, quien fuera presidente de la Compañía Colombiana de Inversiones (Colinversiones), de cuya transformación surgió la empresa que hoy está dedicada a la generación de energía.

Por su parte Juan Camilo Quintero, gerente de la Andi en Antioquia, expresó que el doctor Múnera fue un hombre de grandes principios, carácter y decisión. “Fue un gran empresario, que marcó historia para Antioquia y Colombia, por todos los aportes que hizo a la industria nacional y en especial por su desempeño al frente de Coltabaco”.

A su turno, José Alberto Vélez, expresidente del Grupo Argos, también exaltó el ejemplo y liderazgo que por años ejerció Múnera en los círculos empresariales de Antioquia.

“En 2004, cuando Nicanor Restrepo (q. e. p. d.), se retiró de la presidencia de Sura. El decano de la junta directiva era el doctor Darío, y yo le pedí que dijera las palabras de despedida. Lo que improvisó fue de una calidad y una sindéresis absoluta. Yo lo admiré mucho. Fue brillante”, recordó.

Vélez también resaltó la capacidad negociadora de Múnera. “Fue uno de los pocos ejecutivos que logró una transacción como la que logró él, con la venta de Coltabaco a Philip Morris, una operación que fue igualitaria para todos los accionistas”.

Revolucionario tabacalero

La serie 100 Empresarios, 100 historias de vida de la Cámara de Comercio de Medellín incluyó a Darío Múnera como uno de los dirigentes industriales más influyente del siglo 20 e inicios del siglo 21.
Sostiene que su nombre está asociado al de Coltabaco y lo definió como “Un revolucionario de la industria tabacalera”.

“Durante su presidencia entre 1976 y 2005, logró que esta diversificara sus actividades financieras y comerciales, lo que permitió a la compañía sobrevivir al creciente contrabando de cigarrillos de la década de 1980, al pago de altos impuestos, a la revaluación que abarató el precio de los cigarrillos importados, legales o ilegales, como también a la fuerte rebaja de precios dispuesta por las multinacionales que trajeron sus productos por la apertura económica en los años 90”, agregó.

Nunca se retiró

Allegados al empresario aseguraron que hasta hace poco atendió negocios particulares en una oficina que tenía en un edificio de El Poblado, lo que reflejaba la energía y gusto que tenía por el trabajo.

En conversación con El Colombiano, hace tres años, sus hijos dijeron que: “Pensamos que su retiro le iba a dar duro, pero al día siguiente que dejó Colinversiones madrugó, como siempre, esta vez a su oficina, a seguir atendiendo otros asuntos”.

A las diez de esta mañana, en la parroquia Santa María de Los Dolores de El Poblado, serán las exequias del hombre que tenía como consigna de trabajo en las empresas que dirigió: “La gente es lo primero, tanto los trabajadores para que tuvieran buenas condiciones, como los accionistas (...) siempre me asumí no como el presidente de una compañía, sino un empleado de sus accionistas”.