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Comerciantes de fuegos artificiales reportan que los ingresos superan los niveles de prepandemia, a pesar de las presiones prohibicionistas.
La semana pasada, el Tribunal Administrativo de Santander tumbó un decreto que expidió la Alcaldía de Bucaramanga para prohibir la venta y uso de productos pirotécnicos durante la temporada navideña. A pesar del fallo, el alcalde Juan Carlos Cárdenas no cedió: anunció que apelarían la decisión y declaró que “no está permitida la comercialización de pólvora en ningún establecimiento”. Ciudades como Medellín y Cali también han decretado prohibiciones similares. Por un lado están las campañas para evitar lesionados y afectaciones a los animales de compañía por el ruido; en la otra cara de la polémica, hay empresas que se dedican a esta labor.
El sector señala que 70% de las ventas de productos pirotécnicos ocurren durante el último trimestre del año, y 90% del negocio corresponde a compras de particulares, con el 10% restante dedicado a el segmento de espectáculos, según la Federación Nacional de Pirotécnicos (Fenalpi).
Pese a las medidas restrictivas, la venta de pirotecnia sigue boyante. Fenalpi estima que esta temporada de fin de año el sector tendrá ventas de $120.000 millones, incluyendo las reventas. Se trata de un incremento de 25% respecto a la temporada del 2021 y una cifra que supera las registradas antes de la pandemia. Juan Pablo Castro Castillo, gerente de Expopirotécnicos, prevé cerrar el año con un volumen de ventas de $1.500 millones: el triple que en 2021 y 50% más que en 2019. “El consumo de pirotecnia ha aumentado mucho a pesar de todo y de que los alcaldes ignoran la ley nacional”, afirma Castro.
La empresa El Vaquero, que lleva 70 años en el mercado, estima que sus ventas aumentarán 30%, alcanzando los $28.000 millones en el cierre de este año. Otro jugador en este sector es Industrias Hoffman, que proyecta ingresos de $50.000 millones y que, si bien no constituyen un aumento frente a 2021, suponen una cifra destacable para ellos, teniendo en cuenta que “los alcaldes siguen sacando decretos que afectan las ventas e incentivan la clandestinidad y la informalidad”, dice Hoffman Melo, gerente de la compañía.
Los productos pirotécnicos más demandados durante la temporada son las chispitas y las velas de cumpleaños; los volcanes y fuentes; las tortas; artículos detonantes como metralletas y culebrillas; y productos de juguetería como avioncitos y ‘pop-pops’. “Existen 350 artículos de pirotecnia formales en el mercado colombiano. De ellos, solo cinco son los causantes de la mayor cantidad de lesiones”, explica Carolina Carvajal, gerente general de El Vaquero.
Para evitar accidentes, los empresarios del sector recomiendan comprar en sus puntos de venta y seguir las instrucciones de los productos. “El problema es que hay pocos puntos de venta precisamente por la persecución. Esto genera que 80% de las ventas de artículos pirotécnicos se realice a través de canales informales. Son revendedores que ofrecen tanto productos formales, que son 70% de mercado, como los informales, que suponen más riesgos”, dice Carlos Carvajal, presidente de Fenalpi.
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