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Repsol, Royal Dutch Shell y Total están llegando a acuerdos para consolidar un modelo que va desde la plataforma de perforación a la estación de bencina.
Una estación de servicio en la calle de Alberto Aguilera en Madrid ofrece un vistazo al futuro. En ella, los clientes pueden recoger paquetes de Amazon y comestibles gourmet, dejar su automóvil híbrido compartido o tomar un café con leche mientras esperan que su vehículo eléctrico se cargue.
Aunque los autos que consumen mucha gasolina son bienvenidos, Repsol -la gran energética española que opera la estación- se prepara para un cambio global en el consumo de energía a medida que las personas se alejan de los combustibles más sucios. Esto está obligando a los gigantes de la industria energética a reimaginar sus negocios.
“La electricidad va a ser uno de los principales impulsores de los nuevos modelos bajos en carbono para todas las principales energéticas”, comentó Antonio Brufau, presidente de Repsol, en entrevista con Financial Times.
Repsol y sus rivales europeos, Royal Dutch Shell y Total, están llegando a acuerdos a lo largo de la cadena de suministro de electricidad -desde la generación hasta las estaciones de carga-, reflejando el modelo existente de “plataforma de perforación a la estación de bencina”. La penetración en el mercado de suministro de energía a los hogares, antes dominado por las compañías de servicios públicos, es donde ven el crecimiento futuro.
“Es una cobertura para estas compañías”, dijo Tom Heggarty, de la división de electricidad y energías renovables de la consultora Wood Mackenzie. “Existe una creencia de que necesitan evolucionar con el mercado para no desaparecer”.
Las estrategias
En su perspectiva energética a 2040, BP anticipa que casi un 70% del aumento en energía primaria será en el sector eléctrico, con la demanda de electricidad creciendo tres veces más rápido que la de otras fuentes de energía. Los vehículos eléctricos son una pequeña porción de la flota de automóviles mundial hoy, pero el segmento crece con rapidez.
La estrategia de Repsol ha involucrado invertir en una red de estaciones de carga rápida para autos eléctricos; establecer una empresa conjunta con Kia Motors de Corea del Sur; y realizar una adquisición de 750 millones de euros de los activos de gas y energía hidroeléctrica de la española Viesgo.
Shell también expandió su negocio de gas tras la adquisición de BG Group por US$50.000 millones. Adquirió First Utility, el proveedor de electricidad del Reino Unido, en febrero y ganó acceso directo a los consumidores minoristas de electricidad por primera vez, y también adquirió New Motion, una de las compañías de carga de vehículos eléctricos más grandes de Europa.
Para Shell, el gas no sólo desplazará al carbón y se hará más dominante en la generación de energía, sino también da un respaldo a las energías renovables en días nublados o sin viento. A medida que la electricidad crece en el consumo de energía, la compañía tenía que “involucrarse con eso si queremos ser un gigante energético”, sostuvo Maarten Wetselaar, director de gas integrado y de nuevas energías en Shell.
Los accionistas también han estado preparándose para una transición energética, preocupados de que el gasto en proyectos petroleros a largo plazo sea poco rentable a futuro, y cada vez más por las emisiones de gases de efecto invernadero y el calentamiento global.
Según un estudio del grupo ambientalista sin fines de lucro CDP, los grupos europeos como Total, Shell, Equinor, BP y Eni hasta ahora han realizado más inversiones en bajo carbono que sus rivales de EEUU, de China y de Rusia. De 24 firmas, los europeos clasifican como los mejor preparados para la transición a una economía baja en carbono.
Pero algunos inversionistas quieren que las petroleras manejen el declive de sus negocios concentrándose en generar efectivo en lugar de energía.
El cambio, sin embargo, está ocurriendo. Total ha dicho que es “alérgica” al concepto de servicios públicos, aun cuando está construyendo un negocio minorista de energía en Francia mientras elude el mercado regulado.
Mientras la generación de energía cambia “rápidamente” hacia un mercado más competitivo, Total se beneficiaría, opinó Philippe Sauquet, director del segmento de gas, renovables y energía de Total. “No tenemos activos y privilegios anticuados en este espacio. Podemos ser más eficientes. Podemos ofrecer mejores precios”, agregó.
Nueva relación
A diferencia de los servicios públicos tradicionales, con una relación unifacética con los clientes como proveedor de energía doméstica, Sauquet cree que los gigantes energéticos quieren interacciones múltiples. “Aunque los electrones debieran considerarse como una nueva materia prima, la forma en que se le entrega al cliente no lo es”, señaló. “Nosotros podemos ganar más dinero con los medidores inteligentes para monitorear el consumo y reducir las facturas, y con la carga de vehículos eléctricos”.
Pero algunos analistas ven diferencias entre ingresar a negocios adyacentes -como las estaciones de carga eléctrica en las redes minoristas de combustible- e ingresar en áreas en que no son líderes, como la generación de energía.
Es probable que firmas como el gigante eólico danés Orsted o la española Iberdrola, estén mucho más capacitadas para desarrollar proyectos de energía limpia; analizar datos de cómo y cuándo los clientes usan electricidad es más el campo de tecnológicas como Google.
Los gigantes petroleros también son reacios a gastar hasta no obtener ganancias. Los típicos rendimientos de la inversión (ROI, su sigla en inglés) en energía eólica o solar serían de 5% a 9% en comparación con más de 20% para los proyectos tradicionales de petróleo y gas, comentó Wood Mackenzie.Heggarty, de Wood Mackenzie, advirtió: “Los rendimientos simplemente no estarán en lo absoluto cerca a lo que ven en otras partes de su negocio”.
Aunque Shell ha dicho que planea gastar 80% de su presupuesto de US$ 2 mil millones para “nueva energía” en el sector eléctrico hasta 2020, sigue siendo una pequeña proporción del total de su gasto de inversión de capital de US$ 25 mil millones. Incluso Brufau de Repsol admitió que el dinero que se ha gastado en electricidad y en tecnologías limpias es “insignificante”.
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