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Isabelle Villadary, líder global de “My Child Matters”, destacó la importancia de hacer un diagnóstico precoz
A pesar de que en las naciones de ingresos elevados la tasa de curación del cáncer infantil alcanza un 80%, este porcentaje desciende a 20% en los países menos desarrollados. En América Latina y el Caribe, la tasa de recuperación se sitúa en promedio en 55%. Una de las iniciativas que hoy trabaja para mejorar estos índices, es “My Child Matters”, un proyecto de la Fundación S que dirige Isabelle Villadary, líder global del programa.
Esta fundación fue creada por Sanofi hace varios años. El objetivo es crear un futuro más saludable para las próximas generaciones y eso podemos dividirlo en cuatro áreas: la primera es mejorar la resiliencia de la sanidad al cambio climático. La segunda, la lucha contra las enfermedades tropicales desatendidas, en particular la eliminación de la enfermedad del sueño. La tercera, la ayuda humanitaria coherente y eficaz, donde se necesita, mediante la donación de medicamentos o vacunas en zonas vulnerables en caso de crisis. Y la cuarta, pero no menos importante, el compromiso en la lucha contra el cáncer infantil a través del nuevo programa “My Child Matters”.
Es un tema complejo, no es algo que pueda solucionarse de la noche a la mañana. Pero creo que ha tenido un gran progreso. Desde 2005, la Fundación ha conseguido apoyar a más de 140.000 niños con cáncer y cerca de 50.000 profesionales de la salud en 88 países. Concretamente, 11.000 niños han sido apoyados en América Latina y alrededor de 17.000 profesionales de la salud han sido entrenados.
Contribuir a los objetivos de la OMS, que es obtener una tasa de supervivencia mundial de 60% para 2030.
La razón es que cada niño muere de cáncer cada tres minutos en el mundo. Es decir, en el mundo 400.000 niños se enfrentan a un diagnóstico de cáncer cada año. Si hacemos una comparación entre los países de altos y bajos ingresos, vemos que hay una gran diferencia en el porcentaje de supervivencia, por lo que la fundación quiere darle a cada niño la misma oportunidad para sobrevivir.
Creo que se debe a la falta de políticas concretas o eficaces para hacer frente a la carga que supone enfrentar el cáncer. Y no se debe a una falta de voluntad porque, en muchos países, hay problemas de salud tan grandes y con una carga tan elevada, o problemas económicos tan importantes, que es muy difícil para los países establecer prioridades.
Somos una fundación filantrópica global, por lo que somos conscientes de que cada país tiene una situación y desafíos concretos. Por ahora, se han lanzado dos proyectos el año pasado con la Fundación Pohema para la mejora del diagnóstico precoz, y con la Fundación Valle del Lili para de las capacidades y herramientas de los cuidados paliativos para niños con cáncer.
Debido a que hay varios desafíos que enfrentar en Colombia, varias organizaciones presentaron distintos proyectos a lo largo del año. El problema es que no podemos mejorar todo a la vez ni dar pasos demasiado grandes, así que una de las mayores dificultades fue elegir dos proyectos entre los 60 presentados.
El tiempo es demasiado valioso, por lo que, finalmente, nos decidimos por el diagnóstico precoz. La Fundación Pohema nos presentó algunos de los estudios que realizó en Colombia, y se podría decir que el tiempo es uno de los puntos clave, ya que si se diagnostica el cáncer con mayor antelación, podría ayudar a incrementar la tasa de supervivencia o que los tratamientos sean más efectivos.
Ambas fueron seleccionadas porque daban respuesta a una necesidad local que realmente existe. Ellos sabían lo que había que hacer para enfrentar los desafíos que presenta Colombia. Las dos fundaciones presentaron reportes claros y directos en los cuales explicaban su objetivo y el impacto que querían alcanzar.
Colombia está contribuyendo a la generación de datos sobre la conservación de la infancia en todo el mundo. El país está inspirando a otras naciones, no solo de América Latina, a diseñar estos mismos proyectos y alcanzar los mismos objetivos. Esto ha generado una gran alegría porque lo que queremos es comunicar al resto sobre el cáncer infantil para que sean conscientes de que es necesario hacerle frente y que no es imposible, pero que debemos trabajar unidos.
Las nuevas tecnologías cobran gran relevancia en este aspecto, en el sentido de que son una gran herramienta para mejorar la formación de los profesionales sanitarios en el campo de la pediatría oncológica. Por ejemplo, la Fundación S está colaborando para establecer una plataforma dedicada a cursos de entrenamiento para pediatras de oncología.
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