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La cadena lanzará una tarjeta empresarial recargable.
Los más de 50.000 afiliados, 40 restaurantes y 1.000 pizzas gratis que se entregaron en el Club de Cumpleaños de Pizza Nostra, hicieron de la marca una leyenda desde su creación en 1975. Cientos de bogotanos hacían filas interminables para disfrutar de una comida que apenas se ponía de moda, pues de hecho fue la primera pizzería en abrir en el país, un paso que siguió Piccollo, abriendo su primer punto dos años después (1977).
Pero fue precisamente ese mismo crecimiento abrupto de Pizza Nostra, el que enterró su éxito. Aperturas sin clientes y una bola de nieve de préstamos bancarios hicieron que se exigiera su liquidación en 1998. Sin embargo, Rafael Cortés, quien adquirió una franquicia de la marca para Boyacá en 1993, fue quien evitó su extinción. Aunque por años la marca permaneció en su tierra, desde este mes la famosa muñequita Pizzy y los letreros neón, volvieron a aparecer en Bogotá.
Cortés habló sobre el regreso de Pizza Nostra y la meta de tener cinco locales a 2022.
¿Cómo nació la Pizza Nostra?
La marca empezó hace 45 años en Bogotá, la iniciaron Armando Tello y Fernando Luna. Era una empresa familiar, que tuvo una acogida muy rápida porque en ese momento la pizza no estaba de moda y ellos la pusieron. En menos de 20 años lograron tener casi 40 puntos en Bogotá, llegaron a Cali, Medellín y Barranquilla y se expandieron a Miami, Caracas y Santiago.
Era una empresa muy exitosa y por eso yo vine comprar una franquicia para Boyacá. Yo quería algo de talla nacional en mi pueblo y al principio ellos no querían porque preferían montar en otras ciudades, pero logré convencerlos y en 1993 abrí el primer negocio en Tunja. Nos fue muy bien y duplicamos las ventas que hacían aquí en Unicentro. Al año siguiente abrimos en Duitama y al siguiente en Sogamoso. Hoy tenemos nueve puntos: tres en Tunja, dos en Duitama, dos en Sogamoso, uno en Paipa y uno en
Villavicencio.
¿Qué pasó en Bogotá?
Cuando yo monté la Pizza Nostra me empezó a ir muy bien y en ese momento, los Tello estaban en expansión. Pero lo hicieron muy rápido y sin tener con qué. Les quedó muy duro empezar a pagar y los préstamos se les convirtieron en una bola de nieve.
La crisis más dura les llegó a ellos en 1998, cuando entraron en concordato y como ya no tenían cómo pagar, en 1999 la empresa entró en liquidación obligatoria. La Superintendencia de Sociedades la tomó, puso un gerente, una Junta Directiva, sacó a los dueños y empezó a administrar. Pero, a mediados de ese año vieron que estaba difícil pagar y decidieron cerrar los negocios sin que nadie se diera cuenta. Yo estuve de acuerdo, pero luego le pedí a Guillermo Fernández de Soto, que era el presidente de la Junta Directiva de Confecámaras, que me presentara a la junta liquidadora. Hablamos y accedieron a venderme el “know how”. Desde ahí soy el dueño.
Entonces, ¿por qué regresaron finalmente?
Queríamos volver, pero no lo habíamos hecho sabiendo que esta era la casa y que donde estábamos nos iba bien. Muchos clientes iban a Boyacá solo a comer y para nosotros era un orgullo que a la gente le encargaran: “Cuando vaya a Tunja, traiga Pizza Nostra”. Muchas veces nos propusieron que les vendiéramos franquicias, pero esto era para mis hijos. Ya Rafael y Aura María tomaron las riendas del negocio y nos dimos cuenta que era hora de explotarlo. Si esperábamos más, se nos iba la gente que nos reconocía y tocaba volver a contar el cuento. Un día vine a Bogotá, vi este local (carrera 15A #121-53), pensé que podía ser el sitio y nos han recibido muy bien. Yo nunca pensé que la gente quisiera tanto la Pizza Nostra aquí.
¿Qué cambios trae esta reapertura?
Uno de los recuerdos que tiene la gente es el Club de Cumpleaños, que en ese momento era un clásico porque se les daba importancia a los niños. Ellos venían con su carné y firmaban como si fuera una tarjeta de crédito. Creció tanto, que un día llegaban 300 personas y esto era una fila de gente recibiendo pizza gratis. Ahora pensamos iniciarlo de nuevo pero, por ejemplo, de uno a cinco años de edad, de cinco a diez y de diez a 15, de tal forma que cada uno reciba algo diferente a cambio del consumo. Lo estamos cuadrando y esperamos lanzarlo en uno o dos meses. Queremos hacer una tarjeta empresarial recargable, en alianza con dos o tres almacenes.
¿Cuál es la meta de ventas?
Para llegar a punto de equilibrio pensamos que son $100 millones, pero esperamos ventas por $150 millones al mes.
¿Tienen pensado abrir más puntos aquí?
Creo que es necesario, pero queremos que la empresa se estabilice. Lo que sí estamos buscando ahora es una locación para hacer domicilios, pero tenemos claro que hay que volver a Las Villas, la 72 y Modelia. Una meta lógica para crecer y reducir costos operativos es abrir cinco puntos en Bogotá, uno cada año.
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