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Así como pasa en los bancos, en las notarías o ante alguna empresa de servicios, en las universidades hay quejas por temas como el pago de derechos de grado
Las quejas de los universitarios no se quedan solo con los altos costos de la educación privada e incluso pública, sino también con procedimientos o cobros por papeleo o logística.
Algunas universidades no han migrado a la carga de documentos en sus propios sistemas digitales, lo cual obliga a que las personas no solo deban hacer filas, sino sacar espacio para entregar papeles físicos como fotocopias o impresiones.
Casi que de la mano al anterior punto, las universidades siguen exigiendo papelería física, solicitudes, reclamos, o mensajes a profesores, e incluso decanos deben quedar radicados en las secretarías de las instituciones, pero no en formato digital. Hasta un certificado de grado se reclama en ventanilla, y muy pocas veces se envía en PDF.
El pago de los de los derechos de grado es otro de los temas que deja en vilo al los estudiantes, pues en las instituciones privadas, estos pueden llegar a costar entre $647.000 y más de $1 millón, y se convierten en un impedimento para graduarse.
La Corte Constitucional estableció que “no se le puede negar la obtención del título a un estudiante, si ha cumplido con todos los requisitos académicos, pero que no se encuentra a paz y salvo con la institución”.
El pago por el material como fotocopias, es uno de los grandes absurdos. Aunque ha representado un negocio para los pequeños comerciantes con locales cercanos a las instituciones, la tecnología ve como alternativa tener algún material de lectura en alguna tablet o naturalmente el computador; pero algunos docentes no aceptan que esos documentos no lleguen impresos.
Las universidades deben adquirir mejores herramientas digitales que permitan los pagos de manera instantánea. Y va más allá de la factura de la matrícula que se puede hacer por un banco, pero si lo que usted necesita es cubrir una factura por algún servicio extra de la universidad, lo más común es que deba ser en una ventanilla presencial.
El momento de inscripción del horario académico es un dolor de cabeza para los estudiantes, es común que cada enero o julio las redes sociales tengan quejas sobre este punto.
En algunos casos, quienes tienen de 30 minutos a una hora aproximadamente para escoger en el sistema las materias a cursar el siguiente ciclo escolar, genera que después de ese límite no se pueda acceder a todas las asignaturas por el escaso tiempo. A ello se suma que los cupos en las asignaturas son limitados.
Aunque en 2008 hubo un proyecto de ley que buscaba tumbar las “clases de relleno” y no prospero, esto se asocia con las materias que deben ver las personas, pagar los créditos y no tienen que ver con la carrera.
Aunque las matrículas ya tienen quejas por los altos precios, especialmente en las universidades públicas, se suma el pago extra para un segundo o tercer idioma. Mientras los pregrados no incluyen inglés en ciertos casos, los estudiantes deben cancelar de más por esa clase.
En promedio, la práctica profesional necesita de seis meses, pero algunas universidades piden hasta ocho o 10 meses, por lo que los estudiantes deben buscar empresas que se acoplen a esos tiempos, eso cierra oportunidades de trabajar con alguna empresa que limita la pasantía a un semestre.
Varios estudiantes saben que deben estar puntuales a una clase de 6:00 a.m. o 7:00 a.m., el problema está cuando las clases se cancelan sin previo aviso, generan retrasos del cronograma académico y de la materia.
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