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La apertura real de cada sector se da siempre y cuando toda la cadena, desde el productor hasta el cliente, esté activa
Señor presidente Iván Duque Márquez
Respetuosamente me dirijo a usted, para comentarle sobre un panorama preocupante.
Algunos empresarios, con el inicio de la cuarentena, pronosticaron poder aguantar unos días, porque sus compañías tenían liquidez. Cada empresa, a pesar de estar en la misma tormenta, se vislumbraba en distinto barco. Con el paso de los días, la tempestad también empezó a afectar a la mayoría de las embarcaciones que parecían fuertes e invencibles. Muchos empresarios las han dejado a la deriva, mientras otros ven, con tristeza, como el Titanic de sus sueños se hunde lenta e inexorablemente.
Con esta catástrofe empresarial, para la que nadie estaba preparado, al igual que el Estado y el pueblo, las acciones de varios grupos económicos han perdido un alto porcentaje de su valor. Los bancos restringen los cupos, los intereses suben, la liquidez no existe, el dinero no fluye. Las inversiones en propiedad raíz ya no son tan rentables y el pago de arriendos no se detiene. Las obligaciones no paran, aunque algunas se difieran y la mayoría de los impuestos continúan acechantes.
Ahora muchos buscamos, primordialmente, la supervivencia y la protección, contagiándonos masivamente del peor virus: el miedo. Ese que, acompañado de la falta de contacto más el encierro, no permite que tengamos una vida en armonía, que podamos disfrutar de salud mental, ni mucho menos activar todos los sentidos para tomar las mejores decisiones, porque además nos envolvieron la incertidumbre.
Los expertos en salud aconsejan el uso del tapabocas a pesar de la incomodidad para respirar, pero no permita que asfixien la economía. Estos protectores se deben emplear con la parte metálica hacia arriba, pero no mientras la economía vaya hacia abajo. Una vez utilizados hay que desecharlos y botarlos a la basura, pero no acompañados de la economía.
Pero si las empresas que ya funcionan sufren, otros sectores que aún se encuentran cerrados como los restaurantes, los lugares de recreación y gimnasios, el turismo y muchas empresas pequeñas también están en situaciones agobiantes, porque las medidas de buena fe del gobierno ya no alcanzan para salir del problema. La apertura real de cada sector se da siempre y cuando toda la cadena, desde el productor hasta el cliente, esté activa. Una empresa separada de sus clientes no puede asegurar la supervivencia.
Señor presidente, comprenda por favor, que muchas personas tienen las neveras vacías y que no es exactamente la ignorancia la que las lleva a la calle; es el instinto de supervivencia. Y en la misma situación estamos aquellos que, después de noches de insomnio buscamos, cada día, mil formas para lograr la reactivación de nuestras empresas. El apoyo al quédate en casa, debería ser parcial; necesitamos vencer el miedo.
La solución es pensar en una economía abierta, respaldada por la conciencia colectiva del auto cuidado y una estricta disciplina.
Señor presidente Duque, salve usted la patria o asistiremos a un entierro colectivo de empleos y empresas, con más muertes que aquellas generadas por el virus.
Atte.
Carlos Ballesteros García
Gerente de Bike House
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