A diferencia del primer semestre traumático que la minería vivió por cuenta de los paros laborales, y una baja producción de carbón que llegó a -5% en este periodo, el sector de petróleo y energía disfruta de un buen momento en materia de producción. Muestra clara fue el impacto que tuvo en el resultado del PIB del segundo trimestre del año, que llegó a 4,2%, pese al pesimismo del mercado.
En esta línea, de un 4,3% que logró el sector en general, el petróleo (7,3%) y gas (9,1%) fueron algunos de los principales artífices de este resultado al llegar a 7,2 puntos porcentuales.
Una vez conocido este panorama que seguramente motivará las inversiones, la pregunta a realizar es, ¿qué está haciendo el Gobierno para mantener este ritmo? Porque si algo han dejado en claro las huelgas que Fenoco, Drummond y Cerrejón han vivido a lo largo del año, es que el sector no se puede dar el lujo de descuidar a los movimientos sindicales, los precios internacionales, que se mantienen a la baja en cuanto al petróleo, y la renovación de infraestructura.
Por ejemplo, un tema clave para estar atento es la representatividad que la Unión Sindical de Obreros de la Industria del Petróleo (USO) ha adquirido en las diferentes compañías. Una muestra clara es que, a pesar de que la Refinería de Cartagena (Reficar) dejó claro a LR que sus empleados no están asociados a una entidad sindical, el pasado viernes 20 más de 10.000 trabajadores de la refinería se sumaron a las manifestaciones que convocó la organización luego de que las conversaciones entre las partes no llegara a un acuerdo en materia de salarios y reconocimiento. Y aunque el cese de actividades se levantó durante ese fin de semana, CB&I, contratista que ejecuta el proyecto de modernización, tuvo que ofrecer unos US$92 millones como propuesta en la convención colectiva para evitar que se extendiera la huelga de los trabajadores que hacen parte de la expansión de Reficar.
Ante este panorama, la llegada del nuevo ministro de Minas y Energía genera expectativas que van de lado a lado: desde aquellos que creen que Amylkar Acosta le hará las reestructuraciones que el sector pide a gritos hace tiempo, como la regulación de los precios de la energía y la actualización del código minero, hasta aquellos que creen que su posición entorpecerá algunos procesos que adelanta el Gobierno, como la tan esperada venta de Isagen.
Aún así, es muy pronto para juzgar. Al ejecutivo le queda lo que resta del año, y antes de las próximas elecciones, para subirle el ritmo a la locomotora.