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La transición a las energías limpias ya dejó de ser una moda y debe triplicar su ritmo para tener capacidades mínimas a 2050
El país tiene la meta de adelantar una transición justa que involucre varios actores, con el fin de asegurar la soberanía energética
Desde hace años se ha venido reiterando en el país sobre la necesidad de disminuir la dependencia de los aportes de los hidrocarburos en las finanzas nacionales y territoriales, aunque, según los expertos, forzar el cambio tiene un costo, a la vez que limitar a la industria en la suscripción de nuevos contratos de exploración no ayuda a la transición energética, ya que, por ejemplo, en el camino se dejarían de encontrar y aprovechar reservas de gas que son vitales para respaldar los proyectos renovables.
Ante esto, la Contraloría General de la República destacó que es un imperativo continuar ampliando las fuentes de energías alternativas, pero con lineamientos de política que incluyan a los combustibles fósiles como importantes integrantes de la misma, ya que Colombia está lejos de poder descartarlos al hacer parte de la seguridad energética.
En eso concuerda Frank Pearl, presidente ejecutivo de la Asociación Colombiana de Petróleo y Gas, ACP, a quien consultamos para conocer los retos existentes en el país para garantizar la eficiencia energética.
En medio de la búsqueda de la transición justa, que aún no termina por definirse en el mundo, el país debe pensar en términos de autosuficiencia y seguridad energética y de un proceso que les sirva a los nacionales, es decir, una transición “a la colombiana”.
Además, es importante tener en cuenta que, de acuerdo con el Plan Energético Nacional 2022-2052, algunos escenarios de prospectiva energética prevén aumentos significativos en la demanda de hidrocarburos hasta 2032 y en adelante. Ante eso, la transición debe ser gradual, tiempo en el que debemos utilizar los recursos derivados del sector hidrocarburos para apalancarla, pero siempre garantizando la atención de la demanda.
El país requiere enfocarse no solo en la transición energética, TE, sino también en las que deben darse en materia social, económica y productiva. El petróleo y el gas, así como los combustibles líquidos, son aliados en respaldar dichas transformaciones y respaldar el desarrollo sostenible, al tiempo que se garantiza la seguridad energética.
Por tanto, de acuerdo con los retos que presenta la TE para las regiones, consideramos que esta debe darse a la colombiana, es decir, no acogiendo las estrategias aplicadas en otras naciones, sino mirando nuestra realidad, las condiciones de pobreza en la que todavía viven alrededor de 20 millones de ciudadanos y aprovechando los recursos disponibles para asegurar que esa transición sea segura, responsable y justa.
Es aquí como el sector de hidrocarburos cumple un papel fundamental, al ser generador de empleo formal, regalías, impuestos y encadenamientos productivos.
Estos retos se concentran en viabilizar, en términos sociales y ambientales, los proyectos de gran envergadura, que son la base para la seguridad energética del país en el mediano y largo plazo (gas costa afuera, construcción de infraestructura, parques solares, eólicos, entre otros).
Además, contar con políticas y regulaciones que promuevan la eficiencia energética e incentiven las inversiones que requiere Colombia, las regiones y el sector; alinear los tiempos normativos y regulatorios con los de los proyectos y, en términos de innovación tecnológica, el costo y la accesibilidad también representan desafíos para el desarrollo de soluciones energéticas más eficientes y sostenibles, que puedan adaptarse a las necesidades cambiantes de la nación.
Este sector es fundamental para contribuir en la conformación de una matriz energética robusta y confiable, en la que el gas sirva de respaldo de las fuentes no convencionales de energía renovable y aporte a la reducción de pobreza energética; los combustibles líquidos y sus mezclas con biocombustibles aseguren confiabilidad en el abastecimiento y promuevan la reducción de emisiones del parque automotor desde el corto plazo, mientras se avanza en su retadora transformación y modernización; y también se aprovechen las regalías y demás recursos financieros, derivados de esta industria, para apalancar la transición y promover la inversión en la descarbonización de las operaciones del sector, que ya lo vienen haciendo varias empresas.
La participación de la energía eólica en la matriz del país es mínima, 0,1%; sin embargo, nuevos proyectos costa afuera se proyectan superar por 2 GW los objetivos para 2040
Con esta obra, la compañía minera busca sustituir casi la mitad de la energía eléctrica requerida en sus operaciones por energía fotovoltaica
Tras la inauguración del parque solar más grande del país, varias empresas se preparan para construir o entregar nuevos parques