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A raíz del anuncio del Presidente sobre el proyecto de ley que llegará en marzo al Congreso para eliminar los tres ceros del peso, LR hizo este especial sobre el impacto de la medida en la inflación, cuál ha sido la historia de la moneda local y el impacto de un cambio similar en otros países.
La última vez que el Emisor puso en circulación una nueva familia de monedas fue en junio de 2012.
Si bien la eliminación de los tres ceros del peso colombiano facilitaría el manejo de las finanzas diarias de las personas, el cambio de denominación podría llegar a generar a corto plazo un pequeño efecto inflacionario, provocado por el riesgo latente de que los precios, sobre todo aquellos del menudeo, tiendan a redondearse.
“Creemos que si bien podrían materializarse algunos efectos alcistas, aunque leves, relacionados con el redondeo de precios, estos serían en todo caso efectos “one off” (una sola vez) que no alterarían las expectativas inflacionarias ni los mecanismos estructurales que determinan la formación de precios”, explicó Jonathan Malagón González, vicepresidente de Asobancaria.
En estas circunstancias, como sostiene el informe dilvulgado por el Banco de la República ‘Sustitución monetaria en Colombia: costos y beneficios’ de Juan M. Vargas, los agentes económicos tenderían a subir los precios de sus productos para mantener sus precios relativos.
Por ejemplo, el almuerzo corriente que usted consigue hoy al lado de su oficina en $7.100 pasaría de golpe a $7,1, y ante las posibles dificultades con el cambio o vuelta de la moneda, se tendería a redondear a $7,5, es decir, que por ese mismo menú ahora desembolsaría 5,6% más cada día.
Pero el efecto de acercar los precios a valores cerrados se sentiría en mayor proporción en los productos de menor precio pues encontrarían mayores problemas en la devolución de las transacciones e, incluso, en algunos casos, sería necesario que el Banco de la República acuñara nuevas monedas de muy baja denominación para poder dar un buen cambio.
“Sería necesario contar con un mayor fraccionamiento de la moneda, por ejemplo, con la expedición de monedas de 5, 20, 25, etc. centavos, que faciliten el pago en cantidades exactas y evitar que la gente pierda dinero al recibir el cambio o también para evitar el redondeo de precios hacia arriba que puedan llevar a una mayor inflación. Mayor atención requerirán los productos más baratos, por ejemplo, un bien con un precio actual de 125 o 200 pesos con la nueva denominación”, manifestó el especialista en gestión legislativa e impuestos Javier Hoyos.
Este podría sería el caso de las mentas que actualmente le pueden salir al menudeo en unos $40 o $50 y sin los tres ceros estaríamos hablando de cuatro o cinco centavos. El problema es que este valor es tan irrisorio que los expertos apuntan a que se tendería a redondear su precio hacia arriba.
“Para que la inflación no impacte es absolutamente indispensable que el Emisor acuñe las suficientes monedas de 5, 10, 20 y 50 centavos. No sé si va a sacar moneda de a peso porque sería el equivalente hoy de la moneda de $1.000 pero hasta 50 centavos es absolutamente indispensable. De lo contrario, por el redondeo tendría un efecto inflacionario”, indicó Guillermo Botero, presidente de Fenalco.
En ese sentido, el propio ministro de Hacienda y Crédito Público, Mauricio Cárdenas, aseguró ante medios que debido a la mayor duración del uso de las monedas en la economía, habría que utilizar las viejas durante un tiempo más.
Y es que la última vez que el Emisor puso en circulación una nueva familia de monedas (que incluía las denominaciones de $50, $100, $200, $500 y $1.000) fue en junio de 2012.
“Creemos que no impactará en la inflación. Como las monedas duran más que los billetes, ese cambio sería más costoso. Por ello, tendremos que darles una vida útil más amplia para que no tengamos que reacuñar más”, declaró Cárdenas.
Efecto psicológico
Especialmente, los primeros meses podrían causar un impacto psicológico en la población, pues las personas podrían sentir esta reducción como una pérdida de poder adquisitivo. No obstante, hay que tener claro que la eliminación de los tres ceros no es sinónimo de dolarización y, de seguir adelante esta iniciativa la moneda estadounidense equivaldría a unos tres pesos.
“Esta medida deberá ir acompañada de estrategias de pedagogía financiera que le permitan a la población ir digiriendo de forma progresiva y sin traumatismo alguno los cambios asociados a esta medida, todo ello de la mano de una campaña que visibilice los enormes beneficios asociados a su implementación.”, recalcó Malagón.
Por su parte, Hoyos explicó que el impacto podría ser importante por cuanto para algunos se sentiría tener menos dinero, por ejemplo, el que recibe un salario mínimo se cuestionaría que si hoy se reciben $781.242 apenas reciba $781 y si con dichos recursos puede adquirir los mismo bienes y servicios o no.
Igualmente, la eliminación de los tres ceros significa decirle adiós al tradicional billón de 12 ceros y darle la bienvenida al anglosajón, aquel que cuenta con nueve ceros. Es decir, a partir de ahora un billón ya no representará un millón de millones sino mil millones.
Eso implicaría que los grandes compañías del país como el Grupo Éxito, entre otras, ya no reportarían ingresos por $56 billones sino por $56.400 millones.
“Nos acercamos a la moneda más fuerte, nuestras denominaciones se vuelven más parecidas, acerca las magnitudes que tienen los países desarrollados”, indicó José Manuel Restrepo, rector de la Universidad del Rosario, quien por el contrario es de los que opinan que la eliminación de los tres ceros no tendrá un impacto significativo en la inflación.
Los casos de la región
A nivel internacional, la política tendiente a eliminar los ceros de la moneda ha sido utilizada en múltiples ocasiones, principalmente por países emergentes que han padecido periodos hiperinflacionarios. Por ejemplo, como apunta el informe de Juan M. Vargas en Brasil, Argentina o México. En ese sentido, el récord lo tiene Argentina por haber eliminado 13 ceros de su moneda desde 1970.
No obstante, el contexto colombiano es diferente y, de hecho, la consecución de niveles de inflación bajos y estables es la que propició al MInisterio de Hacienda a decidirse a presentar la iniciativa en marzo.
Argentina y Venezuela no han logrado reducir proceso inflacionario.
El costo de fabricación de las monedas va desde $45 y hasta $286 por unidad.
Comisión Tercera vería el proyecto