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Pese a que este país no ha entrado en recesión, el comportamiento de su economía muestra un fuerte estancamiento.
El diagnóstico para la economía de Uruguay al cierre de 2019 es estancamiento. Así lo muestran las previsiones de crecimiento planteadas por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), el Fondo Monetarios Internacional (FMI) y el Banco Mundial, entidades que estiman una variación de 0,3%, 0,4% y 0,5%, respectivamente para este año.
No obstante, se espera que la situación cambie sustancialmente en 2020 y que este sea un año de estabilización, principalmente, como resultado del desarrollo de grandes proyectos de infraestructura, que ayudarían a crear nuevos puestos de trabajo y a jalonar, simultáneamente, otros sectores productivos. Los dos casos más destacados son el de la construcción de una línea de ferrocarril, cuya inversión asciende a US$1.000 millones; y el otro, es el de la edificación de una planta de celulosa, por el orden de los US$3.000 millones.
De hecho, la expectativa que han creado esos proyectos y su impacto en la economía, es un planteamiento que ya se había publicado en un informe del FMI en octubre pasado, en el que el organismo explicó que, pese a que la actividad económica del país se ha desacelerado notablemente este año, en parte como consecuencia de la recesión de Argentina y por la lenta recuperación de Brasil (que ha tardado más de lo previsto) “los nuevos e importantes proyectos de infraestructura e inversión ayudarán a absorber gran parte del impacto en los próximos dos años, y se espera que el crecimiento se recupere de 0,4% en 2019 a 2,3% en 2020 y 3% en 2021”, señalan textualmente.
El FMI no es el único ente que tiene previsiones positivas para Uruguay el próximo año. El Banco Mundial espera que la variación del PIB uruguayo sea de 2,5% en 2020; y la Cepal, aunque tiene una cifra mucho menor (1,5%) también refleja un aumento de la expectativa del crecimiento económico al saltar 1,2 puntos porcentuales desde un 0,3% este año.
Gabriela Mordecki, coordinadora del área macroeconómica de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de la República, en Montevideo, precisó que este año la variación prevista para el PIB es 0,5%, mientras que la inflación se cree cerrará entre 3% y 7%, por encima del rango fijado por el Banco Central.
“En este contexto de crecimiento nulo, el déficit fiscal se ha incrementado de una forma importante llegando a prácticamente 5% del PIB. Esto, como consecuencia de que los ingresos tributarios dejaron de crecer, o apenas se incrementaron, mientras que los gastos muy vinculados al pago de salarios y pasivos, continuaron aumentando. Por eso, volver a crecer es el reto más relevante, pero seguramente estos proyectos de inversión van a tener un impacto muy positivo”, afirmó Mordecki.
El economista Bruno Giometti, del Instituto Cuesta Duarte de Uruguay, advirtió que el país está obligado a reducir el déficit sin afectar la inversión pública en los aspectos sociales- tales como la educación y la salud pública- sin incrementar los impuestos que puedan generar un enfriamiento económico.
Además, Giometti señaló que el país debe apuntarle a transformar la matriz productiva, pues considera que “uno de los problemas estructurales, que impone límites al avance distributivo, es la matriz económica primarizada, basada en la exportación de productos de bajo valor agregado y contenido tecnológico. Por eso, hay que dar un salto en calidad en este aspecto, promoviendo cadenas de valor regionales”.
El proyecto del nuevo ferrocarril Central
El proyecto del ferrocarril Central que impulsa el gobierno de Uruguay es una obra de infraestructura relevante para el sistema multimodal de transporte y la más importante del modo ferroviario de los últimos años. Se trata de la construcción y mantenimiento de 273 kilómetros de vías férreas entre el Puerto de Montevideo y la ciudad de Paso de los Toros, con lo que se busca que puedan circular trenes de carga a 80 kilómetros por hora y 22,5 toneladas por eje. Se calcula que la inversión en la ronda los US$1.000 millones.
Es clave la reforma al sistema de jubilaciones
Dado que el sistema de pensiones en Uruguay está volviéndose insostenible, pues los retiros son mayores que los aportes, se espera que en 2020 se discuta una reforma en este sentido. La “caja militar”, como se le llama al Servicio de Retiros de las Fuerzas Armadas, tiene un déficit de cerca de US$500 millones por año y aunque en 2018 se realizó una reforma relacionada, los efectos fueron muy reducidos. Las Afap (administradoras de fondos de pensión) tienen ingresos elevados y ningún riesgo en sus inversiones.
Los factores que frenaron el crecimiento este año
El desempleo y un alto déficit fiscal, que representa ya 5% del PIB, son parte de los problemas
Vecinos en crisis: La crisis de Argentina y Brasil golpearon a Uruguay, sobre todo porque afectaron la balanza comercial. Aspectos como la caída en la cantidad de turistas provenientes de esos países, también tuvieron un impacto en la economía local.
Alto desempleo: Este año, a agosto, que es la última cifra disponible, la tasa de desocupación en Uruguay estaba calculada en 9,5%, superando la cifra con la que cerró el año pasado, de 8,5%. Esto habría impactado una baja en el consumo de los habitantes.
Inflación: La inflación también ha afectado el consumo, dado que eso se traduce en una pérdida en el poder adquisitivo de los uruguayos. Se prevé que el IPC cierre 2019 en 8,34%, mientras que el Banco Central esperaba que fuera como máximo 7%.
Materias primas: Aunque la economía uruguaya se ha diversificado en los últimos 15 años, todavía es muy dependiente de los precios internacionales de las materias primas, lo que también afectó su economía este año. Una solución es diversificar sus actividades.
Déficit fiscal: Este año, los incrementos que se registraron en el recaudo tributario fueron marginales, frente al aumento de los gastos de la nación. A eso se suma que el déficit fiscal de Uruguay representó 5% del PIB, según la última cifra publicada a septiembre de 2019.
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