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El fruto de su trabajo y la decisión de comprender la historia del arte para incorporarla en su propio contexto e inquietudes está presente en miles de obras que son patrimonio para muchos
Son tantas las obras que realizó el maestro botero durante su trayectoria global, que los expertos no se atreven a hacer un estimado
Ayer Colombia y el mundo se encontraron con la noticia de que Fernando Botero había fallecido a los 91 años de edad en Mónaco, ciudad en la que habría pasado sus últimos meses de vida. ¿La causa? Complicaciones de salud.
La noticia resonó en redes sociales, noticieros y claro, casas de subastas y museos. El que era considerado el artista colombiano más grande de todos los tiempos había puesto fin a casi un siglo de historia.
Lea nuestro especial sobre el legado de Fernando Botero aquí
Durante su carrera fue conocido, principalmente, por sus ‘Gordas’, que no solo cautivaron al público mundial, sin importar si eran o no amantes del arte, sino que también le dieron nombre a su corriente: ‘el Boterismo’.
“Tuvo una acogida mundial porque supo hablar desde un lenguaje local sobre aspectos que preocupan al resto del mundo, planteó una pintura que puso en juego valores espaciales y culturales del pueblo colombiano como la copla, el refrán, el chiste, la exageración”, señala el docente de la Universidad Javeriana y experto en la obra de Botero, Ricardo Toledo Castellano.
Algunas de las obras que, precisamente, muestran esa cotidianidad, y que destacaron los curadores del Banco de la República, fueron Una familia (1989), Maternidad (s.f) y Hombre, mujer y niño (s.f), en donde se plasmaban las familias latinoamericanas; la religión católica en pinturas como Caminando cerca al río (1989), Madre superiora (1996), y las esculturas Adán (s.f) y Eva (s.f) y la violencia en las pinturas Guerrilla de Eliseo Velásquez (1988) o Manuel Marulanda “Tiro Fijo” (1999).
Fue tan fiel a su estilo, que pese a que el artista produjo obras en diferentes técnicas, óleo, tinta, carboncillo, grabados o esculturas, basta con ver cualquier de ellas para saber quién es el responsable. Fueron tantas, y con temáticas variadas como la vida cotidiana, la mitología, la historia y la política, que los curadores y expertos como Toledo, no se atreven a lanzar un estimado.
“Es muy difícil tener un estimado de las obras que hizo en su vida, debe ser una suma enorme porque era un trabajador incansable. Creo que no debe haber quién pueda dar una cuenta”, añadió el experto.
Botero nació en Medellín en 1932, arrancó como banderillero, pues su afición era la tauromaquía. Comenzó a pintar a una edad temprana y algunas de las que se cree fueron sus primeras obras datan de cuando tenía 16 años.
En 1950 se mudó al Viejo Continente para estudiar en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid y la Galería de la Academia de Florencia. En Europa, se familiarizó con el arte del Renacimiento y el Barroco, que tuvieron una gran influencia en su estilo. En 1955, Botero regresó a Colombia y comenzó a exponer sus obras en galerías de Bogotá y Medellín.
Su estilo único, que se caracteriza por sus figuras voluptuosas y redondeadas, le valió fama internacional y se convirtió en uno de los artistas más vendidos de su generación.
En 1960, Botero se mudó a Nueva York, donde su obra se exhibió en el Museum of Modern Art (MoMA) y el Whitney Museum of American Art. Su fama internacional se consolidó en la década de 1970, cuando sus obras comenzaron a ser exhibidas en museos y galerías de todo el mundo. Desde Bogotá hasta Hong Kong.
“Maestro de maestros en la pintura, defensor de la cultura, creador de un estilo y lenguaje pictórico sin precedentes. De sus manos se pintó la historia, Colombia, el mundo, y de el sus errores y virtudes”, señala Elvira Moreno, galerista, que lo acompañó en la exhibición de sus pinturas en China.
Su obra es un símbolo de orgullo cultural y se ha convertido en un elemento icónico del paisaje urbano, especialmente de ciudades como Medellín. Además, es considerado uno de los artistas más influyentes del siglo XX. Su obra se ha exhibido en más de 100 museos y galerías de todo el mundo, y ha sido reproducida en innumerables libros y revistas.
El artista también fue un firme defensor de la paz en Colombia. En 2000, donó 260 de sus obras al Museo de Antioquia en Medellín, como un gesto de esperanza para el futuro de su país. Sin olvidar la Paloma de la Paz, que primero estuvo expuesta en el Museo Nacional en Bogotá y ahora se encuentra en la Casa de Nariño.
Desde Presidencia, incluso, se anunció que esta escultura, junto como la obra ‘la Madre Superiora’, ubicadas en la antesala de los salones Gobelinos y Bicentenario o Consejo de Ministros, estarán abiertas al público con horarios.
“Todo este arte es también para la sociedad. La gente puede ver la espada de Simón Bolívar y, ahora, la Paloma de Botero. Mi deber es que se vuelvan públicos, de la gente”, señaló el presidente Gustavo Petro.
Varias de sus obras presentes en museos o ciudades del país fueron donadas por el artista. Además de Antioquia, también destaca el Museo Botero en Bogotá, con algunas de sus obras más aclamadas en el mercado.
El artista paisa, también protagonizó algunas de las ventas de arte más valiosas y representativas. Casas de subastas como Sotheby’s y Christie’s han superado en varias ocasiones el millón de dólares por las obras más codiciadas. A la fecha, y como se ve en sus páginas, todavía tienen varios de sus trabajos en stock para futuras subastas de lo que resta del año.
Aun, cuando la trayectoria como artista supera las seis décadas, los ‘gordos’ de Botero siguen siendo reconocidos por niños y adultos en el mundo, en parte gracias a las giras del artista colombiano y al gran recibimiento de los críticos internacionales.
En mayo de 2006, sus pinturas ‘Los músicos’ (1979) y ‘Los cuatro músicos’ (1984) fueron subastadas por US$2,1 millones, siendo estos los Boteros sobre lienzo más costosos hasta el momento. Esta obra es de gran importancia para los amantes y conocedores del arte, pues la de 1979 fue la portada del catálogo de la primera exposición retrospectiva que llevó a cabo el colombiano en Estados Unidos, en el Hirshhorn Museum de Washington.
Entre sus hitos también aparece su exposición simultánea en Europa de 1991, algunas de sus esculturas monumentales fueron expuestas en los Campos Elíseos, a la par que su óleos estuvieron en el Grand Palais. El hecho lo consagró como un artista inigualable de su generación, y probablemente de otras próximas. Algo similar sucedió en Mahattan, Nueva York, en este caso fueron más de 14 las esculturas expuestas (y que hoy se pueden ver en la Plaza de Botero en Medellín). La exposición se realizó entre las calles 54 y 61 en el Park Avenue, con dos por cada cuadra.
Además de su obra artística, también fundó la Fundación Botero, una organización sin fines de lucro que promueve el arte y la cultura en Colombia.
Una colección protegida y algunos libros que inspiró el artista colombiano
El Banco de la República registró en sus inventarios que las 123 obras de Botero que componen la colección protegida, se caracterizan por pertenecer a un periodo artístico que va desde la década de los setenta hasta finales de los noventa, con su estilo volumétrico y monumental completamente consolidado. Su trayectoria también dio resultado a libros como ‘El arte de Fernando Botero’, escrito por su hijo Juan Carlos Botero, y ‘Botero’ de la historiadora del arte Mariana Hanstein.
Las obras del maestro botero han recorrido desde Sudamérica hasta Asia y Europa, ya sea con exposiciones fijas en museos y plazas
Las obras podrían subir más de 20% tras su fallecimiento, casas de subastas ya sienten la fiebre de inversionistas que buscan comprar
El fruto de su trabajo y la decisión de comprender la historia del arte para incorporarla en su propio contexto e inquietudes está presente en miles de obras que son patrimonio para muchos