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El departamento de Boyacá no solo tiene vocación turística y agrícola, es el epicentro de un tejido empresarial significativo
La papa, presente en 92 municipios del departamento de Boyacá, es uno de los principales productos cultivados en la región, al igual que el café y la caña panelera
Una de las grandes riquezas que caracterizan a Boyacá es, sin lugar a dudas, la industria agrícola, cuya diversidad de productos -de excelente calidad- lo convierten en un potencial en todo el territorio nacional, gracias a la diversidad de climas o a los niveles térmicos presentes en este departamento, desde el páramo húmedo y seco hasta los ambientes cálidos, tanto húmedos como secos.
Por eso mismo, y no en vano, a este terruño productivo se le tilda como la gran despensa de Colombia, y así lo ratifica el gobernador de Boyacá, Carlos Andrés Amaya, al decir que esta región hace parte del corredor que alimenta y abastece el país.
“Así quedó demostrado en los últimos años cuando, pese a las dificultades provocadas por la emergencia sanitaria, nuestra productividad siguió intacta y logramos cubrir la demanda. Lo cierto es que desde la agricultura campesina familiar étnica y comunitaria hasta la producción en el minifundio han contribuido, de manera permanente, al abastecimiento alimentario de las principales ciudades del país, y también al desarrollo de una economía familiar”, dijo.
En eso coincide Lady Catherine Piza Montenegro, secretaria de Agricultura de Boyacá, quien sostiene que la vocación agropecuaria hace parte de la cultura y tradición de esa tierra. Con ella, profundizamos en el tema.
Gracias a la diversidad de Boyacá contamos con más de 97 renglones productivos que van desde cultivos transitorios, como papa (que es el más predominante), cereales, leguminosas y una gran variedad de hortalizas; al igual que cultivos permanentes principales, como caña (para la producción de panela), cacao y café, que vienen tomando una fuerza considerable en la economía y en la producción de calidad. Asimismo, tenemos cultivos promisorios en una gran variedad, como la cadena frutícola, con unas calidades exportables y de industrialización.
Particularmente con la papa, cultivo presente en más de 92 municipios, alcanzamos a una producción anual de más de 950.000 toneladas; mientras en cultivos de cereales, como trigo, cebada y leguminosas (como frijol y arveja) ascendemos a las 29.500 toneladas al año; y para el caso de las líneas hortícolas, que son muy amplias, podemos detallar que en los principales cultivos de cebolla de bulbo, zanahoria, tomate, cebolla de rama y una variabilidad de hortalizas superamos 2.235,000 toneladas anuales.
Aunque la diversidad del departamento hace que toda su producción agropecuaria tenga una gran demanda nacional, en términos de renglones productivos, los de mayor pedido siguen siendo: papa, hortalizas, línea frutícola y los productos lácteos y sus derivados.
Los productos exportables tienen un crecimiento considerable, principalmente todo lo que corresponde a líneas frutícolas y de pasifloras, como la gulupa, el maracuyá, la pitahaya, entre otras. De igual forma están las berries, como el arándano, que está tomando mucha fuerza y aumentando cada vez más sus áreas de cultivo en el departamento; y otros productos, como la uchuva y los cítricos, entre ellos el limón tahití, que son principalmente exportados a Europa y a algunos países de Centroamérica.
El Plan de Desarrollo de este cuatrienio se establece sobre cuatro apuestas indispensables para el desarrollo agropecuario. La primera tiene que ver con la fusión de la tradición y la innovación desde la implementación de la ciencia y la tecnología, para fortalecer los sistemas de información, planificación rural y acompañamiento en asistencia técnica permanente.
La segunda se consolida en contar con más maquinaria agrícola y agro industrialización, con una inversión significativa en equipamientos, maquinaria verde (tractores) y plantas de transformación productiva regionales estratégicas, que permitan generar un valor agregado, fortalezcan la industrialización en el departamento y que conlleven a una operación logística y comercial para el Gran Centro Agroindustrial del Oriente Colombiano, que tiene una proyección no sólo departamental, sino regional, para conectar el desarrollo agropecuario hacia el centro y fuera del país.
La tercera está relacionada con la adecuación de tierras y mitigación al cambio climático, especialmente para el aprovechamiento del recurso hídrico, que es fundamental para desarrollar una agricultura mucho más sostenible y óptima.
Y, finalmente, el bienestar campesino de nuestros productores, con el desarrollo de la agroecología, la seguridad alimentaria, la inclusión productiva y económica de jóvenes y mujeres rurales; además de fortalecer los mecanismos de participación territorial rural desde los consejos municipales, y el desarrollo de políticas públicas integrales que consoliden a nuestros campesinos y campesinas.
Según Piza Montenegro: “Siembra es un programa liderado por la Gobernación de Boyacá, que ayuda en la mano de obra a los pequeños productores o lo que conocemos como la Agricultura Campesina Familiar Étnica y Comunitaria, con la dotación de maquinaria, infraestructura y tecnología para aumentar la capacidad productiva. Tenemos claro que gran parte de la eficiencia o de la pérdida en las áreas productivas depende mucho de la mano de obra, que hoy es escasa. Por eso necesitamos pasar a la innovación y al uso de tecnologías y herramientas que reduzcan las horas de trabajo y que coadyuden a tener una mejor productividad desde la preparación óptima de los suelos. Con la apuesta en marcha de este programa, el departamento aumentó su capacidad productiva en los últimos años, mientras las áreas sembradas ascendieron a más de las 4.000 hectáreas”, indicó la Secretaria de Agricultura de Boyacá.
Gheidy Gallo, directora de ProBoyacá, señaló que es clave fortalecer el trabajo entre empresarios, Gobierno, sociedad y academia
El objetivo, con la Gobernación de Boyacá, es volver a cifras como las de 2021 y 2022, de 18% y 26% en el PIB del departamento