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A 90 días de Gobierno, más de 500 empresarios calificaron la gestión del gabinete presidencial de Gustavo Petro
Han pasado tres meses del Gobierno de Gustavo Petro en medio de contradicciones e incertidumbres. Petro, después de ocho años de campaña, fue elegido ante el deterioro progresivo de los partidos y de los líderes políticos que se trenzaron en una confrontación en la que en última instancia quedó triunfante y como único opositor, un personaje que “dejó colgados de la brocha”, como se dice vulgarmente, a más de 10 millones de personas. Eso nunca había sucedido en la historia de Colombia.
Así las cosas, sin un verdadero líder que se le enfrentara, Petro encontró un camino expedito entre la opinión pública. Puso sus dotes de populista en juego. La gente estaba aburrida de la política tradicional y quería otra cosa.
Dentro de su retórica Petro incluyó en su gabinete a algunos personajes que han causado inquietud tanto en el ámbito doméstico como en el internacional, que creyeron que era lo mismo dictar cátedra ante un grupo de seguidores en una velada, que dirigir un país.
En cuanto a la política internacional, el mandatario tomó ante todo la decisión de reestablecer las relaciones con Venezuela, lo que no solo era lógico, sino que fue planteada por todos los precandidatos presidenciales. Solo uno de ellos, creyendo que con eso se identificaba con un sector del país, no estuvo de acuerdo. La normalización de las relaciones con Venezuela fue un paso lógico y acertado. Es más, era imposible que no lo diera: hubiera sido una enorme frustración para el país.
De igual manera, muchos señalaron que, frente al diferendo con Nicaragua, había que negociar. Lo que no quiere decir negociar para ceder. Nicaragua perdió más del 50 % de su posición en los fallos de 2007 y 2012. Como Ortega controla la prensa, hábilmente presentó los fallos como un triunfo.
Santos hizo lo contrario, aunque Colombia obtuvo logros importantes, presentó los fallos como una derrota. Lo cierto es que no se puede seguir eternamente en una confrontación con Nicaragua. Tarde o temprano habrá que negociar para convivir. Parece ser que esa es la línea del gobierno. Muchos sectores lo han pedido. Incluso los sanandresanos. Ya veremos que pasa.
De la misma manera se sabía que se reiniciarían las negociaciones con el ELN. Independientemente de las frustraciones y riesgos que eso implicaba, todos los proponían. Porque ese grupo armado había logrado generar en el país la idea, que el único obstáculo que se interponía para lograr la paz eran ellos y que por lo tanto era indispensable negociar. Habrá que ver cómo se maneja ese proceso.
También la reforma tributaria había sido anunciada. No había nada que hacer. Todos los gobiernos, con cualquier pretexto, hacen reformas tributarias. La que intentó hacer inicialmente Duque con su ministro Carrasquilla fue suicida. Menos mal que posteriormente designó a José Manuel Restrepo que lo sacó adelante.
Sin embargo, el contenido de la reforma podría ser el detonante para una generalizada y creciente oposición. Sólo se sabrá después de que la reforma entre en vigor.
No obstante, con el estilo que ha generado el Gobierno y aunque solamente hayan transcurrido tres meses desde su posesión, algunos sienten como si llevara ya tres años de gobierno. Mientras que otros dicen, ¿cómo serán las cosas dentro de cuatro años?.
Loa resultados demuestran que la Contraloría, la Procuraduría y la Defensoría bajaron su puntuación frente a la calificación anterior
La percepción de los empresarios consultados es más negativa frente a las encuestas anteriores con un promedio de 2,8 versus 3