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Si la empresa privada crece, también prosperan las familias y las ciudades
Hace ya varios meses que cuatro amigos decidimos emprender la tarea de defender la trascendencia de la iniciativa privada y del mérito en el progreso humano, económico y social de Colombia, una tarea apasionante y retadora que nos llevó a crear un tanque moderno de acción llamado Libertank. Desde el inicio fuimos claros en alejarnos de las discusiones partidistas para construir conversaciones desde todas las esquinas y tomar distancia de las rabias y los odios y, en cambio, sembrar esperanza sobre la base de la realidad. Y es que aún con las repercusiones propias de la pandemia, Colombia es un mejor país si lo miramos con perspectiva 20 años atrás.
Colombia es un país de grandes emprendedores que a punta de mérito y esfuerzo propio han logrado generar progreso y prosperidad para nuestro país. Le debemos un enorme reconocimiento a personajes como Alejandro Echavarría, padre de la industria textil en Colombia y filántropo de la salud, o a José María Acevedo, cuyo trabajo ha permitido a millones de hogares colombianos acceder a electrodomésticos, o a Gustavo Toro, quien permitió que millones de colombianos pudiéramos adquirir productos variados en un solo lugar. También a empresarios que dan la cara todos los días generando empleo y bienestar como los tenderos, que con su esfuerzo llevan alimentos a todos los rincones del país, los transportadores, los agricultores, los pescadores, los zapateros, los ‘detoderos’. Todos ellos son empresarios dignos de admiración.
Como bien lo destaca el gran economista argentino, Alberto Benegas Lynch, “al ingenio del empresario le debemos los alimentos, los medicamentos, los transportes aéreos, marítimos y terrestres, los computadores, los progresos en la cibernética, las comunicaciones, los libros, el teatro, los diques y represas, las tiendas, los comercios, la vestimenta, la refrigeración, los muebles, la edificación y prácticamente todo lo que nos rodea”. En este sentido, las empresas son una garantía de libertad y de bienestar para todos. Además, son la fuente principal de ingresos del Gobierno. Sin empresas, no hay recursos económicos para pagar los programas estatales. En Colombia, se estima que las empresas asumen más de 80% de los impuestos directos recaudados.
Cuatro semanas atrás, iniciamos la campaña ‘Por mi empresa’, una idea de Pedro Miguel Estrada, un empresario colombiano reconocido por el cariño que genera en sus empleados. Queríamos dejar atrás la ola de tendencias negativas en el clima emocional de los colombianos, para retar a los colaboradores o empleados a expresar y pensar en la importancia de las empresas en su vida. Aunque la campaña se llamaba ‘Por mi empresa’, el fondo de ella era también que los empresarios pensaran por qué eran importantes sus empleados o colaboradores en sus empresas. Y es que en realidad todos tenemos algo en común: el deseo de construir una Colombia mejor. Me impactaron mensajes como: “Por mi empresa pude tener casa propia” o “Por mi empresa logré estudiar y sacar a mis hijos adelante”. Entre otros mensajes, algunos como, “la empresa es de todos, la empresa somos todos”; “si las empresas crecen, crecemos todos”; “mi empresa, mi familia”. Y es que las empresas terminan siendo gran parte de nuestras vidas, en ellas nos desarrollamos profesionalmente, construimos nuestros sueños y terminamos construyendo una familia en todo el sentido de la palabra. Una empresa no es nada sin unos empleados que no vean en ella la posibilidad de transformar sus vidas y de formar un gran hogar.
La campaña ‘Por mi empresa’, del pasado 7 de octubre, convocó a casi 80.000 colaboradores de más de 450 empresas, con el fin de defender la trascendencia de sus compañías, de sus familias.
No existe en la historia una institución capaz de compartir la pobreza y de construir tejido social, con más eficacia que la empresa privada. Es por ello que resulta importante resaltar su trabajo y su papel en la sociedad entendiendo que lo que allí pasa no es solo cuestión de dinero y de utilidad económica, sino de transformación y de construcción de una familia capaz de generar progreso para todos los colombianos.
Post Scriptum: En la película del director Iván Obando, “Me llevarás en ti”, sobre el empresario Gonzalo Mejía, narran excepcionalmente una escena en donde el emprendedor le expone al Concejo Municipal de la época la idea de construir un aeropuerto en sus tierras. Ellos lo cuestionan y él les afirma que los lotes serán donados, porque su verdadero negocio es el progreso de Colombia. Así nace el primer aeropuerto de nuestro país.
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