Selección Colombia: así somos

Resulta difícil escribir algo nuevo de nuestra selección; en estos momentos no sabemos si ganará, pero esperamos que el próximo lunes nos levantemos con un campeonato, esta vez sí de todos.

Pocos recuerdos tengo de la Copa América y buenos muchos menos. Por allá en 1975 una selección que jugaba con una camiseta color salmón que reunía a lo mejor de aquella época con Willington, Zape y muchos otros buenos jugadores que miraban desde muy abajo a los uruguayos, argentinos y brasileros. Salvo Ernesto Díaz que jugó en Bélgica y fue el goleador del torneo al lado de Leopoldo Jacinto Luque, todos los colombianos jugaron en Colombia. Subcampeones contra el Perú de Cubillas y compañía que fueron a varios mundiales. De allí en adelante siempre mediocres, con chispazos como Arnoldo Iguarán goleador o buenos partidos sin ningún resultado del que hablar.

Apenas en el 2001 logramos ser campeones, en Bogotá, con Argentina ausente, pues el secuestro de un dirigente hizo que los de rayas azules y blancas ni intentaran venir a jugar. Al final campeones con un buen equipo y un lunarcito que nunca se va a borrar, no jugó Argentina; nuestro país que no para de sorprender al mundo.

Hasta esta selección todo ha sido complicado, malos técnicos, regionalistas, algunos misóginos, otros bastante desactualizados nos hicieron sufrir y perder la esperanza. Por pura casualidad llegó un argentino que decidió dejar a un lado todas esas taras del fútbol de acá y formar un equipo con lo mejor que había. No importaba su origen, su color o el equipo en el que jugaba. Finalmente, un extranjero canoso entendió de qué se trata y sobre todo qué es Colombia. No se me ocurre nada diferente a decir que al argentino lo sacaron por bueno, un país mediocre como el nuestro no puede entender como con tranquilidad y sobre todo simpleza (en el mejor de los términos) se puede unir y ganar.

En dos mundiales se jugó bien, sin embargo, periodistas obtusos y dirigentes egoístas agotaron al viejo. Como siempre volvimos a lo mismo, periodistas empresarios, técnicos amigueros y por supuesto equipos mediocres a pesar de que uno a uno Colombia tenía jugadores iguales o mejores que Argentina, Brasil y Uruguay. Nuevamente, casi por descarte, apareció otro argentino, Néstor Lorenzo, que tranquilo y metódico armó un equipo que refleja lo que somos. Somos conjunto de personas de todos los colores, regiones y orígenes.

Son 25 jugadores, con dolores, alegrías, unos negros, otros blancos, algunos indígenas, altos como postes o bajitos como mesas, algunos tímidos otros extrovertidos, cada uno con su historia, hijos de la violencia con padres asesinados, otros con un pasar más tranquilo que entendieron que es más fácil remar para el mismo lado, borrar individualidades y jugar como lo que son un EQUIPO. Cada uno hace bien su trabajo de manera individual de tal manera que el del lado debe hacer lo mismo. Es posible que alguno falle, pero la fuerza del grupo logra superar esos fallos.

Otra vez, como varias veces, el fútbol y 25 jóvenes le cambian la cara al país, nos enseñan que puede ser que un compañero se equivoque, pero se le respalda y se le apoya. Son lecciones que nuestros políticos deberían seguir y todos debiéramos aprender y seguir. Dejaron de ser hijos del narcotráfico, son sonrientes, juegan en los mejores equipos del mundo y empiezan a entender que con trabajo se puede ganar. Ya ganaron, pasaron por encima de un país gris que vive de peleas y miserias. SUERTE PARA TODOS Y QUE GANE COLOMBIA.