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Incluir a Colombia como uno de los países con mayor competitividad en el mundo, es una apuesta que pareciera inalcanzable. En América Latina hemos superado a países tradicionalmente relevantes, como Argentina, Brasil y Venezuela, mientras que México y Chile siguen liderando en la región. Sin embargo, en el ranking mundial, no hemos alcanzado avances significativos y seguimos en posiciones similares a las de los últimos 18 años, cuando por primera vez el World Economic Forum empezó a medir la competitividad de los países en el mundo. ¿Por qué es tan difícil avanzar en la competitividad a nivel país? El índice global de competitividad recoge 114 indicadores relacionados con productividad y prosperidad en el largo plazo; estos factores se agrupan en pilares tales como instituciones, infraestructura, entorno macroeconómico, salud y educación primaria, educación superior, desarrollo y eficiencia en los mercados laborales, preparación tecnológica, e innovación, entre otros.
El último informe nacional, elaborado por el Consejo Privado de Competitividad, resalta como pilares críticos para Colombia las instituciones, la infraestructura, la implementación de tecnología y la educación. Los dos últimos están claramente relacionados tanto con la labor que realizan las instituciones educativas en la enseñanza (principalmente de las habilidades para el uso eficiente de los avances tecnológicos), como con la financiación que el Estado provée a dichas instituciones para la prestación eficiente y adecuada de este servicio. Con respecto a la financiación, hemos tenido avances en el actual gobierno, que ha destinado más recursos a la educación, y, por primera vez en muchos años, el presupuesto es mayor al destinado a defensa. Sin embargo, ¿estamos haciendo lo suficiente? La discusión sobre una nueva forma de generar conocimiento, que Michael Gibbons desarrolló durante la pasada década de los noventa, demanda entre otras cosas una fuerte relación entre las instituciones educativas, el sector empresarial y el Estado, desarrollando investigaciones e impartiendo programas de aplicación y utilidad para la creación de riqueza y para el crecimiento económico. En Colombia tenemos mucho por hacer en este aspecto: la triada universidad, empresa, Estado, debe ser fortalecida de manera inmediata, para entregarle al país ciudadanos con educación y capacidades técnicas suficientes para entender, afrontar y aprovechar, entre otras cosas, el vertiginoso cambio tecnológico que experimentamos en el mundo.
El fortalecimiento de las instituciones y la inversión en infraestructura requieren de una atención prioritaria. Podemos afirmar que se ven avances en infraestructura, sin embargo, las investigaciones del Cesa resaltan la importancia de fortalecer las instituciones relacionadas con la seguridad y las reglas de juego para el desarrollo de las actividades económicas (reglamentación tributaria, tratados de libre comercio, regulación sobre inversión extranjera directa, entre otros), para garantizar la consolidación de la industria y la llegada de capitales permanentes a nuestro país, situación que traería dinamismo al mercado y mayor competitividad. Tenemos entonces, la gran responsabilidad como sociedad, de enfocarnos en los asuntos que son prioritarios y aportar desde nuestra actividad diaria, para que en 18 años más estemos liderando la competitividad en América Latina, y, adicionalmente, nos encontremos dentro de los 30 países más competitivos en el mundo.
La presidenta del Consejo Privado de Competitividad, Rosario Córdoba, aseguró que si bien es una ganancia haber subido en el listado, aún falta mucho por hacer
Con excepción de Colombia, los resultados de América Latina son poco alentadores
El país sigue siendo líder en 60% de los aspectos analizados por el IMD en materia de competitividad a pesar de haber caído siete posiciones frente a su desempeño en 2018