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La región antioqueña es un motor que impulsa empresas y más país a través de sus corrientes en crecimiento, como el turismo y la infraestructura
El potencial de desarrollo de la economía antioqueña es mucho mayor que la inmensa mayoría de los otros departamentos. Su privilegiada ubicación, los pisos térmicos, los pueblos que se transforman en ciudades, pero sobre todo, el gran potencial humano, son los elementos cruciales para llevar al Departamento de Antioquia a no solo aportarle 15% al PIB, sino 20% o 25%, y por qué no, duplicarse en una década.
El sueño antioqueño de estar conectado con el mundo por un puerto sobre su costa Caribe es casi una realidad, hecho histórico que debe traducirse en cifras concretas, y para ello debe haber un plan que tienen que ver con la maximización de la regionalización. No solo se puede hablar de un puerto en Urabá porque sí, se trata de ponerle número en términos de aporte al PIB y para lograrlo hay que empujar las autonomías tributarias.
Hay que soñar con un Urabá que atraiga inversiones de todo el mundo, una zona de libre comercio en donde se instalen grandes multinacionales que usen la región para vender como locales en Estados Unidos; es decir, aprovechar verdaderamente los tratados de libre comercio firmados por Colombia. No se trata de un túnel, unas autopistas o unas adecuadas carreteras terciarias porque sí, se trata de hacer una gran plan de regionalización y autonomía tributaria que sume todos los desarrollos para dar un salto en formación de riqueza.
Antioquía está llamada a dar un salto económico sin precedentes, las cosas están dadas, las actuales autoridades han abordado el tema de una mayor autonomía fiscal, pero falta el plan, las ideas, los números con los que se puedan hacer realidad las cosas. Un puerto sobre el Caribe en Urabá puede hacer saltar al Departamento, pero si tiene un soporte tributario que invite inversiones locales e internacionales a instalarse en la mejor esquina de América.
Es una manera de decir que no solo hay que hablar de desarrollo en la infraestructura, que viene siendo el qué; hay que trabajar en el cómo, para que se entienda más el camino. La infraestructura per sé no aporta, lo que aporta son los planes que se tienen para la infraestructura moderna, de lo contrario serían elefantes blancos.
Visto de otra manera, Antioquía con su puerto sobre el Caribe y su innovación empresarial, deben plantearse convertirse en una economía tan grande como la capitalina en el altiplano cundiboyacense y la más grande de los países de Centroamérica y el Caribe; es una suerte de meta mega sobre la cual soñar.
El Departamento además es una economía con un tramo que viene en crecimiento, siendo palancada por la minería, la agricultura, la industria manufacturera, y las empresas de servicios, pero con el tiempo ha ido encontrando en la innovación y emprendimiento una meta del desarrollo.
Un ejercicio elaborado en conjunto por Comfama, Eafit y Breaktrough, precisamente, identificaron aquellas nuevas economías que se vienen gestando en la región antioqueña, más allá de los tradicionales negocios de las multilatinas como Sura, Argos y Nutresa.
Y una de las grandes conclusiones apunta a que las ventas internacionales no solo se despachan en contenedores y Antioquia ha tomado vigor como una plataforma para los países que demandan consultorías, talento para producciones audiovisuales y corrientes turísticas que permiten la construcción de una potencia de múltiples fuerzas.
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